viernes, 25 de julio de 2014

A media semana



El cada vez más incierto
proceso “electoral

Aunque se está a diez meses de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) convoque a “elecciones” generales a realizarse la primera o segunda semana de septiembre de 2015, lo que ha estado ocurriendo últimamente en lo “electoral”, político y gubernamental, perturba y complica cada vez más la situación nacional; ninguna certeza se puede tener de lo que pudiera suceder de aquí al 14 de enero de 2016.

Varios partidos han nominado a sus precandidatos a la Presidencia y, aunque se está pendiente de que definan a quienes podrían ser los compañeros o compañeras de fórmula, nada se puede decir que está ya definido: pueden ocurrir “cambios” que alteren lo “convenido” a nivel de Comités Ejecutivos o por “disposición” de los dueños de los agrupamientos en condiciones de inscribir candidatos a cargos de “elección”.

De los presidenciables, resulta difícil encontrar que haya uno o más de uno que pueda y vaya a “sacar” al país de la situación en que está. En tales condiciones, quien resultase “electo” vendría a ser la repetición o, mejor dicho, la continuidad de lo que ha ocurrido durante las siete votaciones que han tenido lugar en las tres últimas décadas. Esto, por un lado.

Por el otro, en tanto que nada hay ya definido cabe presupuestar reajustes y reacomodos que no serían, precisamente, por decisión de las dirigencias y bases partidarias sino por quienes tienen secuestrado el poder político y gubernamental: la élite oligárquica y su empresariado organizado, los poderes fácticos y paralelos, el crimen organizado, el narcotráfico y lo que “sugiriera” o “recomendara” la Embajada de la avenida de La Reforma, muy dada, por cierto, a inmiscuirse en nuestros asuntos internos en momentos convulsos y complicados como el actual.

Además, tanto en el partido gobernante como en los que se presentan como de oposición, nada está definido. En el PP no parece haber acuerdo acerca del pre candidato a nominar y la dificultad les es aún mayor porque en sus filas no se vislumbra que haya alguien con capacidad y competencia, solvencia y honestidad para que sea aceptado por el poder real y que la ciudadanía se aventure a “apoyar”.

Con los partidos de “oposición” (Líder —que ahora resulta que ya “no tiene” presidenciable—, UNE y Todos —de cuyo pre candidato se puede prescindir—), sucede otro tanto igual con el agravante de que con el que resultase “electo”, el poder “pasaría” a manos de quien vendría a ser algo peor de los que ya han gobernando al país y la continuidad y prolongación de la ingobernabilidad, un mayor agravamiento de la situación económica, financiera, política e institucional, social, educativa y de salud, corrupción e impunidad, inseguridad ciudadana, pobreza, desigualdad, discriminación e inequidad e injusticia social.

Si las votaciones del 2011, constituyeron el último eslabón de la cadena de gobernantes “electos” durante la llamada transición democrática, las del año entrante (que sólo podrán “celebrarse” si al poder real le conviene, encuentra a quien “apoyar” y de quien o de quienes prescindir), podrían pasar a ser la sepultura del sistema electoral y de partidos, de la institucionalidad y gobernabilidad, así como, además, de las formales y cosméticas reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos… si se llegasen a aprobar.

miércoles, 9 de julio de 2014

A media semana



Gatopardismo electoral:

1985 - 2015


Lo acontecido en “lo electoral” de 1985 a 1999, pese al prestigio, autoridad, respeto y solvencia de los Magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), puso de manifiesto que las votaciones para Presidente y Vice presidente de la República, Diputados al Congreso, al Parlamento Centroamericano (Parlacen) y de autoridades municipales, en ningún momento llegaron a culminar en una real alternabilidad y esa inalternabilidad se prolonga hasta hoy.

Se está, entonces, ante una mera continuidad de partidos en el poder que —con “diferentes” denominaciones, candidatos, emblemas y promesas electoreras—, han estado al servicio de la élite oligárquica que manda en el país, ha asaltado y tiene secuestrado el poder y copados, indistinta y diferenciadamente, a los partidos que utiliza y manipula a su conveniencia e interés.

En tales condiciones, el sistema político y gubernamental tiende a desgastarse, a agotarse, a caducar. Algo habría cambiado con la firma de la paz si en lo electoral se hubiese cumplido y respetado lo consignado en el Acuerdo Sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral, en el contexto de lo integralmente suscrito. El desgaste político, el agotamiento institucional y la caducidad electoral continúan y, si algo nuevo pudiera pasar, es que el sistema “electoral” y de partidos colapse.

Durante las votaciones de 1999, el partido que se institucionalizó como expresión política de las cuatro fuerzas en armas durante el conflicto armado interno, pasó a constituirse en la tercera fuerza política del país lo que, potencialmente, la convertía en una alternativa social y popular, democrática y progresista para la toma del poder político a través de la vía electoral. Lastimosamente —para decirle de alguna manera—, a partir de las votaciones de 2003, URNG y sus aliados pasaron a ser una fuerza marginal, sin incidencia política e institucional y muy escasa y —quién sabe si no—, ninguna posibilidad de recuperar el tiempo perdido y que es posible que, con el sistema “electoral” y de partidos, también colapse.

Si se llega a las votaciones de 2015, nada va a cambiar. Las cosas seguirán igual o peor que como han estado desde 1985.

No hay que ser mal pensado pero la “suspensión” por seis meses de 11 partidos por incurrir en “propaganda anticipada”, tiene sus aristas. A los “sancionados” no los perjudica; a unos, los favorece más. En primer lugar, a quien más favorece es al oficialismo. El PP “gana tiempo” para tratar de dirimir las disputas en torno al candidato a nominar y salirle al paso a la desbandada que a todos los niveles lo amenaza.

A los otros “suspendidos” los favorece dado que el empresariado organizado no ha decidido todavía a qué partido o a qué candidatos le convendría apoyar y que la Embajada de Estados Unidos “esté a la espera” de que surja quien o quienes puedan superar los bajos índices de aceptación de dos de los pre candidatos que hasta el día de hoy se dice que cuentan con su “simpatía”.

En todo caso, el sistema “electoral” y de partidos, ya no da para más. No se trata, en consecuencia, de caer en la trampa de reformarlo cosméticamente. Sería una forma más de engañar incautos con el señuelo de que algo “puede cambiar” para que todo siga igual. Ese inveterado y arraigado gatopardismo electoral que tan funesto ha sido para el país.