lunes, 30 de marzo de 2009

2008 Año de la recesión

La lucha revolucionaria
y las tareas de organización



En nuestro país no son pocos los que menosprecian e ignoran el pasado. Para algunos, resulta tedioso, aburrido e intrascendente que se hable de él y, peor aún, si se trata de los diez años de la Revolución de Octubre y la difícil lucha que debió librarse a partir del momento mismo de la intervención norteamericana y que se prolonga hasta hoy. Todo lo contrario sucede en África. Según se me refirió no hace mucho, los africanos sabiamente suelen decir que si quieres ir hacia adelante tienes que mirar hacia atrás para saber de dónde vienes, en dónde estás y hacia dónde te diriges.

De ahí que no resulte infructuoso continuar el tratamiento de algunas de las cuestiones más importantes de la lucha revolucionaria como lo son las tareas de organización, el trabajo elaborativo y la práctica revolucionaria.

A lo largo de la lucha revolucionaria son muchas y de lo más complejas las cuestiones a resolver en lo teórico y práctico. Por su dinámica y celeridad, requieren de un permanente esfuerzo por avanzar y mejorar lo ya logrado, superar y corregir fallas, limitaciones y errores y que no se vuelva a incurrir en ellos.

Estas complejas cuestiones obligan a verlas en su conjunto y saber priorizar las que corresponde sin dejar de tratar y solventar las que en un momento dado parecieran ser menos importantes. Intentar integrar lo prioritario es lo que determina que se acierte o fracase en una determinada fase o etapa de la lucha. Las tareas de organización, por ejemplo, no pueden abordarse y resolverse al margen de la discusión ideológica y política, el trabajo elaborativo y la práctica revolucionaria.

Si bien es cierto que para iniciar el trabajo de organización hay que empezar por contar con los elementos fundamentales para un análisis de la situación del país, sus antecedentes, desarrollo y desenvolvimiento (así como de la situación internacional), también lo es que el trabajo de elaboración no puede hacerse separadamente de las tareas de organización y la práctica. La participación organizada de quienes forman parte de esa fuerza, movimiento, frente o partido, es lo que garantiza y asegura avanzar en el esfuerzo por contar con las bases fundamentales de lo elaborativo y teórico y de la acción práctica.

Además, el trabajo revolucionario en lo organizativo ha de partir de una correcta definición del carácter y naturaleza de la organización, su ideología, métodos y estilos de trabajo, estudio, discusión y dirección, el carácter electivo y colectivo de los órganos a todos los niveles, la participación en las discusiones y toma de decisiones, el acatamiento consciente y respeto a una disciplina revolucionaria y el estricto cumplimiento de lo discutido y resuelto.

Se trata de que quien opta por incorporarse a la lucha revolucionaria se sienta y asuma que forma parte de ella y que su participación organizada le da sentido de pertenencia orgánica e identificación ideológica, política y en la práctica, cuestión a la que me referí la semana pasada.

Una fuerza, un movimiento, un frente o un partido que no define estatutariamente el carácter y naturaleza revolucionaria de la organización, podrá ser todo lo que se quiera, menos una fuerza, un movimiento, un frente o un partido para la lucha revolucionaria. El sentido de pertenencia y la identificación ideológica, política y en la práctica es lo que diferencia a una organización revolucionaria de los partidos tradicionales y los agrupamientos de “izquierda” institucionalizados después de la firma de la Paz.

Para que una fuerza revolucionaria organizada juegue el papel que le corresponde, ha de contar con una guía y orientación suficientemente fundamentada que haga posible el cumplimiento y concreción en la práctica de las tareas revolucionarias y la ponga en condiciones y capacidad para darles continuidad y profundizarlas cada vez más.

En las actuales condiciones, es necesario e impostergable dotar a nuestro pueblo del instrumento organizado para la lucha revolucionaria. Ello será posible a partir de la refundación y reunificación de las distintas expresiones organizadas o no de las dispersas izquierdas guatemaltecas, asumiendo como propias e identificándose por la coincidencia en lo teórico, ideológico y político y en la lucha por las transformaciones revolucionarias que Guatemala necesita y que, de común acuerdo, se defina el carácter revolucionario de la organización y convenga la guía de acción para el trabajo ideológico, político y organizativo, su avance, desarrollo, ampliación, fortalecimiento y unidad.

Tales son, entre otras, algunas de las cuestiones a resolver como parte de las tareas de organización, el trabajo elaborativo y teórico, su estudio, discusión y divulgación y de la práctica revolucionaria en las condiciones concretas del país, su probable perspectiva y desenlace y la situación internacional actual.



Diario La Hora,
Noviembre 5, 2008
RRR \ cgs

viernes, 27 de marzo de 2009

2008: año de la recesión

Los mediatizados, ¿referentes
de la lucha social y popular?



Desde hace algún tiempo, abundan los científicos sociales que al referirse a la estructura social, abusan de la retórica y utilizan caracterizaciones que niegan la existencia de las clases sociales y “aseguran” que se les puede “desaparecer”, como por arte de magia. Niegan e ignoran, además, la lucha de clases. La realidad es otra. Las clases sociales están allí y la lucha de clases continúa, aunque sus manifestaciones hayan pretendido ser invisibilizadas.
Para los que siguen y han leído, estudiado y asimilado esos trabajos, puede que resulte comprensible y acepten como “innovador” que se hable, por ejemplo, del “tejido social”. A mí, al menos, esto me parece una manera fácil y engañosa de eludir el estudio serio y a fondo de las clases sociales y la lucha de clases en el momento actual.
También asumo que viene a ser una forma de reinventar referentes sociales y populares que se superponen, suplantan y desnaturalizan lo que está en la base de la estructura social y el papel que podría corresponderles en el marco de la lucha social y popular.
La “sociedad civil” es igualmente una invención más de lo que siempre ha sido la sociedad y sus bien definidas y diferenciadas clases sociales. La “sociedad civil” es una abstracción que desfigura la verdadera y real estructura social de la sociedad. Es una forma más de sustituir a los referentes sociales y populares de la lucha de clases como motor de la historia y que, en nuestro caso, han sido, son y seguirán siendo el movimiento obrero y sindical, el campesinado, las capas medias trabajadoras de la población y los pueblos indígenas.
Lo mismo sucede con la “onogenización”. La “onogenización” de la sociedad viene a ser la forma de organización que suplanta a los referentes de la lucha social y popular.
Esta “innovación” en el pensamiento social, no es algo propio del país. Forma parte de la “corriente modernizante” que en el París de 1968 planteó como consigna “la inteligencia al poder” que suponía la sustitución de la clase obrera y los partidos comunistas y obreros por la intelectualidad y los estudiantes que en aquél momento se erigieron en los referentes “legítimos y representativos” de la lucha social y popular. Aunque es esto, en cierta forma, lo que está en la base de lo que ya era el eurocomunismo, esta corriente revisionista al interior de los partidos comunistas y obreros de Europa occidental (Francia, España e Italia), significó un serio retroceso en la lucha revolucionaria en lo internacional y del que todavía no se ha repuesto la clase obrera en aquellos países. A su vez, puso en cuestión el papel de los partidos comunistas y obreros en los países socialista y es lo que en parte explica lo sucedido en Europa del Este y en la Unión Soviética en 1989 y a mediados de 1991, en el sistema socialista en escala mundial y en el movimiento comunista y obrero internacional.
Para el caso de nuestro país, se incurriría en una ligereza histórica si no se reconociera el papel jugado durante el enfrentamiento armado interno por la “sociedad civil” y sus distintas organizaciones, aunque no está demás decir que ya durante el proceso de negociaciones por la paz hubo señales que dejaban ver que lo que les dio sentido y razón de ser a su lucha, se desdibujaba. Posteriormente, muchas de las organizaciones de la “sociedad civil” y sus dirigencias terminaron integrándose al sistema.
Algo parecido se da al interior del movimiento obrero y sindical que golpeado, disperso y desarticulado por la represión y el terrorismo de Estado, deja de ser el bastión de la lucha obrera y sindical, clasista. La masacre de campesinos indígenas en la Embajada de España constituyó uno de los más duros golpes contra el movimiento campesino y los pueblos indígenas. En el momento actual, se prolonga aún más su dispersión, sectorialismo y disidencias internas.
Sin embargo y con lo que se lleva hasta aquí escrito, no puede concluirse que los problemas que vienen dándose a partir de 1986 al interior de los distintos referentes de la lucha social y popular (y que se acentúan inmediatamente después de la firma de la paz), marquen el agotamiento de sus formas de lucha y organización.
Hay, por supuesto, otros referentes más que al igual que algunas de las organizaciones de la “sociedad civil” y ONGs, varias de las expresiones y agrupamientos del movimiento obrero y sindical, del movimiento campesino y de los pueblos indígenas, reflejan el desclasamiento, desideologización y despolitización que les afecta en unos casos más que en otros. En todo caso, la redefinición e “invención” teórica de estos referentes ha servido para integrarlos al sistema. El sistema, por su parte, hábilmente, ha logrado cooptarlos y utilizarlos.
De los partidos legalmente inscritos (sin ninguna excepción), y en tanto parte del agotado, caduco, desgastado y corrupto sistema político y de votaciones actual, nada hay que los legitime como referentes políticos de la lucha social y popular.

Diario La Hora,
Noviembre 12, 2008
RRR / cgs

miércoles, 25 de marzo de 2009

A media semana

El compañero Iván


He decidido dejar para después la continuación de lo que se refiere a porqué sostengo que muchos de los que se dicen de izquierda o se les califica como izquierdistas o izquierdizantes no son comunistas, así como que destacadas personalidades democráticas, revolucionarias y progresistas, tampoco lo son (aunque haya quienes por ignorancia, desconocimiento o mala fe los señalen como tales). En esta oportunidad, me voy a referir al compañero Iván.

Durante los cuatro años que estuve como representante de la Juventud Patriótica del Trabajo, JPT, en el Buró de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, FMJD, en Budapest, la capital de la entonces República Popular de Hungría, no se puede decir que haya sido un período fácil ni de relativa calma. Fueron cuatro años (abril de 1964 – noviembre de 1968) de exacerbación de la polémica chino-soviética con todas las complicaciones y dificultades en el trabajo diario a nivel del movimiento internacional de la juventud y los estudiantes, el movimiento mundial por la paz, de las mujeres, de la organización sindical mundial y, por supuesto, en el movimiento comunista y obrero internacional en su conjunto, y al interior de los partidos de la clase obrera de cada país, en particular.

En el Buró de la FMJD varias eran las cuestiones en discusión. En el trasfondo, estaba lo referente a la amplitud del movimiento juvenil y de los estudiantes, el internacionalismo revolucionario, las vías y formas de lucha, la solidaridad y el antiimperialismo, la lucha por la paz, la amistad y un futuro mejor. Las opiniones eran de lo más encontradas. A la hora de decidir, predominaban las posiciones de las organizaciones juveniles de los países socialistas, y las de Europa, África, Países Árabes y América Latina que las secundaban.

Por su claridad, firmeza y consecuencia, destacaba la posición del representante de la juventud del Partido Comunista de la República Dominicana, el compañero Iván. No era difícil --para él y para mí-- que coincidiéramos en las cuestiones fundamentales, como era evidente nuestra coincidencia con la representación de los jóvenes vietnamitas, de la juventud de la República Democrática Popular de Corea, y con el representante de los jóvenes comunistas cubanos.

Esa coincidencia ideológica y política y la posición revolucionaria del compañero Iván hizo posible y facilitó que nos acercáramos cada vez más y se forjaran lazos de amistad y camaradería que se reforzaron aún más con los que ambos tuvimos con el compañero Eulogio Rodríguez, representante de la Unión de Jóvenes Comunistas, UJC, de Cuba.

El compañero Iván era un lector disciplinado, estudioso, de una cultura y formación política integral. Después de las horas de trabajo, en nuestro barrio del lado de Pest, solíamos reunirnos a conversar de literatura, de pintura, de música, de las comidas y bebidas de nuestros países (las que más de una vez compartimos acompañándolas con el exquisito vino húngaro). Era habitual que escucháramos discos de Jacques Brell, de Charles Aznavour, de Marlene Dietrich, y de la inigualable Gisela May interpretando las bellas canciones de Kurt Weill con letra de Bertold Brecht.

Iván regresó a Santo Domingo tiempo antes de que yo regresara a Guatemala. Previamente, hizo un viaje a Londres. En la víspera me confió que iba a reunirse con unos compatriotas suyos que estaban de paso por allá. A su regreso, me confirmó que se había encontrado con ellos y decidido lo de su regreso a su país.

Después de que se fue de Budapest, ya no tuve noticias de él y de su parte no creo que haya sabido algo de mí a partir de que regresé a Guatemala. No fue sino en 1977 o en 1978 que supe, en Moscú, que el 17 de marzo de 1975 había sido asesinado en una de las calles de Santo Domingo. Supe, además, su nombre: se llamaba Orlando Martínez, así como que cuando lo mataron estaba al frente de una Revista de opinión en la que escribía su columna (Microscopio), una de las más leídas y orientadoras de la República Dominicana. A la fecha, su asesinato no ha sido esclarecido, como tampoco deducido responsabilidades a sus autores intelectuales y materiales aún sabiendo quiénes pudieron haber sido.

Una semana atrás, entre los correos que recibo diariamente, encontré uno en que viene un artículo de Anselmo Liberato y en el que dice de Orlando que no era un periodista más. Fue un apasionado defensor de los humildes, de los campesinos, de los trabajadores: un resuelto luchador por un mundo mejor, valiente y honesto.

Por mi parte, al estar escribiendo estas líneas me percato que al camarada Iván no es de los que hay que recordar por su muerte sino por lo que hizo y luchó por su país, por su pueblo y por los demás pueblos y países del mundo.

Es, según mi opinión, como corresponde tener presente, también, el pensamiento, la obra y proceder del Che, de Turcios Lima y Otto René, de Nayo Alvarado y Huberto, de Hugo Rolando Melgar y Alfonso Figueroa, de Leonel Roldán y Meme Cordero, entre muchos más.



Diario La Hora
Marzo 25, 2009
RRR \ cgs

lunes, 23 de marzo de 2009

2008: Año de la recesión

Acumulación de la riqueza
y polarización social



La exacerbación de las contradicciones antagónicas al interior de la sociedad guatemalteca, los problemas pendientes de resolver y los que van surgiendo en cada momento y sucesivamente, son causa y efecto a la vez de un sistema en prolongada crisis de agotamiento y caducidad y no como suelen visualizarlo y definirlo los tecnócratas y burócratas que no atinan o que porque así les conviene no le entran al estudio de en donde está la causa principal y los efectos que se derivan de una crisis estructural no superada y resuelta.

Para los expertos y técnicos internacionales, en Guatemala se está en presencia de un modelo económico fracasado. Es lo que se dice en el Informe de Desarrollo Humano 2007 – 2008 presentado el martes de la semana pasada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Ésta es una manera “cuidadosa y prudente” de informar -no de interpretar y explicar objetivamente- lo que en realidad viene ocurriendo en Guatemala a partir de 1980 y que está muy lejos de llegar al fondo y la raíz de la crisis estructural que agobia y desespera cada vez más a la mayoría de la población y que -desde hace 20 años- se sabía que habría de ocurrir y que los más beneficiados serían la elite del poder económico y político local, el gran capital, las empresas y consorcios extranjeros y el imperialismo estadounidense.

Los índices de pobreza y de pobreza extrema en nuestro país son, además de indignantes, insultantes. Pero es también de lo más insultante e indignante la acumulación de riqueza en un cada vez más reducido número de potentadas familias de agroindustriales, empresarios, comerciantes y banqueros que constituyen la cúpula del poder económico en el país y que se calcula que no pasan de 20.

Según el estudio Guatemala, desnutrición problema secular, elaborado por el doctor Ramiro Ramírez Morales y publicado por el Departamento de Estudio de Problemas Nacionales “Rafael Piedrasanta Arandi” de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, (Presencia. Estudios de coyuntura. Época VI, Año 3, Número 11, Noviembre de 2007), la riqueza del país “es acaparada por un escaso grupo de la población y empresas extranjeras. En lo nacional apenas el 3 por ciento se apropia de cerca del 50 por ciento de la misma, mientras que el restante 97 por ciento apenas logra sobrevivir con el otro 50 por ciento”.

Los siguientes datos ilustran más. Según el Informe de Desarrollo Humano 2006 del PNUD, citado por el doctor Ramírez, el “estrato alto” de la población equivalía en el año 2000 al 4.7 por ciento de los habitantes del país. Cuatro años después, este porcentaje ya se había reducido al 3.2, o sea que se contrajo en un 1.5 por ciento. De seguir la tendencia apuntada, se podría calcular que para el presente año ya sólo sería de un 1.7 por ciento. Hay que considerar, además, que no es la totalidad de ese porcentaje el que acumula la mayor riqueza del país: el que la sobreacumula es el cada vez mas reducido número de familias potentadas a que ya hice referencia y las empresas extranjeras que menciona el doctor Ramírez.

No obstante lo anterior, hay quienes siguen insistiendo en que la brecha entre los pocos que tienen todo y la pobreza y pobreza extrema en que está sumida la mayoría de la población, se debe a la “falta de oportunidades” o al “mal aprovechamiento” de las mismas. Un acérrimo defensor del libre mercado decía recientemente que “el objetivo de un sistema económico no debe ser el de la equidad, sino del crecimiento” (Prensa Libre, 11 de noviembre de 2008). ¡Vaya semejante sofisma!

Para el doctor Ramírez, una de las causas de esta cruda realidad -en el sector agrícola- está en “un modelo agroexportador fracasado, que tiene sus bases en la producción monocultivista, utilizando para la misma las mejores tierras del país”, “un coloniaje de nuevo cuño, el neocolonialismo que, a su vez, ha conformado […] una atípica ‘neo servidumbre’ que está en la base del “modo capitalista de producción, que en realidad es el de un incipiente y deformado capitalismo con atavismos de producción feudal”.

En consecuencia, la acumulación y sobreacumulación de la riqueza en un número cada vez más reducido de familias de la cúpula del poder económico en el país, deriva en una polarización social que viene a ser la punta del iceberg de la crisis y descomposición de un sistema que sólo beneficia a unos cuantos, afecta a todos los sectores y capas de la población, y que explica la atomización, dispersión, despolitización, desideologización y cooptación de los referentes de la lucha social y popular.

Felizmente, hoy es un día especial para Ana María, para Espartaco, para Lupita, para mí, y demás familia. Nuestro nieto, José Miguel Rosales Sánchez, está cumpliendo cuatro años. Que haya nacido la víspera de un aniversario del inicio de la Revolución Mexicana de 1810, le da sentido y razón de ser a la dicha de vivir y saber que se puede seguir luchando por un país distinto y mejor. ¡Zapata vive y cabalga con el fusil en alto por las ciudades, planicies, cerros y montañas de nuestra América!


Diario La Hora, Guatemala,
19 de noviembre de 2008
RRR/cgs

viernes, 20 de marzo de 2009

2008: año de la recesión

Un domingo por la mañana
en la Alameda Central



Cada país, cada ciudad, pueblo o localidad que se visita tiene su color, fisonomía y olor, su historia, leyendas y tradiciones. De los países en donde he estado, me es más fácil encontrar sus peculiaridades, identidad e idiosincrasia y no soy de los que pierde el tiempo tratando de encontrar lo que le pueda sobrar a uno y faltar a otro. Cada pueblo es responsable y dueño de su propia belleza y calidez, su estado y situación, sus problemas y soluciones.

Después de la firma de la paz y cuando voy de visita a México, si algo disfruto a lo grande y a mis anchas es salir de paseo y caminar y caminar.

Acompañando a Ana María, a Espartaco, a Lupita y a nuestro nieto, José Miguel, nos fuimos de paseo a la Alameda Central. En este demorado otoño y muy anticipado frío invernal, la mañana del último domingo de noviembre lucía esplendorosa y radiante. Pese a la contaminación, el cielo era de un azul transparente. No hacía frío pero tampoco calor. Como dicen allá, era una típica y fresca mañana de noviembre.

Por alguna razón, vino a mi memoria que mi papá viajó a México por primera y única vez en 1946 o en 1947. Gobernaba el presidente Miguel Alemán. Recuerdo que a su regreso nos dijo que México era en realidad la Ciudad de los Palacios y que nunca antes había visto una calle tan animada y sorprendente como San Juan de Letrán.

Diego Rivera estaría terminando su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. Los personajes que ahí están representados ya no son los de ahora pero algo tienen en común y es porque aparecen perpetuados y prolongados en tres momentos de la historia de México: la conquista, los movimientos campesinos y las luchas populares --que culminaron en el movimiento revolucionario de 1910--, y el período posrevolucionario y el México moderno.

Este mural originalmente estuvo en el comedor del hotel Del Prado, que quedaba sobre la avenida Juárez. A principios de los años 60 del siglo pasado, lo colocaron en el vestíbulo. Fue donde lo vi por primera vez. El hotel Del Prado colapsó durante el terremoto de 1985. Actualmente el mural original está en el Museo Mural Diego Rivera, creado especialmente para preservarlo. Existen dos reproducciones que conozco: una en la Alameda Central y la otra en el nuevo hotel Del Prado, de la colonia Anzúres.

A lo largo del mural está siempre la presencia del pueblo representado en la familia campesina, el joven obrero y el obrero revolucionario, una simbólica figura presidencial, la nueva burguesía, la arquitectura y las fábricas, los vendedores de tortas, frutas, rehiletes, globos y dulces típicos. El Distrito Federal, ahora, ya no parece ser lo que era entonces.

Y digo que no parece porque avanza a pasos agigantados en lo urbanístico, social y cultural como a pasos agigantados se acentúan sus contrastes, desigualdades y rezagos. Lo mismo está sucediendo en otros Estados de la República. Con quienes conversé sobre esto, coinciden en que el campo es el más castigado por las contradicciones propias del libre comercio y el consumismo.

En el caso del DF, pienso que es el DF de siempre por sus museos, universidad y escuelas, sus académicos, científicos e investigadores, su seguro social, hospitales y guarderías, sus teatros, librerías y bibliotecas, sus historiadores, novelistas y poetas, sus pintores, escultores y actores, su música, canciones y corridos, sus compositores e intérpretes, sus casas de vecindad y multifamiliares, sus calles, parques, plazas, mercados y tianguis, sus periódicos escritos y revistas y sus estaciones de radio.

También me parece que pese a tan desconcertante modernización urbana, el DF seguirá siendo lo que es en tanto sobreviva el merolico, el cilindrero y el boleador, los puestos de periódicos y revistas, la familia que vende tamales y atole en las afueras de los mercados, el que vende cidís y dividís en el metro, el vendedor de pan en bicicleta que aparece por las calles y avenidas de los barrios y colonias cuando empieza a entrar la noche o el repartidor de gas y su inimitable anuncio mañanero.

El Distrito Federal, en fin, seguirá siendo para mí la atrayente y cautivadora ciudad por sus cantinas, pulquerías, fondas, torterías, tacos, tlacoyos, guaraches, quesadillas, bares y restaurantes, su tequila y su mezcal, y, sobre todo, por su gente y el mexicano modo de ver la vida y sobrellevarla con la ironía de quien ha aprendido a burlarse de la muerte y que --aún antes de que José Alfredo Jiménez lo cantara en Guanajuato-- ya sabía que la vida no vale nada.

En eso y muchas otras cosas más pensaba aquella mañana de domingo por la Alameda Central cuando me di cuenta de que tomado de mi mano caminaba José Miguel, y que tal vez por eso haya sido que tomé conciencia de que bien valía la pena seguir disfrutando de aquél paseo que ahora recuerdo no sólo por la dicha de haber podido hacerlo, sino porque también advertí, una vez más, que es caminando --y no detrás de un escritorio-- como uno alcanza a ver que es mucho lo que se debe y hay que hacer para que las cosas cambien de raíz.


Diario La Hora, Guatemala,
miércoles 10 de diciembre de 2008,
Ó RRR \ cgs

miércoles, 18 de marzo de 2009

A media semana

¿Desconocimiento o ignorancia?

El martes pasado, en su columna semanal, el coronel retirado Mario Mérida cuestionó e insistió --una vez más-- en tratar de invalidar el Informe en 12 tomos Guatemala, Memoria del Silencio y las Conclusiones y recomendaciones del Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, dadas a conocer y publicadas hace 10 años. Esta voluminosa documentación es resultado del trabajo de quienes integraron la Comisión cuya creación se convino durante el proceso de negociaciones para la búsqueda de la paz por medios políticos entre tres sucesivos gobiernos y la URNG.

Los que cuestionan y tratan de invalidar lo que la CEH registró y verificó que sucedió durante el enfrentamiento armado interno, son quienes se resisten a ponerse de frente a nuestro pasado más reciente y son reacios a que a partir de ahí se sienten las bases institucionales de un nuevo y mejor país, una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe, y un Estado a cargo de la rectoría y conducción del desarrollo y el progreso, con justicia social, de nuestro pueblo.

La opinión del coronel Mérida gira alrededor de que “esa verdad oficial” es resultado del trabajo de “militantes o partidarios de izquierda”, que “uno de los comisionados de la CEH fue el licenciado Edgar Alfredo Balsells Tojo (+) perseguido y encarcelado por su ideología comunista” y quien en un documento de 1956 de la Dirección General de Seguridad (La verdad sobre los sucesos de junio de 1956. Organización del Comité Central del Partido Comunista), “aparece como integrante del Partido Comunista Guatemalteco, PGT” (sic). (elPeriódico, 10 de marzo de 2009).

En cuanto al documento que se menciona, podría ser el informe de la policía judicial y la inteligencia militar sobre las manifestaciones estudiantiles y populares contra las arbitrariedades del gobierno liberacionista de Castillo Armas (1954 – 1957) que fueron violentamente reprimidas con el saldo de muchos heridos y cinco dirigentes estudiantiles universitarios y un joven sindicalista asesinados y en cuya memoria está una placa conmemorativa en la once calle y sexta avenida de la zona 1, que fue en donde ocurrió aquella masacre a eso de las 19 horas del 26 de junio de 1956. Allí estuve: era uno más de los miles de manifestantes.

En esa época y durante mucho tiempo, sindicar a alguien de comunista significaba condenarlo a ser perseguido, encarcelado, torturado, asesinado o desaparecido. Se sindicaba de comunistas a dirigentes estudiantiles, juveniles, sindicales, campesinos y a personalidades democráticas, revolucionarias y progresistas. Para los cuerpos de seguridad y represión del gobierno era comunista quien se opusiera al anticomunismo gobernante.

El anticomunismo es la manifestación más extrema de intolerancia. En el caso de Guatemala, ha sido base y fundamento del terrorismo de Estado y de los aparatos paramilitares paralelos como los Escuadrones de la Muerte, el Ojo por Ojo, el CADEG, la Nueva Organización Anticomunista, NOA, el Jaguar Justiciero, el Ejército Secreto Anticomunista, ESA, y las Patrullas de Autodefensa Civil, PAC, que por encargo de mandos militares tuvieron a su cargo tareas de exterminio y liquidación, secuestro y desaparición, torturas y vejaciones, represalias y asesinato de más de 250 mil guatemaltecos durante los 36 años que duró el enfrentamiento armado (1960 – 1996).

Hay sindicaciones que se hacen por ignorancia, pero en algunos casos se sindica a alguien por desconocimiento. Además, hay las que se hacen de mala fe. El que así procede no merece el más mínimo respeto, como no lo merece tampoco quien lo hace por rencor o intolerancia.

La intolerancia ideológica y política en un Estado represivo y terrorista se da abiertamente y supone el exterminio del enemigo real o supuesto. Es el proceder aberrante de quienes no aceptan la más mínima forma de oposición al sistema, a sus ideas (si es que las tienen), y a sus arbitrariedades y autoritarismo.

Quien sindica a alguien de comunista (sin serlo), asumo que lo hace por desconocimiento. En honor a la verdad, no todos a los que se les ubica o se dicen de izquierda y de extrema izquierda o se les sindica de izquierdistas o izquierdizantes, son comunistas. No lo son tampoco muchas de las personalidades revolucionarias, democráticas y progresistas.

La semana entrante, voy a tratar de explicar esta complicada cuestión con base en lo que conozco de la práctica partidaria militante.

Lo que sí puedo anticipar, categóricamente y sin ninguna duda, es que Edgar Alfredo Balsells Tojo no fue comunista, como tampoco lo fue Manuel Colom Argueta, Mario López Larrave o Adolfo Mijangos López. Sí lo fueron, entre otros, Manolo Andrade Roca y Santiago López.

A todos ellos y a muchos más, los conocí y traté y porque los conocí y traté me consta que fueron ejemplares patriotas, dignos ciudadanos y merecedores del mayor de los respetos y admiración por su rectitud política y consecuencia democrática, revolucionaria y progresista.


Diario La Hora, Guatemala,
miércoles 18 de marzo de 2009,
RRR \ cgs

viernes, 13 de marzo de 2009

2008: año de la recesión

Algo importante
que me faltó referir



La ciudad donde se nace o en la que se vive, hay que sentirla, quererla. Quien llega del extranjero poco consigue si a lo que va es a turistear y de lo que visita o a donde lo llevan sólo alcanza a ver lo que le muestran, y por encima. Para conocer una ciudad hay que adentrarse en su naturaleza, carácter, fisonomía, idiosincrasia, tradiciones, costumbre, cultura, tratar a su gente.

El recién pasado 2 de diciembre, fue presentado el libro más reciente del arquitecto y urbanista mexicano Jorge Legorreta, La Ciudad de México, a debate. No pude ir a su presentación ni comprarlo. Fue la víspera de mi regreso con Ana María al país. Me interesó, eso sí y mucho, la referencia que se hizo del libro y lo que dijo su autor en una entrevista concedida a LaJornada y que fue publicada el recién pasado día 3.

El periodista de LaJornada, Arturo Jiménez, apunta que “esta singular zona metropolitana” --que cuenta ahora con 22 millones de habitantes--, está situada “en la cuarta parte de una cuenca antes lacustre, rodeada de 34 volcanes, a más de 2 mil 200 metros sobre el nivel del mar, en una área de alta vulnerabilidad sísmica y eruptiva, en el delta de 45 ríos”. Algunos de sus problemas graves, en opinión de Legorreta, obligan a que la ciudad sea pensada, repensada.

El arquitecto y urbanista que dirige Metrópolis, el Centro de Información de la Ciudad de México, considera que “los medios de comunicación en general han construido un discurso catastrofísta ‘contra las ciudades”, dejando de lado aspectos tan importantes como la riqueza cultural.

En la Ciudad de México, dice Legorreta, Teotihuacan, el Centro Histórico, la Casa Estudio de Luis Barragán, la Ciudad Universitaria, Xochimilco y vecindades, y la ruta de los conventos en las faldas de los volcanes, son sitios declarados como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Estima, además, que “el conocimiento ciudadano de la urbe, de sus problemas y riquezas, de su funcionamiento, es importante para ‘vivirla”.

La ciudad, subraya, hay que entenderla más allá de “lo urbano” ya que el desconocer la naturaleza en que está asentada y la rodea se le está destruyendo con grandes construcciones en la periferia, suprimiendo su agricultura, su recarga acuífera. “La naturaleza, advierte, cobrará esto en el futuro”.

En mi columna de la semana pasada decía que lo más valioso de una ciudad es la gente que en ella habita y el lugar en donde la gente vive. A ello hay que agregar que el parroquiano que se siente ajeno a su ciudad no puede llegar a sentirla ni vivirla y, menos, a repensarla. De ahí que valga la pena leer el libro de Legorreta. Espero hacerlo más adelante.

Por su importancia paso ahora a detenerme en lo que se refiere a los ejemplares de libros y el número de títulos que se editaron y vendieron en México el año pasado.

Durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CNIEM), dio a conocer su informe anual en donde se dice que en el curso de 2007 la producción y ventas de libros en México registraron una marcada tendencia a la baja.

Según consta en el reporte, la producción de libros fue de 278.2 millones de ejemplares. Al sector privado, corresponden 129.3 millones. La mayor producción del sector público estuvo a cargo de la Secretaría de Educación Pública, cuyo 69 por ciento se destinó a la educación primaria para su distribución gratuita y como texto único.

El sector privado lo integran 229 editoras que en 2007 publicaron 20 mil 300 títulos, lo que representó un incremento de 8.6 por ciento respecto al año anterior, mas no en cuanto al número de ejemplares que mostró una baja de 5.9 por ciento en relación a 2006.

En cuanto a la comercialización, el año pasado se vendieron 133 mil 245 títulos (9 por ciento más que en 2006) y más de 146 millones de ejemplares, lo cual significó una facturación de alrededor de 7 mil 500 millones de pesos. Del total de las ventas, cerca del 90 por ciento de los ejemplares se vende en el país y un aproximado de 10 por ciento en el extranjero. De lo que se vendió en México, al DF y zona metropolitana corresponde el 41.6 por ciento y el 58.4 por ciento al resto de la República. Las exportaciones de libros en el 2007 ascendieron a 14.9 millones de ejemplares, que corresponden a 68.8 millones de dólares y se importaron 19.1 millones de ejemplares con un valor de 69.6 millones de dólares.

Y como es de libros que estoy hablando, no quiero dejar de decir que también estoy pendiente de adquirir y leer el de Carlos Monsiváis, Escribir, por ejemplo, en el que reúne dos crónicas y ochos ensayos sobre la obra y autores de la talla de José Revueltas, Jaime Sabines, Ramón López Velarde, Agustín Yáñez y Juan Rulfo, entre otros. En opinión de Monsiváis, “leer un clásico es parte de la idea de estar ante la presencia de lo valioso espiritualmente”.

Para terminar, me quedo aquí y, durante lo que queda del año, regreso a la lectura de dos --de entre muchos-- de los libros para mí entrañables: Amor perdido de Monsiváis y La cultura del antojito de José N. Iturriaga.


Diario La Hora
Guatemala, miércoles
17 de diciembre de 2008

miércoles, 11 de marzo de 2009

A media semana

De lo que no se olvida,
y compromete

Nos decía el maestro Flavio Herrera a quienes en 1956 asistíamos a su clase de Literatura en la facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, que lo que cuenta cuando se está ante una pintura, un retrato, una escultura, un monumento, un libro, un paisaje o una melodía, es “el ramalazo”. Desde entonces, sé que el ramalazo equivale a la capacidad de asombro, de sorprenderse e impresionarse que se experimenta ante lo que por primera vez se ve, se lee, se aprecia, se escucha o se vive. Del ramalazo, depende lo que imperecederamente queda: no se olvida.

Para mí, no fue difícil entender lo dicho por el maestro. En años anteriores ya lo había experimentado. Lo experimenté cuando por primera vez pude sentir esa emoción ante dos esculturas y un monumento de la época revolucionaria de octubre del 44, al ver algunas de las primeras películas soviéticas que se exhibieron aquí, al leer los primeros libros a los que me adentré con la voracidad del lector principiante, al escuchar hermosas sinfonías y conciertos o al tener la oportunidad de disfrutar el goce ante pinturas y grabados impresionantes.

De ello se deduce que lo que a uno lo sobrecoge, le sorprende y lo impacta queda para siempre y, aún con el paso del tiempo, la experiencia se repite una y otra vez con renovada emoción e intensidad.

Mi experiencia me dice que con los años, más que envejecer, se madura, se aprende a vivir y a convivir, a amar aún más lo que se ama, a recordar en presente lo vivido (aunque se tenga que escribir o decir en pretérito), y aproximarse al futuro sin hacerse a la idea de que lo bueno y mejor está a la vuelta de la esquina. La desesperación y las precipitaciones no son buenas consejeras, como tampoco lo es sentarse a esperar que los cambios se den por lo que otros dicen que hacen.

Suponiendo que el pasado ya no marca ni sirve de brújula para lo que se hace hoy y tiene que hacerse en el futuro, qué penoso ha de ser para el que abjura de lo que fue y de lo que hizo, tener que cargar con semejante estigma. No otra cosa le espera al que traspasa los límites de la dignidad, el decoro, la consecuencia y lealtad revolucionaria, del revolucionario de verdad.

En todo caso, la estructura económico-social de un país, las contradicciones antagónicas y no antagónicas tanto como las luchas que de ello se derivan, no las determinan el doctrinarismo del inventor de categorías y caracterizaciones que (con un lenguaje rebuscado, escrito y hablado) se aleja cada vez más de la realidad, de las condiciones y circunstancias en que se dan los hechos y su entorno. Tampoco es determinante la opinión de quien tergiversa la historia y los acontecimientos. La realidad no se inventa: se explica e interpreta, para transformarla revolucionariamente. La realidad, además, no admite conjeturas ni ocurrencias.

Viene al caso lo anterior porque en nuestro país se está en un momento en que para explicarlo e interpretarlo correctamente se requiere de objetividad y mucha seriedad. Es cierto que en el pasado (en el curso de la lucha clandestina, revolucionaria y popular) se cometieron errores, errores que no dejan de serlo sino a partir del momento que se toma conciencia de ellos, se adoptan las decisiones para corregirlos y, lo más importante, se crean las condiciones y toman las medidas para no volver a incurrir en ellos. Los errores de apreciación y percepción, no deben repetirse ahora: son de los más graves.

Quizá sea por eso que después de lo arriba escrito se me ha hecho tan patente y real la emoción e intensidad con que hay que enfrentar lo nuevo o lo que se presenta como “nuevo” y, a partir de ahí, seguir desarrollando y enriqueciendo la capacidad de asombro, de sorprenderse e impresionarse para percibirlo y situarlo en su justa dimensión y alcances. Se trata de que lo visto y hecho, apreciado y disfrutado, sea permanentemente renovado y conservado para que sea imborrable, y lo sufrido y padecido, fortalezca.

En lo personal y políticamente lo que también me compromete es compartir toda una vida de luchas, afanes, ideales y propósitos con Ana María. Se lo decía el lunes, con ocasión de su cumpleaños. Las respectivas percepciones que tenemos de la vida, de los deberes y propósitos, de los ideales y afanes compartidos, es lo que nos permite y hace posible pasar revista, objetivamente, a lo vivido durante más de 53 años de conocernos.

Por lo que a ella corresponde y en lo que a mí respecta, lo que nos une e identifica es el deliberado compromiso y deber común con nuestro pueblo y nuestro país, y con los demás pueblos y países hermanos en lucha por un mundo mejor. Es por eso que no tengo por qué dejar de saludarla (sabiéndolo como lo sé que es algo tan personal), ahora que comienza un año más de una vida de lo más productiva y útil, amorosamente creativa y, para mí, además, ejemplar.

Citando a Benedetti, puedo decirle que “somos mucho más que dos”; y con palabras de Marx, que nada de lo humano nos es ajeno. Ello, lo sabemos, nos compromete aún más.

lunes, 9 de marzo de 2009

La belleza de la vida

Podría parecer un contrasentido y, quién sabe si no, un despropósito que en las actuales condiciones y por la situación en que se está, haya decidido titular la presente columna como lo hago. No es así y no es así porque tengo en cuenta que, aún en las más difíciles de las circunstancias, la belleza de la vida es que continúa y porque es bella y continúa hay que saber vivirla. En una película estadounidense y en una italiana, así se plantea. La estadounidense, se titula Recuerdos de la infancia y la italiana, La vida es bella.

La estadounidense se desarrolla en un día de verano, el sábado 13 de agosto de 1932, en plena depresión y en un vecindario de familias italianas llegadas a Filadelfia. La situación es de lo más apremiante y, aún así, el abuelo que está al borde de la muerte le dice a Genaro, su nieto, que lo bello de la vida es que continúa. El abuelo muere y para Genaro la vida continúa.

En la película italiana, con la llegada de la guerra a un pequeño pueblo de la Toscana italiana, Guido, Dora y Giousé son confinados en un campo de concentración nazi. Guido, el padre de Giousé, se las ingenia y hace hasta lo imposible para que su hijo --un niño de no más de cinco años-- crea y se imagine que la terrible situación que están sufriendo es tan solo un juego y que, pese a todo, la vida es bella y vale la pena vivirla. A Guido lo matan en el campo de concentración. Giousé y su mamá, Dora, siguen viviendo.

No ignoro ni desconozco que lo que para unos es bello para otros no lo es así como que para unos la felicidad no es lo que para otros es ser feliz. Más no es esto lo que me propongo dilucidar. Lo que me parece y asumo es que sólo aquél que tiene claro el sentido y razón de ser y de la vida, de lo bello y la felicidad, es capaz de enfrentar y superar las más duras y difíciles pruebas y que no hay golpe por demoledor y grosero que sea que lo abata, derrumbe y derrote.

La derrota y el abatimiento, tanto como el pesimismo y la indiferencia, caracterizan a los pusilánimes, a los faltos de carácter y audacia, entereza y firmeza, a los que no tienen ideales y sueños, recuerdos y añoranzas, creatividad y horizonte.

Por cierto Ana María me recordaba ayer que don Enrique Muñoz Meany decía que cuando el mar está en calma su belleza es enorme y cuando sobreviene la tempestad, su belleza es de lo más sublime.

Cuando se me ha invitado a exponer mis ideas y experiencias en la lucha por la paz, hay ocasiones y lugares en que me he referido a la importancia que para mí tuvo --y sigue teniendo--, en esos momentos de difíciles y duras pruebas como en tiempos de “relativa calma”, hacer uso de mi libertad y vocación de leer, meditar, retomar y adentrarme cada vez más en lo que se relata en los Hechos y lo que se dice en las Cartas de los Apóstoles.

Que a nadie extrañe, entonces, que en un día como hoy traiga a cuenta lo que escribe el Apóstol Pablo en su Segunda Carta a los Corintios. Dice el Apóstol, se puede estar atribulado, más no angustiado; en apuros, más no desesperado (4:8); perseguido, más no desamparado; lleno de problemas, más nunca sin salida (4:9). Dice también que el que siembra mucho, cosecha mucho (9:6), y que la igualdad se da cuando no le sobra nada al que recogió mucho, ni le falta nada al que recogió poco (8:15).

No dejo de pensar también en lo que dice el Apóstol bueno, el de las causas difíciles, San Judas Tadeo, en la única Carta que de él se conoce. Refiriéndose a los malvados apunta que son los que toman la bondad como pretexto (4), hablan mal de las cosas que no conocen (10), sólo se cuidan de sí mismos. Son nubes sin agua llevadas por el viento, árboles que no dan fruto a su tiempo (12); de todo se quejan, todo lo critican, hablan con jactancia y adulan a los demás para aprovecharse de ellos (16).

Dicho en palabras que tengo registradas en mi libreta de notas. Para mí, son de los que su codicia y mezquindad, los delata, y su egoísmo y voracidad, los envanece. Son a los que Jesús sacó a latigazos del templo. Están, además, los que en medio de la batalla abjuran de su causa, bajan los brazos y la cabeza, no llegaron a tener el coraje y entereza de seguir e ir hacia adelante. Son los derrotados por la adversidad y el desconcierto. Con toda razón mi papá solía decirme que quien quiera vivir a plenitud y luchar con firmeza y decisión ha de tener en cuenta que el pasado enseña; el presente, obliga y el futuro, compromete.

Y es así y no de otra manera como --con todo respeto-- me permito saludar en esta Nochebuena y Navidad a quienes lean mi columna de hoy. A mi familia y a mis compañeros y amigos los abrazo y puedo decirles que lo bello de la vida es que continúa y que para cambiarla para bien hay que luchar sin descanso, con firmeza y decisión, tal como me lo inculcó el abuelo de mis hijos.

viernes, 6 de marzo de 2009

2008: año de la recesión

Hace 50 años

Lo tengo tan presente como si hubiera sido hoy. El año de 1959 lo recibí con Ana María y su familia en la casa de su abuelita. La tarde del primer jueves del año pasé a saludarla de nuevo y le conté que en La Voz de las Américas (para su tiempo una radiodifusora guatemalteca de mucho prestigio y audiencia) estaban transmitiendo noticias muy importantes.

Guatemala estaba gobernada por Ydígoras Fuentes. Luego de las votaciones en las que resultó electo, tomó posesión del cargo en marzo de 1958. Con esos comicios se decía --y, por cierto, no resultó así-- que se pondría fin a la ingobernabilidad que comenzó con la renuncia del presidente Arbenz Guzmán (27 de junio de 1954) y se agudizó con el asesinato de Castillo Armas (26 de julio de 1957), en Casa Presidencial, el militar a quien la Agencia Central de Inteligencia (CIA) nombró como cabecilla de la invasión mercenaria al país, y la Casa Blanca impuso como presidente de la República a partir del 1 de septiembre de 1954.

Pues bien. En La Voz de las Américas tenía a su cargo la narración de los juegos de la liga mayor del béisbol guatemalteco y de los resultados del béisbol profesional de Cuba, el doctor Julio César Escobar, más conocido como El Panzón Escobar. Aquélla tarde, estaba de turno. A eso de las 14 horas anunció que se conectaría con la CMQ, emisora cubana que desde La Habana estaba dando noticias de lo que allá acontecía. Las noticias eran escuetas.

El tirano Batista había huido a Santo Domingo y sus secuaces trataban de garantizar la sucesión con un gobernante provisorio. De pasada se informó del llamamiento a la Huelga General contra el continuismo y del avance de los alzados en la Sierra Maestra. Era inminente la victoria revolucionaria. Una de las tiranías más oprobiosas, sanguinarias, corruptas y entreguistas del Caribe y América Latina acababa de caer.

La Generación del Centenario fue la fuerza organizadora del asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo (26 de julio de 1953) y, ya constituido el Movimiento 26 de Julio, del desembarco del Granma (2 de diciembre de 1956), de la organización y dirección de los combatientes de la lucha clandestina, y del triunfo revolucionario (1 de enero de 1959).

Se dice fácil y hasta parecería un período corto. Fueron cinco años, cinco meses y cinco días de duros y decisivos combates, importantes y trascendentales batallas, ejemplares hazañas, infatigables y tesoneros esfuerzos, abnegación, entereza y, sobre todo, la decisión de vencer o morir en el empeño. Al calor de esa heroica lucha surgió, se amplió, consolidó y ganó autoridad y prestigio la fuerza político militar revolucionaria, el Ejército Rebelde, bajo la audaz, firme e indoblegable dirección nacional, con su Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz a la cabeza.

Esos cinco años, cinco meses y cinco días son la continuación histórica de la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878), la llamada Guerra Chiquita (1879), la de la Independencia de 1895, y la lucha contra los sucesivos gobernantes y regímenes tiránicos y despóticos que tuvo Cuba a partir de la instauración en 1902 de la República mediatizada.

A 50 años del triunfo revolucionario, son impresionantes los logros y realizaciones en lo económico, político, social, cultural y deportivo alcanzados por Cuba, máxime si se tienen en cuenta las dificultades y obstáculos a los que ha tenido que enfrentar e ir superando exitosamente. Es, además, ilustrativa y aleccionadora la experiencia y capacidad, inteligencia y decisión del partido, el gobierno y el pueblo cubano de continuar y avanzar en la edificación del socialismo, sin tregua ni descanso.

En esta ocasión, mi saludo al pueblo cubano pasa por reiterar mi adhesión a la campaña de solidaridad que une a las más amplias fuerzas y personalidades de todo el mundo que demandan del gobierno estadounidense el levantamiento del bloqueo comercial, económico y financiero impuesto desde hace cerca de cinco décadas. Así mismo, me uno a la lucha por la libertad y retorno a su patria de Gerardo, René, Antonio, Ramón y Fernando, los cinco prisioneros desde hace 10 años en cárceles del imperio por su lucha contra el terrorismo y las acciones criminales contra Cuba urdidas en Miami.

Cabe desearle al compañero Fidel que su salud mejore y se restablezca. Además, estoy seguro que el pueblo cubano, apoyándose en sus propias e inmensas fuerzas y con la solidaridad internacionalista de pueblos y gobiernos fraternos, avanzará aún más en la reparación y superación de las graves afectaciones y destrozos ocasionados por los dos devastadores huracanes que arrasaron la isla en el curso de este año. El año que mañana comienza, será decisivo.

Tan magna fecha es propicia, además, para agradecer la solidaridad humanitaria de Cuba con nuestro pueblo, solidaridad que ahora contribuye a superar los rezagos ancestrales en salud y a la erradicación del analfabetismo en nuestro país.

Sin ninguna duda, lo que escuché por radio la tarde del jueves 1 de enero de 1959, es el punto de partida y comienzo del cambio de época que constituye, hoy por hoy, el rasgo más característico y objetivo principal de la lucha revolucionaria en América Latina y el Caribe. ¡Cuba socialista, marca el paso!

miércoles, 4 de marzo de 2009

A media semana

Venezuela, ahora

No es un lugar común ni una frase convencional decir que Venezuela ya no es la que fue antes, durante y después del Caracazo del 27 de febrero de 1989, ni la de antes de diciembre de 1999. A partir del 15 de febrero pasado, la República Bolivariana de Venezuela ha dado un paso trascendental y sin precedentes en lo institucional.

Lo nuevo en Venezuela rompe la formalidad jurídica tradicional y cambia el fondo de la doctrina constitucional. Los cambios que se vienen dando fortalecen, consolidan y profundizan el proceso revolucionario hacia el socialismo. Cuatro son, en mi opinión, los elementos nuevos que surgen de los cambios refrendados como resultado de la amplia y masiva participación ciudadana y popular en el curso del referéndum del pasado 15 de febrero. Hay otros, por supuesto. Por ahora, vale la pena detenerse en los que, según se puede ver desde aquí, son los principales.

Uno. En lo interno, se produce un cambio sustancial en la correlación de fuerzas a favor del proceso revolucionario al socialismo. Dos. La oposición queda aislada y más dividida de lo que ya estaba; su desgaste es ahora más acentuado que el que empezó a experimentar a partir del referéndum de 2007, teniendo en cuenta que los resultados de entonces le fueron favorables.

Tres. Con el referéndum del 15 de febrero, se consolida y profundiza una nueva doctrina constitucional para el cambio revolucionario, el desarrollo, el progreso, la justicia social y el internacionalismo solidario. Y, cuatro. Internacionalmente, a su vez, se consolida y profundiza una correlación de fuerzas favorable al equilibrio geopolítico en nuestro Continente.

El proceso revolucionario venezolano, su desenvolvimiento y desarrollo, ha cubierto ya dos ciclos históricos. A raíz de los resultados favorables al referéndum constitucional, se inicia el tercero llamado a cubrir los 10 años venideros (2009 – 2019) y que comienza con el trazamiento de los lineamientos estratégicos cuyo objetivo consiste en revisar, rectificar, ejecutar y fortalecer en lo económico y social los logros alcanzados por la Revolución Bolivariana en sólo un decenio (1999 – 2009). Ayer, se informó oficialmente de importantes cambios a nivel ministerial.

Estratégicamente, a partir del 15 de febrero, el pueblo venezolano dispone institucionalmente de las normas y disposiciones que aseguran y garantizan el avance del socialismo luego de lo ya alcanzado hasta ahora. Los 10 años anteriores han sido de arduo trabajo, teniéndole que hacer frente a enemigos internos y externos fuertes que, inteligentemente y en ningún momento, fueron subestimados por la dirección revolucionaria bolivariana y sus aliados.

Para entender el verdadero alcance de la nueva doctrina constitucional que se está abriendo paso en al menos tres países de América del Sur, hay que empezar por ubicar el rol que inveterada y tradicionalmente se le asigna al derecho en función del desarrollo y los cambios en lo económico, político, social e institucional. En el caso de nuestro país, lo predominante es una doctrina y una práctica jurídica en interés del mantenimiento institucional del statu quo.

Sólo en un momento, la normativa constitucional y las leyes que se fundamentaron en ella estuvieron al servicio del cambio, las transformaciones revolucionarias, el desarrollo, el progreso con justicia social, la independencia, la defensa de la soberanía nacional y el derecho a nuestra autodeterminación. Me estoy refiriendo a los dos lustros de la Revolución de Octubre (1944 – 1954). Para que ello fuera posible, primero, hubo que tomar el poder y, segundo, a partir de allí legislar en esa dirección.

En lo referente a Venezuela, la normativa constitucional vigente le da todo el poder al pueblo para modificarla y en cuanto a lo de la reelección indefinida, estrictamente hablando, se trata de garantizar el derecho a la postulación sucesiva de los cargos de elección popular lo que no supone la reelección automática sino sólo la posibilidad de someter sucesivamente el cargo a elección mediante la que o bien se ratifica en el cargo al postulado o se revoca su mandato. Es, por supuesto, una nueva y revolucionaria concepción y práctica de lo que es y debe ser la alternabilidad real.

Lo fundamental y decisivo en materia constitucional es que en lo que va del presente siglo, en Venezuela se dispone de una Carta Magna Bolivariana en tanto Ley suprema y fundamento de los cambios revolucionarios, a diferencia de lo que pasa en un país como el nuestro en que la Ley suprema y las que de ella se derivan, son el principal valladar a las transformaciones de fondo que Guatemala necesita.

Puede decirse, en conclusión, que lo que estaba en juego en Venezuela el pasado 15 de febrero, no sólo era la continuidad y profundización de la Revolución Bolivariana sino, en buena medida, el futuro de América Latina y el Caribe, como lo dijo el Presidente Chávez desde el Balcón del Pueblo del Palacio gubernamental de Miraflores, ante los muchos miles de sus correligionarios allí congregados, el día de la victoria.

lunes, 2 de marzo de 2009

2008, año de la recesión. Tendencia objetiva de la debacle y el caos global

A manera de presentación
e introducción

A finales de diciembre me puse a recopilar las columnas publicadas en el Diario La Hora en el curso del año pasado, y decidí reproducirlas en un tiraje limitado y en fotocopias. En mayo estaré arribando a siete años de colaborar en este vespertino con una columna semanal que se publica los miércoles bajo la rúbrica de A media semana. La recopilación la he hecho bajo el título 2008, año de la recesión. Tendencia objetiva de la debacle y el caos global.

En política, al interpretar y explicar los hechos y su contexto, ahondar en sus causas y efectos, desenvolvimiento y posible solución, hay que ser objetivos y realistas, si es que en realidad se tiene la decisión, la voluntad y el propósito de luchar por transformar la realidad revolucionariamente y de organizarse para lograrlo.

La publicación impresa es modesta. Su diseño y presentación no ha requerido de mayor trabajo y puedo asegurar que, estrictamente hablando, es artesanal y rústica. Al mismo tiempo, a partir de ahora, esta recopilación se empezará a subir, los lunes y los viernes, a mi blog. Será una de las columnas cada día y podrá identificarse por el título indicado.

Ambas recopilaciones (que en realidad son una misma, pero en diferentes formatos) están hechas de acuerdo a la fecha en que fue publicada cada columna. Están incluidas (en la versión impresa, y lo estarán, poco a poco, en el blog) las 50 que escribí y fueron publicadas.

En las columnas se desarrolla y define mi posición sobre las cuestiones más importantes de la situación nacional e internacional, sus rasgos y características en el momento actual. Un buen espacio lo dedico al examen de la problemática por la que atraviesa la izquierda guatemalteca, su dispersión y atomización. Se plantea, además, un conjunto de ideas e iniciativas para tratar de salir de esa situación. Algunas de las columnas publicadas el año pasado se refieren a vivencias y relatos personales sin los cuales no es posible completar el entorno del quehacer de un marxista leninista revolucionario.

Uno de los propósitos que tengo es que lo escrito y publicado no quede disperso. Una publicación como ésta, me permite, además, tener en cuenta lo ya escrito a fin de mejorarlo en cuanto a contenido y forma y, conforme profundice y ahonde en el estudio y dominio de los temas, avanzar en lo elaborativo y conceptual. Me permite, también, no incurrir en repeticiones salvo sobre aquellas cuestiones cuyos elementos nuevos de que se disponga permitan enriquecer lo ya escrito y superar las limitaciones que se pudieron haber tenido al momento de elaborarlas. Pero, entonces, dejan de ser repeticiones.

Lo primero que uno debe asumir al ponerse a escribir y decidirse a publicar, es ser sincero consigo mismo así como honesto y, además, consecuente con lo que se piensa y con lo que se hace. Se trata de que lo que se escriba y se publique esté en correspondencia con la ideología que se sustenta y la praxis, la teoría y el quehacer. Es la única manera, desde mi punto de vista, como considero que se respeta al lector y al medio en que se colabora.

En mi caso, dar a conocer mi posición política e ideológica corresponde a una decisión y compromiso adquirido en plena juventud y que, con el paso del tiempo y a estas alturas de la vida, se ha ido afianzando, consolidando, desarrollando y avanzando. El entorno revolucionario de entonces en nuestro país (20 de octubre de 1944 – 27 de junio de 1954) era de lo más propicio para asumirlo y aquellos cambios revolucionarios y de fondo que se estaban impulsando y concretando, sólo fueron violentamente interrumpidos y están pendientes de continuarse en el marco de la situación y condiciones de esta época y de acuerdo a los rasgos y características del momento actual, en lo nacional e internacional. Discrepo con quienes piensan que se está ante ideales y sueños rotos o esperanzas truncadas.

Dice Martí en La edad de oro que los primeros veinte años de la vida son los de más poder en la formación del carácter del hombre y que mientras el cuerpo decae con la edad, la mente cambia sin cesar, y se enriquece y perfecciona con los años. (Transcrito no textualmente por Randy Saborit Mora en CubAhora, 2 de enero de 2008).

La gran tarea de la izquierda revolucionaria guatemalteca está en unirse alrededor de las tareas y objetivos de la revolución democrática, popular y social, multiétnica, pluricultural y multilingüe, y que viene a ser la vía viable y necesaria para asegurar y garantizar la unidad de la nación y su territorio, el fortalecimiento del poder del Estado, el desarrollo pleno del país y el respeto a nuestra independencia y soberanía y a nuestra autodeterminación. Cuando me refiero a la izquierda revolucionaria guatemalteca, estoy hablando de la izquierda que para el país y el mundo de hoy, es posible y necesaria.

Lo que en estos siete años más recientes llevo escrito y publicado tiene ese propósito. Habrá que persistir en el empeño sin dejar de tener en cuenta cuán corto o largo sea el trecho que falte por recorrer. Estos siete años vienen a ser la continuación, por otros medios, de la lucha librada desde el momento mismo que mediante la violencia organizada se interrumpió el proceso revolucionario iniciado en octubre de 1944 y no se detiene ni interrumpe a partir de la firma de la paz. Al contrario, es más necesario proseguirla y profundizarla.

Las condiciones objetivas para los cambios revolucionarios están dadas. Las condiciones subjetivas, no. En nuestro caso, las condiciones objetivas maduran aceleradamente; la movilización social y popular, por el contrario, es esporádica, gremialista y dispersa, la organización no se configura ni toma cuerpo, la unidad es el eslabón más débil de la lucha revolucionaria, social y popular.

Eliades Acosta Matos, en un comentario al Manual del progresista de George Lakoff, hace referencia a lo que el profesor universitario estadounidense sostiene en cuanto al pensamiento y la organización. Dice Lakkof que “el pensamiento es la primera forma de activismo. En el fondo –agrega– los movimientos son valores e ideas. La organización es crucial, pero tiene que realizarse en torno a algo…”. (Rebelión, 15 de enero de 2009).

Como lo he dicho en distintas oportunidades y lugares, hay mucho qué hacer y de lo que se trata es de acertar en definir en qué dirección continuar. El movimiento revolucionario en armas en nuestro país y la lucha clandestina, a partir de los años 80 del siglo pasado, puso de manifiesto y enseña que es al calor de la lucha revolucionaria que se crean las condiciones para arribar a puntos de coincidencia mínimos y fundamentales y avanzar, ampliar y fortalecer la unidad y que la movilización popular y social avance, se amplíe y fortalezca y la organización juegue el papel que le corresponde.

Son muchas las personas con las que he podido encontrarme e intercambiar opiniones y puntos de vista sobre la situación nacional y su entorno internacional. Agradezco y reconozco la confianza que han tenido de poderlo hacer. Ello me ha servido para ampliar y enriquecer mi trabajo elaborativo. En los grupos de amigos y compañeros con quienes frecuentemente nos reunimos y conversamos, se facilita y hace posible la más amplia y provechosa discusión y tratamiento de importantes cuestiones de la teoría y práctica revolucionaria. Las opiniones y criterios que allí se exponen enriquecen los míos y me ayudan a avanzar en el esfuerzo por mejorar, desarrollar y profundizar en los asuntos motivo de tratamiento.

Sin tener en cuenta lo que leo y la información y opiniones que consulto y recibo, así como los medios alternativos de información y opinión a los que diariamente accedo, no me atrevería a escribir y mantener una columna semanal. Las opiniones de quienes me leen y lo comentan favorablemente, las tengo siempre en cuenta y, muy en especial, las que discrepan con mis puntos de vista. Unas y otras me sirven de mucho para avanzar en este comprometido esfuerzo por contribuir a acercar cada vez más la etapa de cambios de fondo que Guatemala necesita.

Agradezco en forma especial al licenciado Oscar Clemente Marroquín por la oportunidad que me da de publicar lo que escribo. Ello pone de manifiesto el espíritu de amplitud que priva en La Hora y de la que es Presidente de su Consejo de Administración y Director. Sólo después que recibo las observaciones, opinión y correcciones a los borradores que hace mi hijo Espartaco, hago envió la columna semanal a Virginia, para que se publique. En la edición impresa y en la página web de La Hora, la columna se ilustra con un retrato a lápiz cuya autoría corresponde a Ana María, mi compañera de toda la vida. Es como ella me veía y estaba hace dos años: es la muestra de su respaldo y estímulo a lo que me dedico. Se lo agradezco, entrañablemente.

Lo elaborado y publicado durante el pasado año, es resultado de un esfuerzo continuado de ya casi siete años que requiere de dedicación y estudio y que compromete. De ello estoy plenamente consciente. No quiero terminar sin dejar constancia de mi admiración y afecto al mil veces entrañable amigo y compañero Carlos Morales por su entereza, valentía y fortaleza con que le hace frente a la enfermedad que padece y que ante mis ojos lo hace cada vez más grande y ejemplar. El apoyo, dedicación y amor de Thelmita, su esposa, es también grande y ejemplar.


Guatemala, 14 de febrero de 2009