viernes, 28 de febrero de 2014

A media semana




Antes y después de la Cumbre de La Habana 



La celebración en La Habana de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el 28 y 29 de enero, marca un antes y un después para los pueblos y gobernantes de América Latina y el Caribe, para los gobernantes y pueblos de Estados Unidos y Canadá y, a su vez, para la tan maltrecha, obsoleta y desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA).

De acuerdo a una de las fuentes consultadas, a la Cumbre de La Habana asistieron 33 Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe. Fue presidida por el Presidente de Cuba, General de Ejército, Raúl Castro Ruz. A la Cumbre, la antecedieron la VIII Reunión de Coordinadores Nacionales (25 y 26 de enero) y la de Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros, celebrada el 26 y 27 de enero.

Una representación del Movimiento Independentista de Puerto Rico, asistió como invitada. Estuvieron presentes, además, el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), señor Ban Ki-Moon; el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza; y, la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), señora Alicia Bárcena. (CubRed, 26 de febrero de 2014).

Conforme al Programa aprobado, los temas objeto de tratamiento fueron los siguientes: "el apoyo a la lucha de Argentina por la devolución de las Islas Malvinas; la lucha contra el dominio de las transnacionales; la explotación de los recursos naturales; el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos contra Cuba, y las políticas culturales y el terrorismo.

Se abogó, además, "por la independencia de Puerto Rico y su inclusión a la Comunidad como país perteneciente a la región y la devolución a Cuba por parte de Estados Unidos del territorio que ocupa en la zona oriental de la Isla". (Fuente citada).

Los 33 Jefes de Estado y de Gobierno, aprobaron y suscribieron "La declaración de la región como zona de paz y libre de armas nucleares"  y la "Declaración de La Habana". Los textos completos de estos importantísimos y trascendentales documentos, fueron publicados en la edición de Granma del 29 de enero.

La CELAC reúne a 33 países y naciones de América Latina y el Caribe. Cabe destacar que "América Latina y el Caribe es la región con la mayor cantidad de materias primas estratégicas del mundo. Es el espacio más diverso del planeta, con 40 por ciento de las especies animales y vegetales. Posee el área mayor de bosques que protegen la biodiversidad del mundo y cerca del 50 por ciento de los bosques primarios del mundo. En la región se concentra un tercio del agua dulce del planeta y cuenta con cuatro ríos de lo más caudalosos.

"Tiene, además, un gran potencial energético, por sus recursos petroleros, gasíferos y capacidades en áreas hidroeléctricas. Abarca una superficie de 21 mil, 437 kilómetros cuadrados; su población asciende a 596 millones, 937 mil habitantes; dispone de costas en el Atlántico y en el Pacífico; abarca los dos hemisferios (el Norte y el Sur); está ubicada frente al continente africano, y conecta con Europa por el océano Atlántico y con Asia por el Pacífico" (CubRed, fecha citada).

Es este inmenso y valioso potencial lo que en el pasado, actualmente y en perspectiva, define y configura la importancia geoestratégica, económica y social de la región. Lo político e institucional, por su parte, marca, nítidamente, el antes y  después de la II Cumbre de La Habana. A ello me referiré la semana entrante.

jueves, 13 de febrero de 2014

A media semana



La paz y cooperación
entre los pueblos y países

Entre quienes tienen a bien leer y me comentan lo que aquí publico, ha habido quienes --con sobrada razón-- me han preguntado que por qué es que he estado insistiendo tanto acerca de los peligros y amenazas que tienen a la humanidad al borde de una tercera conflagración mundial. 

Mi respuesta ha sido que no se trata de exagerar lo que está aconteciendo en lo internacional y, además, que hay que tomar conciencia de lo que en realidad significan esos peligros y amenazas; es decir, hay que situarlos en su justa dimensión y alcances.

En efecto, los nubarrones que ponen en peligro la paz y la seguridad entre nuestros pueblos y países, no son lo que predominantemente caracteriza el momento actual en lo internacional. Ello --quizá-- lo debí puntualizar desde el principio y haber dicho que es sólo una de las dos cuestiones a considerar. 

Inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética y la desaparición del sistema socialista mundial, el mundo devino en un mundo unipolar hegemonizado por la potencia imperial más grande de la historia. Hubo quien --sin meditarlo suficientemente--, "profetizó" el fin de la historia y de las ideologías

Sin embargo, de 1991 en adelante, la situación internacional ha ido cambiando rápida y aceleradamente. El mundo ha dejado de ser el mundo unipolar hegemonizado por el imperialismo estadounidense. Al contrario, se está ante un mundo multipolar en cambio y desarrollo: la historia así lo registra, interpreta y explica. 

Las ideologías, por su parte, enriquecen y fundamentan el qué hacer revolucionario, progresista, social y popular, lo orientan y guían y son, a la vez, síntesis y concreción de la lucha por las transformaciones y cambios estructurales de fondo, económicos, sociales, políticos, institucionales y culturales, por la equidad y el progreso, la no discriminación y el racismo. la independencia, la soberanía y autodeterminación de los pueblos.

Ahora bien, si algo hay que tratar de evitar es esa tendencia a generalizar y absolutizar o equivocadamente hacerse a la idea de que todo marcha sobre ruedas. No. Hay dificultades que no permiten que los cambios por los que se lucha actualmente se desarrollen, amplíen, afiancen y tengan éxito. 

El imperialismo estadounidense dispone de los medios y recursos técnicos, militares, económicos y políticos para interceptar e impedir que las luchas de los pueblos a favor del progreso y su desarrollo avancen y se profundicen, así como para tratar de seguir manteniendo su hegemonía y poder de dominación. Lo que lo hace más peligroso, es la crisis que lo atosiga y desespera y que para resolverla no tiene otro recurso más que el empleo de la fuerza.

Algo de esto es lo que se puede observar que ha estado ocurriendo con la Primavera árabe y el movimiento de los Indignados en Europa y en Estados Unidos. Su guerra de agresión en Irak, en Afganistán y en Siria, sus amenazas y provocaciones a Irán e intervención en Ucrania, son, en este momento, unos de los focos de mayor tensión y tirantez. 

En todo caso, lo positivo es que una segunda oleada de descontento e indignación de los pueblos y países en varias partes del mundo, parece que empieza a caracterizar el momento actual y que la lucha por la paz y la cooperación fraterna y solidaria entre los pueblos y países pasa a ser la alternativa viable, real y posible a la no resuelta crisis imperial, su desbocada carrera armamentista, guerras de agresión y ocupación e intervencionismo en los asuntos internos de otros países.