miércoles, 24 de junio de 2009

A media semana

55 años después


En mi columna de la semana pasada no se publicó la última línea del párrafo cinco. Con ello, se alteró el sentido del texto original en el que hago referencia al Comité de Estudiantes Universitarios Centroamericanos (CEUCA), que es como recuerdo que se conocía en las postrimerías de la Revolución de 1944 al ala estudiantil universitaria del Partido Unificación Anticomunista (PUA).

La oposición al gobierno llegó a tener el control de algunas de las asociaciones estudiantiles universitarias. En la de Derecho, el CEUCA tenía a su cargo labores de preparación de las condiciones para la invasión mercenaria. Levantó listas en que se consignaban los nombres de "los comunistas más peligrosos".En aquellos días los servicios de inteligencia del gobierno interceptaron un correo a Honduras y que, entre otras cosas, llevaba una lista de "los comunistas más conocidos" de la Facultad. Entre ellos, estaba yo. La lista incluía a estudiantes que nada tenían que ver con el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), pero eran respetados, destacados y prestigiosos por su adhesión e identificación con la Revolución. De inmediato, se supo quien la había elaborado. Como estudiante, en nada destacaba, aunque sí se recibió de abogado.

Ya referí que a los militantes del Frente Universitario Democrático (FUD) y de la Alianza de la Juventud Democrática (AJD) se nos organizó para que formáramos parte de las Brigadas de Defensa de la Revolución. De la misma manera se organizaron los contingentes de obreros y sindicalistas afiliados a la Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG) y de los campesinos organizados en la Confederación Nacional Campesina (CNC).

No están en lo cierto quienes, a fuerza de repetirlo, acabaron creyendo que el Llamamiento a la Defensa de la Revolución no tuvo eco entre obreros, campesinos, jóvenes, estudiantes y mujeres guatemaltecas. Me consta que los destacamentos del FUD y de Alianza formábamos parte del primer contingente que debía irse, junto a los destacamentos obreros y campesinos, al frente de Chiquimula el miércoles antes de la renuncia del presidente Arbenz.

Ya dije también que se nos dio "adiestramiento militar" en la base de La Aurora. Durante los días que se nos impartió me fue posible percibir, al menos, que algo no andaba bien. Aquel "adiestramiento" se limitó a un arme y desarme teórico que no nos permitía familiarizarnos con el armamento a utilizar y, junto a ello, una práctica de desplazamiento en el terreno que a lo más que llegaba era a una repetitiva y constante orden de rodilla y pecho a tierra, arrastrarse entre matorrales y alambradas, y cuando sonaba la alarma de "ataque enemigo" tirarnos a las laderas del barranco con riesgo de caer en el río de aguas negras que corría al fondo. En ningún momento se nos dio práctica de tiro.

De lo que en aquel momento me di cuenta, fue que ya estaba en marcha la conspiración contra el presidente Arbenz. Dos factores influían en el comportamiento y actitud hacia nosotros por parte de quienes tuvieron a su cargo aquel sui géneris entrenamiento. Por un lado, la cúpula castrense anticomunista le temía armar y adiestrar al pueblo y, por el otro, por la manera como decían "instruirnos" lo que en realidad se proponían era desmoralizarnos y meternos desconfianza en nuestra capacidad y decisión de defender la revolución y derrotar a los mercenarios.

En aquellas circunstancias, la noche misma de la renuncia del presidente Arbenz, en mi comité de base a cada militante se nos asignó las tareas a cumplir a partir del 27 de junio de 1954. A mí me correspondió quedarme en el país, pasar a la clandestinidad, e iniciar el trabajo de reconstrucción de la organización partidaria al lado de un compañero sastre y un compañero impresor. Más adelante, se consideró la posibilidad de inscribirme de nuevo en la Facultad de Derecho como en efecto lo hice en 1956. Ya habrá tiempo para referir y describir, además, el cuadro real en el campo de batalla en el oriente del país y lo determinante y decisivo que fue la traición de la cúpula militar contrarrevolucionaria y anticomunista en la decisión del presidente Arbenz de renunciar.

Después de 55 años es cuando más pesan las imprevisiones de entonces y lo que de ellas se haya asimilado y aprendido no ha sido suficiente para incurrir en otras que no han permitido avanzar en la lucha por la profundización de los cambios iniciados con aquella gloriosa gesta cívico militar revolucionaria de 1944.

Entre tanto y amenazadoramente el neoemelenismo retoma posiciones.



Diario LA HORA
Guatemala, 24 de junio de 2009
RRR / cgs

miércoles, 17 de junio de 2009

A media semana

Hoy hace 55 años


En la madrugada del 17 de junio de 1954, una "columna" de no más de 64 hombres del llamado Ejército de Liberación, "comandado" desde Honduras por Carlos Castillo Armas, ingresó al territorio nacional al mando de Guillermo Flores Avendaño.

Comenzaban así las "acciones militares" contra el gobierno del presidente Jacobo Arbenz Guzmán, y que culminaron con su renuncia el 27 de junio y la instalación del efímero gobierno de Carlos Enrique Díaz quien, al día siguiente y por órdenes del embajador estadounidense en Guatemala, John D. Peurifoy, se vio conminado a integrarse a la Junta Militar al lado de José Ángel Sánchez y Élfego H. Monzón.

A continuación, voy a referir lo que me consta y recuerdo de los meses que precedieron a la invasión mercenaria y durante los diez días de "acciones militares" en el oriente del país.En enero de 1954 ingresé a la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac). Pasé a formar parte del Frente Universitario Democrático (FUD) y continué siendo integrante de la Alianza de la Juventud Democrática Guatemalteca (AJDG).

La Facultad de Derecho era uno de los reductos del Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas (CEUCA) y de la conspiración contrarrevolucionaria.

En una reunión a la que asistimos varios cuadros y activistas estudiantiles de la facultad y que se realizó a altas horas de la noche en la sede del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT (entonces en la legalidad), se nos informó al respecto y sobre la situación nacional e internacional. A lo nacional se refirió el Secretario General del CC del Partido, compañero Bernardo Alvarado Monzón. La situación internacional la abordó Severo Aguirre del Cristo, quien en aquel momento estaba en el país. Era dirigente del Partido Socialista Popular (PSP) de Cuba.

Entre las conclusiones a que se arribó recuerdo, entre otras, fortalecer y ampliar las medidas de organización, movilización y defensa de la Revolución; reforzar la seguridad, disciplina y vigilancia revolucionaria; denunciar por todos los medios la intervención estadounidense, y dar a conocer las acciones de solidaridad con la Revolución Guatemalteca en distintos países y partes del mundo.Se nos habló de los resultados de la X Conferencia Interamericana de la OEA durante la que se avaló y autorizó multilateralmente la intervención estadounidense al país, y cuya resolución contó con el apoyo de la mayoría de gobiernos de entonces, la abstención del de Argentina y el de México, y el voto en contra de la delegación guatemalteca. En la reunión se acordó dar a conocer el histórico discurso de Caracas pronunciado por el Canciller Guillermo Toriello, y explicarlo en centros de trabajo y estudio y en los barrios.

En aquellos días, los integrantes del FUD participamos en las brigadas juveniles y estudiantiles de Defensa de la Revolución. Se nos dio "instrucción militar" en la Base Militar de La Aurora, y durante las noches teníamos asignados turnos de vigilancia. A ello y al "entrenamiento militar", el cuadro real en el campo de batalla, la conspiración castrense, y a lo que en mi comité de base se decidió que me correspondería hacer a partir de la renuncia de Arbenz, me referiré más adelante.

Por hoy y para terminar, es oportuno traer a cuenta la caracterización de la naturaleza de la Revolución Guatemalteca hecha por el presidente Arbenz. En entrevista concedida a su llegada a México como exilado político al entonces periodista de la Revista Bohemia, Raúl Roa, le dijo que se trató de una revolución antifeudal, democrática y antiimperialista que, en lo nacional, se propuso "abolir la servidumbre mediante una reforma capitalista del régimen agrario de propiedad, elevar las condiciones generales de vida, crear un amplio mercado interno con vistas al desarrollo industrial, rescatar el suelo, el subsuelo y los servicios públicos, democratizar efectivamente la estructura del Estado, codificar las relaciones entre el capital y el trabajo, velar por la salud pública, extirpar el analfabetismo, difundir la cultura y transformar la mentalidad popular en consonancia con las necesidades, intereses y responsabilidades de la Nueva Guatemala".

En lo internacional resumió su propósito diciéndole a quien años después sería Canciller de la Revolución Cubana, el Canciller de la Dignidad, que "fue mantener incólume la soberanía nacional y respetar los derechos de los demás pueblos a fin de ser respetados por ellos".



Diario La Hora, Guatemala,
17 de junio de 2009,

jueves, 11 de junio de 2009

A media semana

El trasfondo real de la crisis
Como ya lo he dicho en oportunidades anteriores, la crisis por la que atraviesa el país es la prolongación y agudización de la que se desencadena a raíz de la intervención norteamericana a Guatemala en junio de 1954, y cuya característica principal es que tiende a generalizarse, agravarse y ahondarse conforme ha ido pasando el tiempo.

Es, además, una crisis que no tiene visos de resolverse: permanece latente y se generaliza, prolonga y agudiza a causa de factores y componentes, en su conjunto, no tenidos en cuenta. Se hace referencia a ellos, separándolos y aislándolos. En lo inmediato podría tornarse en más explosiva de lo que estaba a partir del aciago martes 24 de marzo y luego del escándalo del vídeo dado a conocer el 11 de mayo.

Si en el pasado resultaba insostenible el "argumento" de que el conflicto armado interno era a causa del enfrentamiento entre las dos superpotencias de entonces y, más concretamente, de la Guerra Fría, esgrimirlo ahora resulta fuera de tiempo. Los hechos se encargaron de poner las cosas en su lugar. Lo que está sucediendo actualmente es totalmente diferente a lo acontecido en aquél momento.

El enfrentamiento armado en nuestro país tuvo su origen y se dio como consecuencia de las contradicciones antagónicas existentes entre las fuerzas y sectores que violentamente institucionalizaron y se erigieron en sostén y salvaguarda del sistema y las estructuras de poder, por un lado y, por el otro, las fuerzas revolucionarias en armas y en la lucha clandestina que empeñaron todo su esfuerzo y decisión por cambiar a fondo y radicalmente las estructuras de dominación y explotación, ahora todavía existentes y aún más agravadas.

Durante el mal llamado “Tercer Gobierno de la Revolución” (es mejor caracterizarlo como el Segundo de la Liberación”), encabezado por el licenciado Julio César Méndez Montenegro (1 de julio de 1966 - 1 de julio de 1970), tendenciosamente se quiso hacer creer que las acciones armadas de la insurgencia revolucionaria y la represión, el terror y los crímenes del Ejército contra la población y las fuerzas alzadas en armas, eran resultado del enfrentamiento entre "terroristas extremistas de izquierda" y grupos clandestinos de la extrema derecha liberacionista.

Aquellos grupos anticomunistas clandestinos de terror y represión contrainsurgente al servicio del Ejército, así como las Patrullas de Autodefensa Civil, PAC, son el antecedente inmediato y equivalen a los cuerpos ilegales y aparatos clandestinos que impunemente operan hoy en día en el país.

En el momento actual, la crisis se agrava aún más a causa de contradicciones no resueltas que se derivan de los acentuados índices de atraso y pobreza, desempleo y hambre, desnutrición y mortalidad materno infantil, inseguridad ciudadana, violencia común y crimen organizado, maras y narcotráfico, tráfico de influencias y de personas, contrabando y corrupción, impunidad y limpieza social, nepotismo y enriquecimiento ilícito, concentración de la riqueza y discriminación, racismo y exclusión y, en general, por la descomposición de la sociedad, las instituciones, los organismos y poderes del Estado, así como la abismal desigualdad económica y social y la recesión económica mundial. Lógicamente, las pugnas y disputas "en las alturas" podrían agudizarla aún más.

Se trata de pugnas y disputas por el reparto, distribución y asignación de las contrataciones y negocios a cargo del Estado. Sus protagonistas son los financistas y allegados al partido en el gobierno de turno y quienes han sido desplazados o se trata de hacerlos a un lado. Es la sorda lucha de intereses encontrados que enfrenta a quienes se aferran a privilegios "adquiridos" y los que tratan de ocupar su lugar en pago a los favores y servicios prestados durante la campaña al candidato que estuvo en "mejores" posibilidades de gobernar.

Es la repetida historia que se da antes, durante y después de cada período gubernamental y que, en parte, explica la aberrante alternabilidad gubernamental instituida en 1986. Pone al descubierto, además, las pugnas y disputas entre quienes se encaraman al barco de la corrupción gubernamental y los desplazados, cuyos intereses se ven seriamente afectados.

Esto es, en pocas palabras, lo que en realidad está en el trasfondo del agravamiento de la crisis durante los 17 meses del gobierno actual. La relativa calma del momento no presagia nada bueno para el país. Algo podría estarse moviendo debajo de la mesa. El tiempo lo dirá.

jueves, 4 de junio de 2009

A media semana

La crisis, los oligarcas y la Embajada


Una crisis como la que está atravesando el país es resultado de su propia acumulación y prolongación en el tiempo. Arranca el 27 de junio de 1954 y, de entonces para acá, ha pasado por momentos de mayor agravamiento y agudización, y momentos en que pareciera que el agua hubiera vuelto a su cauce y sin que nada haya sido resuelto. Es así como hay que ver lo acontecido a partir del pasado 11 de mayo.

En mi columna anterior caractericé la crisis como una crisis general y prolongada y, como tal, afecta a la sociedad en su conjunto, al poder público, instituciones, autoridades, funcionarios y entidades, la gobernabilidad y seguridad ciudadana, la economía, las finanzas y el presupuesto de ingresos y gastos de la Nación.

Resulta cuesta arriba encontrar una institución, sector, clase social, capa o segmento de la sociedad que esté exento, en unos casos, de las contradicciones que de ello se derivan y, en otros, de reacomodos y reajustes obligados. Se trata, además, de una crisis estructural por agotamiento del sistema. De ahí que ni siquiera se pueda hablar de que sea con paliativos como se va a empezar a superar y, menos, resolverla.

En el pasado se decía que los "radicales" de izquierda eran de la opinión que entre más difícil estuviera la situación más fácil seria que la lucha revolucionaria "avanzara y se alcanzaran" los objetivos propuestos. Los hechos y la experiencia se encargaron de poner en evidencia semejante falacia práctica y conceptual.

Los oligarcas y el imperio, por el contrario, así como sus incondicionales seguidores de la derecha conservadora, en ningún momento han dejado de ser de la opinión que entre peor sea la situación para la población más favorece a sus intereses y si, obligados por las circunstancias, hablan de algún "cambio" es para que todo siga igual. Son gatopardistas por conveniencia.

Nuestra historia reciente pareciera un recuento calcado al carbón. Cada junta militar o gobierno impuesto o fraudulentamente electo, resultado de un golpe militar o de votaciones como las de los últimos 24 años, han sido y son fieles salvaguarda del sistema y sus instituciones, y de los intereses de la cúpula oligárquica y el imperio.

En otras palabras, la Embajada y los oligarcas locales son los más interesados que el sistema se mantenga como está y, si es el caso, adecuarlo a las circunstancias para así salvaguardar aún más sus intereses y garantizar la seguridad interna de Estados Unidos. En un momento como el actual no les conviene, entonces, que la derecha se salte las trancas y más allá del juego permitido pongan en riesgo la "institucionalidad", exacerben las pequeñas o grandes disputas entre los "emergentes" y avorazados "nuevos ricos" y los tradicionalmente beneficiados con los negocios del Estado, los privilegios adquiridos a la sombra del manejo y administración de la cosa pública, el tráfico de influencias, la corrupción y la impunidad, el nepotismo, el crimen organizado y el narcotráfico.

En consecuencia, no es difícil concluir que por ahora no está en el orden del día de los halcones del Pentágono y del departamento de Estado la ruptura del "orden constitucional" en Guatemala o que al gobernante sea sustituido por su vicepresidente. De ocurrir, podría estropearles sus planes en marcha de hostigamiento, provocaciones, amenazas y agresiones contra el pueblo y la Revolución Bolivariana en Venezuela, contra el pueblo y la Revolución Plurinacional y Multilingüe en Bolivia, y contra el pueblo y la Revolución Ciudadana en Ecuador. Contra la Revolución Cubana, sus dirigentes y el pueblo de Cuba lo vienen haciendo desde el 1 de enero de 1959. En ese marco -y si les fuera posible- intentarían consumar el derrocamiento del presidente Chávez, del presidente Morales y del presidente Correa. Ya han sido descubiertos dos intentos de atentados contra la vida del mandatario boliviano y del mandatario venezolano.

En medio de la inquietante calma que sigue a la convulsa y tirante situación provocada por la derecha conservadora en el país y la tensión y riesgos que se perciben al Sur del Continente, es para mí motivo de satisfacción consignar que con Ana María hayamos arribado ayer a los 46 años de haber unido nuestras vidas para siempre. Visto desde lo que éramos entonces y lo que seguimos siendo ahora, es mucho lo que ello significa para ambos.

Diario La Hora
Guatemala, 3 de junio de 2009
RRR / cgs