jueves, 20 de diciembre de 2012

A media semana



El valioso legado de
quienes luchan toda la vida / 3


De alguna manera, lo que llevo escrito respecto al legado de quienes luchan toda la vida, es algo así como un acercamiento o, mejor dicho, un reencuentro, una aproximación a un pasado reciente que hay que tener presente y no dejar que se olvide. Es, además, un intento por entender y explicar el momento actual y tratar de visualizar la tendencia de desarrollo y desenvolvimiento de los acontecimientos.

Me percato e insisto, una vez más, en que se está, en el momento actual, ante una crisis prolongada aún más agravada y que, aunque su desenlace no esté a la vuelta de la esquina, está más próximo de lo que pudiera pensar el más intransigente de los pesimistas. En el curso de este año, las condiciones objetivas han madurado mucho más de lo que ya estaban. Las subjetivas, por el contrario, continúan con retraso.

Teniendo en cuenta lo anterior, doy seguimiento a lo que me propuse hace tres semanas y que va más allá de tratar de recordar y tener presente a quienes han luchado toda la vida, lo que hicieron y lograron o dejaron pendiente. Eso es su más valioso y preciado legado, así como lo es el de quienes persisten en luchar por ese otro mundo posible y necesario de construir. De ellos aprendí y me continúan enseñando que la más alta forma de ser consecuente consigo mismo, con su país, con su pueblo y con las luchas de los demás pueblos y países hermanos, es --como lo hizo Martí--, estar del lado del deber. 

Tal es el legado de José León Castillo, Enrique Muñoz Meany, Alfonso Bauer Paíz, Oscar Barrios Castillo, don Joaquín Pardo, Edmundo Vásquez Martínez, Rafael Cuevas Del Cid, el Cardenal Rodolfo Quezada Toruño, Monseñor Juan José Gerardi, César Brañas, don Alfonso Orantes, Amadeo García, don Mardoqueo García, el profesor Rafael Arévalo Morales, María de Sellares, Elenita de Barrios Klée, Rodolfo Ortíz, Luis Larrazábal, León Valladares, Hugo Guzmán, Alfredo Cabrera Palma, Aída Martínez, Matilde Elena López, Luz Valle, Norma Padilla, doña Tere de Zarco.

Lo son, también, Edgar Amado Sáenz, Jorge Fuentes Aqueche y los seis compañeros y compañeras con quienes le damos seguimiento al diario acontecer, sistematizamos el estudio y análisis de la situación nacional y visualizamos su posible y real solución en el marco del entorno internacional actual. Lo son, además, profesionales universitarios del nivel de Carlos González Orellana, Julio Estévez y Rafael Piedra Santa.

Resultaría imperdonable dejar de mencionar a dirigentes políticos y obreros de la rectitud y honestidad de Víctor Manuel Gutiérrez, Leonardo Castillo Flores, Rafael Tischler, José Luis Ramos, Antonio Obando Sánchez; de militantes y cuadros revolucionarios y combatientes del nivel y entrega de Octavio Reyes (el Chejecito), de Carranza y Lidia (en Alta Verapaz), Ramón y Remigio, Higinio, Pedrito, Laurita Pineda, su compañero y sus hijos, Leonardo García Benavente, el Patojo Cáceres (a quien el Che menciona en uno de sus libros) o Manuelita (la Canche de Económicas), el imbatible comandante Aparicio y, el no menos ejemplar, comandante Everardo, así como Nayito Castillo Johnson.

Indispensable es también mencionar, de entre quienes siguen en la brega diaria, al comandante Tomás, a Fernando Sandoval (el Chimeco), al Patojo Paz Cárcamo, Marta Aurora de la Roca, la Chinita Luin, Desha Arévalo, Paulina Pineda (La Chiqui), Amparito Santiago, así como a la Conchita Deras. 

Tampoco puedo dejar de referirme a amigos y compañeros como Mario René Chávez, René Villegas Lara, Julio Palacios, Fernando Arévalo, Carlos Zipfel y García, o los ya fallecidos Arturo González, Julio César de la Roca (asesinado) y Roberto Merlo. Es necesario e indispensable, además, tener presente a los Muralles, los Sánchez, los Cabrera.

A quienes me queda por mencionar, lo haré el primer miércoles después del Cambio de Era que comienza este viernes 21 y que, a la vez, marca el final del 13 Bak’tun, según el calendario del ancestral pueblo maya, sus descendientes y herederos en tanto reales y verdaderos dueños de esta tan hermosa y pródiga tierra nuestra.

 Ana María y yo, tenemos presente, muy presente, que hoy, hace 41 años, fallecía Ernesto, nuestro tercer hijo. El 3 de diciembre de 1971, había cumplido dos años. (Continuará).

jueves, 13 de diciembre de 2012

A media semana



El valioso legado de
quienes luchan toda la vida / 2


El mes de diciembre es para Ana María y para mí un mes de claroscuros. Es imposible no tener presente los golpes recibidos y las duras y difíciles pruebas por las que hemos pasado juntos. A ello ya me he referido en más de una oportunidad. Como también me referí ya a las responsabilidades que me tocó asumir en diciembre de 1968, en diciembre de 1972 y el compromiso de ser parte de quienes el 29 de diciembre de 1996 suscribimos el Acuerdo de Paz Firme y Duradera. 

En la vida diaria se forjan amistades con compañeros y compañeras a quienes se estima, admira y respeta. Lo que no debe pasar es que se les olvide o, lo peor, que se deje que se les olvide.

No es necesariamente por coincidencia o identificación política y militante que tengo presentes a quienes voy a mencionar ahora. Algunos de ellos están entre nosotros y continúan en el diario y duro bregar a favor de nuestra emancipación nacional y social. Su legado es tan valioso como el de los que fueron capturados, torturados, asesinados y desaparecidos, tanto como el de quienes ya fallecieron y dedicaron su vida a luchar con nuestro pueblo. 

De algunos periodistas, mucho logré aprender: son de los que supieron hacer de su profesión un qué hacer informativo y de opinión. Corrieron riesgos y se expusieron al denunciar lo que merece ser denunciado. Lo hicieron a favor de la verdad, la libertad y la justicia social, en un tiempo en que la incomprensión, la intolerancia, la violencia, el terror, la represión y la contrainsurgencia era lo predominante.

Es lo que me parece que fue la labor de Ángel Ramírez en El Imparcial, las crónicas parlamentarias y lo escrito por Enrique Parrilla Barrascout, la audaz y siempre oportuna información, noticias y reportajes de Manuel González, el trabajo agudo y juicio crítico de René Augusto Flores, la atrevida y desafiante columna de Irma Flaquer, los comentarios, opiniones y denuncias radiales de Timoteo Curruchiche y el trabajo de camarógrafo en Cuestión de Minutos de quien familiarmente se le conoció como Manía y cuyas documentadas gráficas y secuencias informativas son de gran valor histórico. 

A quienes hayan conocido a Aquiles Marroquín y a Meme Salguero sabrán de su labor como dirigentes estudiantiles de post primaria en la época revolucionaria tanto como la de Carlos Guillermo Herrera y Otto René Castillo, Oscar Maldonado, del tan respetado Salomé Escobar, de Gloria Escribá, Amparo Santiago, Stella Quan o Rosby Chávez.

De los dirigentes estudiantiles y universitarios y destacados combatientes y militantes revolucionarios, hay que tener presente, entre otros, a Antonio Fernández Izaguirre, a Néstor Valle, a Leoni, a Libo Haroldo González, a Leonel Roldán, a Mario Botzoc, a Chano Payeras, a Carlos Toledo, a Meme Cordero. 

A dos mujeres, no se les puede dejar de mencionar: María Rodríguez y Aida María de Noval. Además, es indispensable tener presente a compañeras como Rosamina Ramírez, Julieta Sánchez, Julietía de Ampié, las hermanas Jiménez (Olga, ya fallecida, y Dina), Luz Haydé Méndez, como indispensable es tener presente a Rogelia Cruz.

Como estudiantes y destacados dirigentes en la Universidad de San Carlos, debo mencionar a Julio Rodríguez Aldana, Bernardo Lemus, Julio Segura, Carlos Enrique Centeno (con quien fuimos compañeros en el INCV), Alfonso Figueroa, a Mundo Guerra. Ya en el trabajo unitario, a Jorge Rosal, al Canche Montalvo y a Raúl Molina. Tengo presente y recuerdo muy bien a Carlitos de la Roca, a Carlos Estrada, a Víctor Manuel Escobar, a Roberto Oliva, fallecido cuando menos se esperaba, a Chaly Morales, a Edgar Morán. 

Aunque tengo algún tiempo de no verlos y no conversar con ellos, debo de mencionar a Rodolfo Azmitia, a Francisco Villagrán Muñoz, a Güicho Becker, a Mario René Matute. Con Américo Cifuentes y Antonio Móbil, conversamos frecuentemente.

De la facultad de Derecho, es imposible dejar de mencionar a Salvador Orozco, a Otoniel Fonseca, a Hugo Rolando Melgar, a Wilfredo Valenzuela, a Manolo Andrade Roca, a Santiago López, a Ariel Déleon. 

Es tan valioso su legado, que resulta irresponsable permitir que con el paso del tiempo se les vaya a olvidar. Resulta imposible, además, no tener presente a destacadas personalidades, maestros y pedagogos, dirigentes obreros honestos y probados y ejemplares combatientes, cuadros y dirigentes de la lucha armada y la lucha clandestina. (Continuará).