miércoles, 25 de febrero de 2009

A media semana

El poder del pueblo y su dirección política


La semana pasada ofrecí que en esta oportunidad me referiría a cuatro de los principales componentes que configuran la nueva situación que se crea en Venezuela a partir del 15 de febrero. Sin embargo, previamente, procede examinar los antecedentes y el escenario en que (en general y en lo nacional e internacionalmente), tiene lugar el referéndum que culmina con el triunfo del sí.


Visto desde aquí, el referéndum del 15 de febrero de 2009 tiene lugar en un escenario no exento de dificultades y problemas que, en su momento, fueron enfrentados y superados exitosamente. Se trató de revertir lo desfavorable en favorable, gracias a una estrategia de dirección política de lo más inteligente y acertada, y que se apoya y sustenta en nuevos elementos y componentes en organización, movilización, agitación, propaganda, educación y capacitación política.


Lo primero que se da es en lo organizativo. La fundación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) viene a ser el nuevo y más importante componente y factor decisivo de la acción política de todo el pueblo y sobre el que, además del papel de dirección y conducción del proceso revolucionario bolivariano hacia el socialismo que le corresponde, se ha constituido en la fuerza política principal sobre la que recae el peso de una compaña organizadora, movilizadora, agitativa, de propaganda, educación y capacitación política, y que con el apoyo y adhesión de los agrupamientos bolivarianos revolucionarios, democráticos y progresistas, hace viable y garantiza la votación favorable a la enmienda constitucional propuesta al pueblo venezolano.


Política, militar e institucionalmente, la situación en Venezuela no es la misma que existía cuando se produjo el derrotado golpe militar de 2002, ni las que imperaban antes, durante y después del intento por reformar la Constitución en 2007. Además de las ya emprendidas, había que hacerle frente a nuevas y desafiantes tareas.


La dirección política bolivariana lo asimiló rápidamente y rápidamente sacó las conclusiones a poner en práctica a partir de definir con certeza y claridad hacia dónde dirigir el esfuerzo principal, lo que había que crear e institucionalizar, reforzar, fortalecer y consolidar, de lo que había que prescindir y, sobre todo, unitariamente, encaminarse hacia etapas más avanzadas en lo institucional, político, económico, social, solidaria e internacionalmente.


En lo internacional, dos componentes configuran el entorno de Venezuela en estos diez últimos años. Venezuela irrumpe en 1999 con un proceso revolucionario que es en el Continente la continuidad histórica de la triunfante revolución socialista en Cuba, en las condiciones concretas y específicas de la Venezuela de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Marca el comienzo, a su vez, de una nueva situación en el sur de América Latina y para otros países y pueblos del Continente y el Caribe.


Ana María Zeceña en uno de sus trabajos más recientes dice que “hace diez años Venezuela emprendió un cambio de ruta que ha marcado profundamente los tiempos latinoamericanos”. Y, en efecto, así es. De ahí que para los gobernantes estadounidenses una de sus prioridades sea el reposicionamiento de su presencia en su otrora “patio trasero”, y que en lo territorial, para el sur del Continente, el puntal principal sea Colombia y para Centro América y el Caribe lo sea Curacao, El Salvador y México. En lo marítimo, pasa por el despliegue y operaciones de su IV Flota.


El referéndum del 15 de febrero se da, entonces, en una situación interna cada vez más favorable a los cambios institucionales de fondo y en un entorno internacional en que así como se acentúa la amenaza de la presencia intervencionista del Pentágono en América Latina y el Caribe, más pueblos y países del Continente, movimientos y fuerzas sociales y populares, pasan a ser protagonistas activos de la lucha por los cambios que pongan fin al neoliberalismo y la globalización, la dominación imperialista y de las grandes transnacionales, el subdesarrollo y el atraso, y por su independencia, soberanía y autodeterminación.


“El equilibrio regional se modifica, dice Ana María Zeceña, mediante la conformación de un pequeño pero muy influyente y significativo bloque contrahegemónico. A Cuba…, se suma Venezuela… y, más recientemente, Bolivia y Ecuador, cada uno con sus especificidades y sus contradicciones, pero encabezando una alternativa no ortodoxa de desarrollo…” El referéndum del 15 de febrero, agrega, “implica mucho más que una enmienda constitucional: están en juego (entre otras cosas) los equilibrios políticos de la región”. (Geopolítica de la enmienda, en TeleSur, Opinión Alternativa, 14 de febrero de 2009).


Tales son, en consecuencia, algunos de los elementos principales y factores nuevos que configuran la situación antes del 15 de febrero en la República Bolivariana de Venezuela y su entorno internacional, y constituyen los antecedentes inmediatos de la nueva situación que se crea a partir de ese momento.

miércoles, 18 de febrero de 2009

A media semana

Por su magnitud,
imposible de medirla


En lo que va del año han tenido lugar en nuestro continente dos referendos de trascendencia histórica. El 25 de enero, en Bolivia, una abrumadora mayoría ciudadana aprobó la nueva Constitución del Estado boliviano. El domingo el pueblo venezolano, igualmente mediante referéndum, aprobó por mayoría la enmienda de cinco artículos de la Constitución Bolivariana mediante la que se institucionaliza la posibilidad de que los cargos de elección popular se puedan postular de manera continua, para luego ser sometidos a votación.

La nueva Constitución del Estado boliviano cuenta con el respaldo del 61.43 por ciento de los votos válidos. De acuerdo al cómputo final, dos millones 64 mil 397 ciudadanos se pronunciaron a favor del texto constitucional. Un millón 296 mil 175 votantes se pronunciaron en contra, o sea el 38.57 por ciento de los votos válidos. Del total de la votación, 151 mil 109 boletas fueron anuladas. La concurrencia a las urnas sobrepasó el 90 por ciento de los inscritos en el padrón electoral, lo que constituye un porcentaje sin precedentes en la historia republicana de la hermana nación andina.

En el caso del referéndum en la República Bolivariana de Venezuela, es oportuno centrar la atención en algunos de los más importantes aspectos sobre los que aquí, en nuestro medio, o no se informó o se informó sesgada y tendenciosamente, como sesgadas y tendenciosas fueron muchas de las opiniones que se expresaron y siguen expresándose. Además, procede referir lo que de sus resultados se deriva en lo inmediato y en el mediano y largo plazo.

En cuanto a lo que no se informó o se informó sesgada y tendenciosamente, dos son los aspectos a destacar. El primero tiene que ver con lo de la reelección indefinida en una democracia representativa, a la occidental; y, el segundo, con el alcance y significado real de la enmienda constitucional aprobada en el marco de una democracia funcional, participativa y protagónica como está definida en el texto constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.

El escritor y activista social Vicent Boix, en un trabajo publicado recientemente, sostiene que la postulación continua a la reelección es un hecho normal y cotidiano tanto en Estados Unidos como en Europa. “En ciertos países, asegura, se critican duramente hechos que en otros son habituales”. En su estudio investiga el curriculum político de los actuales senadores norteamericanos y diputados españoles con 12 años o más ocupando diferentes puestos políticos influyentes.

De los actuales 100 senadores estadounidenses, 78 llevan 12 o más años en puestos públicos. “A nivel del estado español, agrega Boix, se observó que 132 diputados actuales (38 por ciento) llevan 12 años o más en cargos políticos”.

Boix se refiere, además, a la carrera política de tres que considera como los “galardonados” por su perpetuidad. Ellos son el senador por West Virginia, el estadounidense Robert Byrd, que de 1952 a 1958 fue congresista en la Cámara de Representantes, y de 1959 a la fecha, ocupa el cargo de senador lo que le permite “subsistir en el ruedo político después de 55 años perpetuado en el poder”. Del señor Byrd se sabe que “anteriormente perteneció al Ku Klux Klan. Sus diatribas racistas, sostiene Boix, pueden encontrarse fácilmente en internet”.

“El galardón al perpetuado feliz” corresponde a Don Juan Carlos de Borbón, que ha permanecido perpetuado en la jefatura del Estado español durante 33 años, “sin enfrentar unas elecciones generales democráticas. El dictador Franco lo designó su sucesor”.

Según Boix “el máximo reconocimiento en el mundo de la perpetuación política” lo ostenta Manuel Fraga Iribarne. Y no es por sus años perpetuado en el poder, sino por la gran variedad de cargos políticos ostentados y, sobre todo, por “su habilidad camaleónica para adaptarse a las circunstancias políticas en el estado español”. Fraga Iribarne, de sus 85 años, ha estado 42 perpetuado en el poder.

Boix concluye asegurando que “hay que ser muy cínico para acusar a Hugo Chávez de perpetuarse en el poder”. (Vicent Boix: Hablemos de perpetuidad, en TeleSur, 14 de febrero de 2009).

En suma, los resultados del referéndum del domingo en Venezuela (54.85 por ciento a favor del “sí” y 45.14 por el “no”) avalan la enmienda constitucional consultada y mediante ella se posibilita (léase bien: posibilita) la postulación de manera continua de todos los cargos de elección para que luego las candidaturas sean sometidas a votación. Se institucionaliza así, a través del voto, la continuidad institucional de la revolución y el socialismo en la Patria del Libertador Simón Bolívar.

El Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, compañero Fidel Castro Ruz, al saludar esos resultados y felicitar al pueblo venezolano, en mensaje dirigido al Presidente Chávez, afirma que esa victoria, “por su magnitud, es imposible medirla”.

La semana entrante me referiré a cuatro de los principales componentes que configuran la nueva situación que en lo institucional, político, económico, social e internacional se crea en Venezuela a partir del 15 de febrero de 2009.

viernes, 13 de febrero de 2009

Ricardo Rosales Román cumple 75 años



Fotografìa de Julio Quan

Ricardo Rosales Román, mi padre, había cumplido apenas 40 años cuando, en diciembre de 1974, fue electo Secretario General del Comité Central del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT. Sin cumplir 10 años todavía, yo no sabía lo que él hacía ni los riesgos que corría cada día. Él vivía en las sombras, en la clandestinidad absoluta. Debido a sus ausencias cotidianas, a mí me emocionaba cuando, de pronto, sin previo aviso, aparecía en nuestra casa y acariciaba mi cabello con sus manos de flor, de primavera.

Cuando mi papá estaba en la casa en la que yo vivía con mi madre y mi hermano mayor, lo recuerdo trabajar incansablemente frente a una máquina de escribir portátil, verde. En esa pequeña máquina en la que él me enseñó los primeros ejercicios de mecanografía, mi padre transcribía resoluciones, acuerdos o comunicados del PGT, que luego serían reproducidos por miles y distribuidos sigilosamente entre militantes, amigos y simpatizantes del partido.

Por aquellos años, la guerra en el país estaba en auge y también la represión y la persecución de quienes se oponían a los gobiernos militares en turno. Era la noche en Guatemala. Y era en medio de esa oscuridad que mi padre se movía, arriesgando su vida con la intención de construir un país distinto.

Todavía recuerdo la mañana de principios de los 80 cuando, al despertar, mi madre me dijo que ese día no iría al Aqueche, en donde mi hermano Ricardo Pedro y yo estudiábamos, y que tendríamos que irnos de la casa. No comprendía nada. No quería faltar a la escuela ni tampoco quería dejar de ver a mis amigos. Sin embargo, la situación era difícil: en Aquí el Mundo, por la noche, quien leía las noticias había informado que el Secretario General del PGT (luego dio el nombre completo) se encontraba de vuelta en el país tras haber realizado una gira por distintos países socialistas… Tuve miedo.

Mientras yo trataba de entender lo que sucedía y trataba de perfilar mi forma de ver el mundo y reconocerlo, mi padre siguió trabajando incansablemente. Llegó la unidad con las distintas fuerzas guerrilleras y el esfuerzo por incorporar al partido a las tareas conjuntas de la revolución guatemalteca. El tiempo trajo, después, el proceso de negociación. Las reuniones se sucedían, la reflexión y el análisis. Recuerdo las jornadas intensas, los rostros adustos cuando algo se complicaba, las sonrisas frescas cuando se avanzaba y se veía la posibilidad de concretar lo que en ese momento se anhelaba.

Ricardo Rosales Román, mi padre, volvió a la luz guatemalteca una tarde de diciembre de 1996. El recibimiento en el Aeropuerto La Aurora y luego en el hotel Princess de la capital, fueron inolvidables. La firma de la paz estaba cerca y el trabajo no se detuvo. Yo lo veía recorrer incansablemente los pasillos del hotel, recibir gente, ir a encuentros con compañeros, sindicalistas, estudiantes, obreros; hablar con los otros miembros de la Comandancia General de URNG, responder las preguntas de los periodistas, conversar con los trabajadores del hotel que lo saludaban. Tenía tiempo para todos y daba valor a lo que conversaba con cada uno.

Ahora que escribo estas líneas recuerdo el momento de la firma de la paz. Y lo recuerdo a él con su traje sobrio, con su cabello blanco. Y recuerdo que aquella noche nos dijo que la unidad era lo más importante, que era la verdadera garantía para que se consiguiera lo que tanto había costado, por lo que tanta gente había luchado. Mi padre tenía razón. Ahora no cabe ninguna duda.

Tras contribuir a la legalización del partido URNG, mi padre fue electo diputado al Congreso de la República. Alzó su voz desde el parlamento. Siguió trabajando, siguió construyendo. No lo ha dejado de hacer ni un momento. Para entonces, ya escribía en una computadora, pero él trabajaba con el mismo cuidado y con el mismo empeño de los años de la máquina de escribir portátil.

El 14 de febrero de este año, mi padre, Ricardo Rosales Román o Carlos Gonzáles o Julián o Lucas cumple 75 años. Los festeja como ha vivido: sin buscar protagonismos, sin homenajes en los que se dice poco y se finge mucho. Lo hace desde las páginas de La Hora, en donde escribe una columna que es referencia y lectura obligada para muchos guatemaltecos. Lo hace, en fin, sin claudicar en torno a lo que piensa, con la entereza de quien se asume como comunista y no reniega de su pasado.

Ahora, cuando puedo estar con él, cuando disfruto de su voz entera, de su inteligencia intacta, cuando lo veo acariciar a sus nietos, sonreír ante su familia toda y, sobre todo, cuando me doy cuenta del amor que tiene hacia Ana María, su compañera de toda la vida, me siento dichoso de ser el hijo de un hombre que ha sobresalido entre los de su generación, que arriesgó todo por lo que creía y que ha triunfado, aun y cuando, como escribió Otto René Castillo, “todo en torno a uno / es aún tan frío y tan oscuro”.

Hoy brindo por él. Me reconozco en sus ojos y como hijo y compañero lo abrazo con todas mis fuerzas y con toda la ternura del mundo.

Espartaco Rosales Arroyo

Ciudad de México, febrero de 2009