miércoles, 18 de marzo de 2009

A media semana

¿Desconocimiento o ignorancia?

El martes pasado, en su columna semanal, el coronel retirado Mario Mérida cuestionó e insistió --una vez más-- en tratar de invalidar el Informe en 12 tomos Guatemala, Memoria del Silencio y las Conclusiones y recomendaciones del Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, dadas a conocer y publicadas hace 10 años. Esta voluminosa documentación es resultado del trabajo de quienes integraron la Comisión cuya creación se convino durante el proceso de negociaciones para la búsqueda de la paz por medios políticos entre tres sucesivos gobiernos y la URNG.

Los que cuestionan y tratan de invalidar lo que la CEH registró y verificó que sucedió durante el enfrentamiento armado interno, son quienes se resisten a ponerse de frente a nuestro pasado más reciente y son reacios a que a partir de ahí se sienten las bases institucionales de un nuevo y mejor país, una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe, y un Estado a cargo de la rectoría y conducción del desarrollo y el progreso, con justicia social, de nuestro pueblo.

La opinión del coronel Mérida gira alrededor de que “esa verdad oficial” es resultado del trabajo de “militantes o partidarios de izquierda”, que “uno de los comisionados de la CEH fue el licenciado Edgar Alfredo Balsells Tojo (+) perseguido y encarcelado por su ideología comunista” y quien en un documento de 1956 de la Dirección General de Seguridad (La verdad sobre los sucesos de junio de 1956. Organización del Comité Central del Partido Comunista), “aparece como integrante del Partido Comunista Guatemalteco, PGT” (sic). (elPeriódico, 10 de marzo de 2009).

En cuanto al documento que se menciona, podría ser el informe de la policía judicial y la inteligencia militar sobre las manifestaciones estudiantiles y populares contra las arbitrariedades del gobierno liberacionista de Castillo Armas (1954 – 1957) que fueron violentamente reprimidas con el saldo de muchos heridos y cinco dirigentes estudiantiles universitarios y un joven sindicalista asesinados y en cuya memoria está una placa conmemorativa en la once calle y sexta avenida de la zona 1, que fue en donde ocurrió aquella masacre a eso de las 19 horas del 26 de junio de 1956. Allí estuve: era uno más de los miles de manifestantes.

En esa época y durante mucho tiempo, sindicar a alguien de comunista significaba condenarlo a ser perseguido, encarcelado, torturado, asesinado o desaparecido. Se sindicaba de comunistas a dirigentes estudiantiles, juveniles, sindicales, campesinos y a personalidades democráticas, revolucionarias y progresistas. Para los cuerpos de seguridad y represión del gobierno era comunista quien se opusiera al anticomunismo gobernante.

El anticomunismo es la manifestación más extrema de intolerancia. En el caso de Guatemala, ha sido base y fundamento del terrorismo de Estado y de los aparatos paramilitares paralelos como los Escuadrones de la Muerte, el Ojo por Ojo, el CADEG, la Nueva Organización Anticomunista, NOA, el Jaguar Justiciero, el Ejército Secreto Anticomunista, ESA, y las Patrullas de Autodefensa Civil, PAC, que por encargo de mandos militares tuvieron a su cargo tareas de exterminio y liquidación, secuestro y desaparición, torturas y vejaciones, represalias y asesinato de más de 250 mil guatemaltecos durante los 36 años que duró el enfrentamiento armado (1960 – 1996).

Hay sindicaciones que se hacen por ignorancia, pero en algunos casos se sindica a alguien por desconocimiento. Además, hay las que se hacen de mala fe. El que así procede no merece el más mínimo respeto, como no lo merece tampoco quien lo hace por rencor o intolerancia.

La intolerancia ideológica y política en un Estado represivo y terrorista se da abiertamente y supone el exterminio del enemigo real o supuesto. Es el proceder aberrante de quienes no aceptan la más mínima forma de oposición al sistema, a sus ideas (si es que las tienen), y a sus arbitrariedades y autoritarismo.

Quien sindica a alguien de comunista (sin serlo), asumo que lo hace por desconocimiento. En honor a la verdad, no todos a los que se les ubica o se dicen de izquierda y de extrema izquierda o se les sindica de izquierdistas o izquierdizantes, son comunistas. No lo son tampoco muchas de las personalidades revolucionarias, democráticas y progresistas.

La semana entrante, voy a tratar de explicar esta complicada cuestión con base en lo que conozco de la práctica partidaria militante.

Lo que sí puedo anticipar, categóricamente y sin ninguna duda, es que Edgar Alfredo Balsells Tojo no fue comunista, como tampoco lo fue Manuel Colom Argueta, Mario López Larrave o Adolfo Mijangos López. Sí lo fueron, entre otros, Manolo Andrade Roca y Santiago López.

A todos ellos y a muchos más, los conocí y traté y porque los conocí y traté me consta que fueron ejemplares patriotas, dignos ciudadanos y merecedores del mayor de los respetos y admiración por su rectitud política y consecuencia democrática, revolucionaria y progresista.


Diario La Hora, Guatemala,
miércoles 18 de marzo de 2009,
RRR \ cgs

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. A partir de hoy, puede usted escribir comentarios en este blog. Será muy útil para generar diálogos, reflexión y práctica política.

    Saludos,

    R.R.R.

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