A manera de presentación
e introducción
A finales de diciembre me puse a recopilar las columnas publicadas en el Diario La Hora en el curso del año pasado, y decidí reproducirlas en un tiraje limitado y en fotocopias. En mayo estaré arribando a siete años de colaborar en este vespertino con una columna semanal que se publica los miércoles bajo la rúbrica de A media semana. La recopilación la he hecho bajo el título 2008, año de la recesión. Tendencia objetiva de la debacle y el caos global.
En política, al interpretar y explicar los hechos y su contexto, ahondar en sus causas y efectos, desenvolvimiento y posible solución, hay que ser objetivos y realistas, si es que en realidad se tiene la decisión, la voluntad y el propósito de luchar por transformar la realidad revolucionariamente y de organizarse para lograrlo.
La publicación impresa es modesta. Su diseño y presentación no ha requerido de mayor trabajo y puedo asegurar que, estrictamente hablando, es artesanal y rústica. Al mismo tiempo, a partir de ahora, esta recopilación se empezará a subir, los lunes y los viernes, a mi blog. Será una de las columnas cada día y podrá identificarse por el título indicado.
Ambas recopilaciones (que en realidad son una misma, pero en diferentes formatos) están hechas de acuerdo a la fecha en que fue publicada cada columna. Están incluidas (en la versión impresa, y lo estarán, poco a poco, en el blog) las 50 que escribí y fueron publicadas.
En las columnas se desarrolla y define mi posición sobre las cuestiones más importantes de la situación nacional e internacional, sus rasgos y características en el momento actual. Un buen espacio lo dedico al examen de la problemática por la que atraviesa la izquierda guatemalteca, su dispersión y atomización. Se plantea, además, un conjunto de ideas e iniciativas para tratar de salir de esa situación. Algunas de las columnas publicadas el año pasado se refieren a vivencias y relatos personales sin los cuales no es posible completar el entorno del quehacer de un marxista leninista revolucionario.
Uno de los propósitos que tengo es que lo escrito y publicado no quede disperso. Una publicación como ésta, me permite, además, tener en cuenta lo ya escrito a fin de mejorarlo en cuanto a contenido y forma y, conforme profundice y ahonde en el estudio y dominio de los temas, avanzar en lo elaborativo y conceptual. Me permite, también, no incurrir en repeticiones salvo sobre aquellas cuestiones cuyos elementos nuevos de que se disponga permitan enriquecer lo ya escrito y superar las limitaciones que se pudieron haber tenido al momento de elaborarlas. Pero, entonces, dejan de ser repeticiones.
Lo primero que uno debe asumir al ponerse a escribir y decidirse a publicar, es ser sincero consigo mismo así como honesto y, además, consecuente con lo que se piensa y con lo que se hace. Se trata de que lo que se escriba y se publique esté en correspondencia con la ideología que se sustenta y la praxis, la teoría y el quehacer. Es la única manera, desde mi punto de vista, como considero que se respeta al lector y al medio en que se colabora.
En mi caso, dar a conocer mi posición política e ideológica corresponde a una decisión y compromiso adquirido en plena juventud y que, con el paso del tiempo y a estas alturas de la vida, se ha ido afianzando, consolidando, desarrollando y avanzando. El entorno revolucionario de entonces en nuestro país (20 de octubre de 1944 – 27 de junio de 1954) era de lo más propicio para asumirlo y aquellos cambios revolucionarios y de fondo que se estaban impulsando y concretando, sólo fueron violentamente interrumpidos y están pendientes de continuarse en el marco de la situación y condiciones de esta época y de acuerdo a los rasgos y características del momento actual, en lo nacional e internacional. Discrepo con quienes piensan que se está ante ideales y sueños rotos o esperanzas truncadas.
Dice Martí en La edad de oro que los primeros veinte años de la vida son los de más poder en la formación del carácter del hombre y que mientras el cuerpo decae con la edad, la mente cambia sin cesar, y se enriquece y perfecciona con los años. (Transcrito no textualmente por Randy Saborit Mora en CubAhora, 2 de enero de 2008).
La gran tarea de la izquierda revolucionaria guatemalteca está en unirse alrededor de las tareas y objetivos de la revolución democrática, popular y social, multiétnica, pluricultural y multilingüe, y que viene a ser la vía viable y necesaria para asegurar y garantizar la unidad de la nación y su territorio, el fortalecimiento del poder del Estado, el desarrollo pleno del país y el respeto a nuestra independencia y soberanía y a nuestra autodeterminación. Cuando me refiero a la izquierda revolucionaria guatemalteca, estoy hablando de la izquierda que para el país y el mundo de hoy, es posible y necesaria.
Lo que en estos siete años más recientes llevo escrito y publicado tiene ese propósito. Habrá que persistir en el empeño sin dejar de tener en cuenta cuán corto o largo sea el trecho que falte por recorrer. Estos siete años vienen a ser la continuación, por otros medios, de la lucha librada desde el momento mismo que mediante la violencia organizada se interrumpió el proceso revolucionario iniciado en octubre de 1944 y no se detiene ni interrumpe a partir de la firma de la paz. Al contrario, es más necesario proseguirla y profundizarla.
Las condiciones objetivas para los cambios revolucionarios están dadas. Las condiciones subjetivas, no. En nuestro caso, las condiciones objetivas maduran aceleradamente; la movilización social y popular, por el contrario, es esporádica, gremialista y dispersa, la organización no se configura ni toma cuerpo, la unidad es el eslabón más débil de la lucha revolucionaria, social y popular.
Eliades Acosta Matos, en un comentario al Manual del progresista de George Lakoff, hace referencia a lo que el profesor universitario estadounidense sostiene en cuanto al pensamiento y la organización. Dice Lakkof que “el pensamiento es la primera forma de activismo. En el fondo –agrega– los movimientos son valores e ideas. La organización es crucial, pero tiene que realizarse en torno a algo…”. (Rebelión, 15 de enero de 2009).
Como lo he dicho en distintas oportunidades y lugares, hay mucho qué hacer y de lo que se trata es de acertar en definir en qué dirección continuar. El movimiento revolucionario en armas en nuestro país y la lucha clandestina, a partir de los años 80 del siglo pasado, puso de manifiesto y enseña que es al calor de la lucha revolucionaria que se crean las condiciones para arribar a puntos de coincidencia mínimos y fundamentales y avanzar, ampliar y fortalecer la unidad y que la movilización popular y social avance, se amplíe y fortalezca y la organización juegue el papel que le corresponde.
Son muchas las personas con las que he podido encontrarme e intercambiar opiniones y puntos de vista sobre la situación nacional y su entorno internacional. Agradezco y reconozco la confianza que han tenido de poderlo hacer. Ello me ha servido para ampliar y enriquecer mi trabajo elaborativo. En los grupos de amigos y compañeros con quienes frecuentemente nos reunimos y conversamos, se facilita y hace posible la más amplia y provechosa discusión y tratamiento de importantes cuestiones de la teoría y práctica revolucionaria. Las opiniones y criterios que allí se exponen enriquecen los míos y me ayudan a avanzar en el esfuerzo por mejorar, desarrollar y profundizar en los asuntos motivo de tratamiento.
Sin tener en cuenta lo que leo y la información y opiniones que consulto y recibo, así como los medios alternativos de información y opinión a los que diariamente accedo, no me atrevería a escribir y mantener una columna semanal. Las opiniones de quienes me leen y lo comentan favorablemente, las tengo siempre en cuenta y, muy en especial, las que discrepan con mis puntos de vista. Unas y otras me sirven de mucho para avanzar en este comprometido esfuerzo por contribuir a acercar cada vez más la etapa de cambios de fondo que Guatemala necesita.
Agradezco en forma especial al licenciado Oscar Clemente Marroquín por la oportunidad que me da de publicar lo que escribo. Ello pone de manifiesto el espíritu de amplitud que priva en La Hora y de la que es Presidente de su Consejo de Administración y Director. Sólo después que recibo las observaciones, opinión y correcciones a los borradores que hace mi hijo Espartaco, hago envió la columna semanal a Virginia, para que se publique. En la edición impresa y en la página web de La Hora, la columna se ilustra con un retrato a lápiz cuya autoría corresponde a Ana María, mi compañera de toda la vida. Es como ella me veía y estaba hace dos años: es la muestra de su respaldo y estímulo a lo que me dedico. Se lo agradezco, entrañablemente.
Lo elaborado y publicado durante el pasado año, es resultado de un esfuerzo continuado de ya casi siete años que requiere de dedicación y estudio y que compromete. De ello estoy plenamente consciente. No quiero terminar sin dejar constancia de mi admiración y afecto al mil veces entrañable amigo y compañero Carlos Morales por su entereza, valentía y fortaleza con que le hace frente a la enfermedad que padece y que ante mis ojos lo hace cada vez más grande y ejemplar. El apoyo, dedicación y amor de Thelmita, su esposa, es también grande y ejemplar.
Guatemala, 14 de febrero de 2009
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