viernes, 29 de marzo de 2013



El clamor que conmueve
al mundo


Ni mi abuelita Tona ni doña Rafa (la vecina que a mi hermana y a mí nos enseñó La Doctrina), me pudieron aclarar por qué hay quienes a esta semana la denominan Semana Mayor y, otros, la identifican como la Semana Santa. Con el paso del tiempo me di cuenta de que ni una ni otra denominación alteran lo que se conmemora con tanto fervor, devoción y fe y que lo mismo da que se hable de Semana Santa o de Semana Mayor. 

De la Semana Santa o de la Semana Mayor en nuestra casa, a finales de los años 30 y comienzos de los 40 del siglo pasado, conservo recuerdos y sentimientos encontrados. Si la memoria no me falla, del miércoles al viernes, eran días de recogimiento, obediencia, nada de ruido o desorden. El Domingo de Ramos, Jesús había entrado victorioso a cumplir con su misión evangelizadora y reafirmar su mensaje emancipador. El sábado de Gloria, resucitaba.

Es así como imagino la Pasión para el Hombre de Nazaret y el recuento de sus milagros. Era lo que, como en cámara lenta, lograba recrear de lo que doña Rafa nos relatara. Mentiría si dijera que tuviera presente su palabra, sus parábolas, sus enseñanzas. Con su muerte en la cruz, según lo entendí entonces, pasó a la vida eterna. Su posteridad, comenzó a las tres de la tarde de aquél viernes del año 33. 

Entre tanto, mi mamá --tan esmerada y hacendosa como siempre--, preparaba para nosotros (mi papá, mis abuelos, sus hijos y demás parientes), un delicioso pescado seco envuelto en huevo, ahogado en sabrosa salsa de tomate, cebolla y ajo, el arroz con arvejas, trocitos de zanahoria y chile pimiento, elote y queso derretido. Su cocina era el reducto en que su vocación por quedar bien se ponía a prueba y siempre lo logró, para satisfacción de ella y nuestro disfrute y deleite.

Lo que ocurrió de 1954 a 1962, interrumpió que las cosas siguieran en la casa y en nuestro país como se comenzaron a hacer en 1944. Lo que hasta hoy no me explico es cómo los dos tomos de las Obras Selectas de Nikos Kazamtzaki con pastas rojas y títulos dorados, no fueran decomisados durante los constantes cateos a la casa de mis papás. 

Entre 1954 y 1962, bajo los cada vez más frecuentes y prolongados Estados de Sitio, si en una casa que cateaban los judiciales encontraban libros con pasta roja, sin percatarse de su contenido, los decomisaban. De 1963 a 1985, con el pretexto de buscar armas, se cateó y mapeó la ciudad capital y controló y vigiló policial y militarmente a la población. En las áreas rurales se implementó el terrorismo gubernamental y la contrainsurgencia como política de Estado.

Esos dos tomos de la obra de Kazantzaki siguen conmigo, en una de mis libreras. En 1963, Ana María tuvo a bien encomendárselos a una de sus hermanas que, como si fueran de ella, los puso a resguardo y cuidó a sabiendas del riesgo que ello suponía. Luego de la firma de la paz, nos los devolvió, con lo cual nos dio la dicha de poderlos disfrutar en condiciones un tanto diferentes a como estaba el país cuando los compré en 1961 o 1962. 

En los días de Semana Santa o de la Semana Mayor, se puede decir que es cuando el silencio se escucha y las jacarandas y los matilishuates están en todo su esplendor. Son días que enseñan y en que se aprende, días de decir y hacer, de idear cómo retomar el camino y continuar lo interrumpido.

La vida, pasión y muerte de Jesús, confirma que en momentos de duras y difíciles pruebas, sucumbe el débil, vacila el pusilánime, traiciona el timorato, abjura el resentido. Lo que no se pierde ni abandona es la esperanza. Tal vez sea por eso que lo que los dependientes de los mercaderes del templo no han podido ni lograrán jamás, es decomisar las ideas, los principios, la consecuencia, la lealtad. 

En el valle de la capital, el sol salió hoy a las 06:01 y se pondrá a las 18:14. El clamor de los indignados, de los desposeídos y de los desheredados, conmociona, agita y recorre el mundo.

jueves, 21 de marzo de 2013



América Latina y el Caribe,
antes y ahora



Cuando un proceso revolucionario avanza y tiende a consolidarse o cuando atraviesa por momentos de dificultad, contradicciones y problemas no resueltos, los riesgos y peligros a que hay que hacerle frente, superar exitosamente y derrotar, ponen a prueba la capacidad y audacia, iniciativa y decisión, combatividad y firmeza y, sobre todo, la inteligencia y cohesión de los dirigentes revolucionarios y la unidad, apoyo, consecuencia y lucha de las fuerzas y sectores que los respaldan y en que se apoyan.

 En ambos casos, no se puede incurrir en el más mínimo descuido e imprevisión ni subestimar o ignorar, advertir y desconocer lo que los adversarios y enemigos maquinan y fraguan, orquestan y ponen en marcha, lo que inventan y propalan ni sus planes y maniobras desestabilizadoras. Tampoco hay que dejar de salirle al paso al más mínimo indicio de conspiración, labor de zapa e infiltración, desconfianza, dudas y vacilación al interior de la dirigencia revolucionaria. 

 Se incurre en un error imperdonable cuando se piensa que en momentos de auge y ascenso, de afianzamiento y consolidación del proceso revolucionario, los peligros y amenazas tienden a ser menores y más fáciles de superar que cuando se tienen contradicciones y problemas no resueltos o se tiene que hacer frente a dificultades y tropiezos propios de la situación y condiciones en que se está o cuando aparecen manifestaciones de desesperación o apresuramiento, vacilaciones y desconcierto, falta de confianza en las propias fuerzas, con las que se cuenta y en las que respaldan y apoyan a la dirección revolucionaria.

América Latina y el Caribe empezó a dejar de ser el patio trasero del imperio más poderoso de la historia a partir del triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959. Intentos anteriores --que aunque no lograron los objetivos que para el momento en que se dieron eran viables y posibles--, no pueden dejar de tenerse en cuenta en tanto antecedentes históricos de esa tan desigual lucha por nuestra real y verdadera independencia, la soberanía nacional y autodeterminación y de lo que en la actualidad está ocurriendo en los pueblos y países al sur del Río Bravo, su avance, profundización y consolidación, perspectivas y tendencia de desarrollo y desenvolvimiento. 

Las fuerzas y sectores que se oponen y conspiran contra los avances de las luchas de los pueblos y países en el hemisferio occidental, no cejarán en sus propósitos por revertir o contener, liquidar y ponerle fin a los cambios profundos en la República Bolivariana de Venezuela, en la plurinacional Bolivia y en la República Ciudadana de Ecuador y --si les fuera posible--, derrocar a los gobiernos democráticos y progresistas, revolucionarios y anti imperialistas, legítima y popularmente electos.

Tampoco cejarán en su empeño por interceptar las luchas populares y sociales en Uruguay, Brasil y Argentina y que han hecho posible la elección de gobiernos como el del presidente José Mujica y los de las mandatarias Dilma Rousseff y Cristina Fernández. 

América Latina y el Caribe ya no es aquella región en que los gobernantes estadounidenses imponían sus dictados y las oligarquías locales y el gran capital transnacional manejaban los asuntos y negocios de la región como si fueran de su propiedad y a su conveniencia.

La tendencia y perspectiva de los acontecimientos en esta parte del globo terráqueo marcha en dirección del desarrollo y el progreso social, la justicia y la equidad, la no discriminación y exclusión por razón de raza, género o creencias religiosas, la real y verdadera independencia nacional y social, el rescate de nuestra soberanía, la nueva integración y unidad regional, y la solidaridad y cooperación fraternal e internacionalista. 

Venezuela, marcha cada vez más en pos del sueño del Libertador Simón Bolívar y por lo que el presidente Hugo Chávez Frías luchó y dejó consignado en el Programa de la Patria 1913 – 1919, base y fundamento político e ideológico del proceso revolucionario bolivariano y de las conquistas y logros del pueblo. Y, sin ninguna duda, lo que garantiza y asegura la victoria electoral el 14 de abril y la continuidad, avance y profundización del proceso revolucionario en la hermana República Bolivariana de Venezuela, es la organización, la unidad, formación política e ideológica de la población, su decisión de lucha, movilización, lealtad y fidelidad al presidente Chávez Frías y el compromiso social y popular, emancipador, de la dirección chavista.