jueves, 11 de septiembre de 2014

A media semana



Exitosa batalla social
y popular



Ante la ineptitud y desvergüenza de los diputados al Congreso de la República --que tres meses atrás aprobaron la Ley de Protección de Obtención de Vegetales, así como de los que votaron en contra y los que no estaban en el hemiciclo--, los pueblos indígenas y los campesinos libraron una exitosa batalla que culminó con la derogación de semejante despropósito legislativo.

La actual legislatura no se caracteriza, precisamente, por su competencia y disposición para la elaboración y aprobación de leyes que, doctrinaria y jurídicamente, se constituyan en instrumentos legítimos de las transformaciones de fondo, estructurales, en nuestro país.

Al contrario, constituyen un obstáculo para esos cambios y son el soporte y garantía del mantenimiento del statu quo, avalan negocios oscuros, tranzas, corruptelas y, en el caso de los legisladores, al aprobarlas, supone, bajo la mesa, compensaciones o recompensas pecuniarias, en lo personal o a favor del partido por el que fueron “electos” o del que dicen “representar” después del escandalosamente transfuguismo que no parece tener fin.

En lo formal y en su contenido, la norma derogada está plagada de ambigüedades, generalidades e imprecisiones que pudieron haber dado lugar a arbitrariedades y excesos e interpretaciones casuísticas y contrarias al interés general y el bien común. No protegía ni tutelaba derechos ancestral e históricamente adquiridos, garantizaba privilegios y beneficios, sobre todo, de avorazadas transnacionales interesadas en que lo suyo sea lo que se proteja, privilegie y predomine. Tampoco tenía en cuenta los intereses del país ni resguardaba a la población guatemalteca de los graves daños a ocasionarle en su salud, alimentación, nutrición y bienestar.

En suma, por parte de los parlamentarios (sin ninguna excepción), no se está ante un reconocimiento del error cometido y, menos, de una rectificación. La derogación de dicha Ley es resultado de la exitosa movilización y presión social y popular que los obligó a dar marcha atrás. Y, si algo es mucho más importante, es que con esta exitosa batalla el movimiento social y popular está dando muestras, en forma consistente y vigorosa, audaz e inteligentemente, de su capacidad e iniciativa para irse constituyendo en una alternativa real de poder.

¿Es este el rasgo característico y la tendencia general de la lucha, organización y movilización social y popular en nuestro país? A mí, me parece que sí. Además, más aceleradamente de lo previsto, ha ido configurándose, madurando y adquiriendo consistencia y capacidad para avanzar hacia formas más amplias y unitarias de lucha a favor de los cambios que Guatemala necesita.

Lo publicado en Contrainjerencia el pasado jueves 28 de agosto (“12 productos ‘cáncer’ creados por Monsanto”), contribuirá a comprender y valorar mucho más la importancia y alcances de la lucha contra los graves daños que con el Decreto 10-2014 --de no haber sido derogado-- se le podrían ocasionar al país y a la población.

A los productos documentados, se agrega un treceavo: las semillas Terminator, con el que empezaré a resumir, la semana entrante, tan interesante artículo. Además, es mi propósito sintetizar lo que se informa, comenta, detalla y opina acerca de los cultivos genéticamente modificados y el abono a base de petróleo.

miércoles, 3 de septiembre de 2014



Grave para el país;
peor, para la población


Cuando los intereses extranjeros, los de las transnacionales, los de la élite económica, los de los grupos empresariales organizados o no y los del gobierno de turno se ponen por encima de los del país y de los de la nación, no se es consecuente con la defensa de la independencia y la soberanía nacional. En tales condiciones, lo que así se decide, conviene, acuerda, aprueba y se hace, le ocasiona graves daños al país y, peores, para la población.

La iniciativa de ley número 4013 fue presentada a la Dirección legislativa del Congreso el 9 de mayo de 1999 por los entonces diputados Mariano Rayo, Herbert Barragán, Marco Antonio Solares y José Alejandro Arévalo. Cinco años después, el martes 10 de junio, de urgencia nacional, fue aprobada con el voto de 82 diputados: 50 del PP, 10 de Todos, 10 Independientes, 7 de la UNE, 3 de la Gana, 2 del PRI, 1 del PAN, 1 Unionista, 1 de la URNG y 1 de Winaq. Votaron en contra, 17. No estuvieron presentes, 59.

El Decreto 10-2014, así aprobado, fue publicado en el Diario de Centro América el jueves 26 de junio con el inopinado y contradictorio título de Ley de Protección de Obtención de Vegetales. Según se dispone, entrará en vigor el 26 de septiembre, salvo dos de sus artículos (el 46 y el 55) que, sospechosamente, se acordó que entren en vigor dos días después de la publicación en el Diario Oficial.

Ni por razones de fondo o de procedimiento, se explica y puede justificarse la votación de quienes lo hicieron a favor; tampoco de los que votaron en contra, salvo que hubieran razonado su posición. En el caso de quienes no estuvieron presentes, su ausencia resulta sospechosa.

Si los asesores de los diputados y sus asesorados que votaron a favor de la ley de marras y ahora están “decididos a luchar” por su derogación, así como los asesores de los que votaron en contra, dedicaran un poco del tiempo que sus múltiples ocupaciones se lo permitan, quisieran estar más informados sobre esta cuestión deberían leer detenidamente (si es que les es posible), lo que se publicó ayer (martes 2 de septiembre) en elPeriódico y Prensa Libre respecto a lo que en Argentina está exigiéndose contra la estadounidense Monsanto por “abuso” en su condición de “posición dominante” en lo de las semillas de “su” propiedad.

Además, si la bancada oficial que, maniobreramente (como no podía ser de otra manera), ahora solicita su anulación a fin de “enmendar el error” y quienes “demandan” su derogación (y ojalá también sus asesores), estuvieran interesados y desearan contar con más opiniones para fundamentar su posición que ahora “sostienen”, sería suficiente que, por lo menos, tuvieran la disposición y voluntad de entrar a la página web de Contrainjerencia que el jueves 29 de agosto, en 2 mil 488 palabras, se refiere, en detalle, a los “12 productos ‘cáncer’ creados por Monsanto” (http://www. contrainjerencia.com?p=92514) con los que tantos y tan graves daños le ha estado ocasionando a la humanidad.

Ello, por supuesto, como se advierte en el primer párrafo de tan importante documento, aunque sean de los que para quienes “resulta ‘paranoico’ e incluso ‘caricaturesco’ señalar a esta Corporación como el ‘Imperio del Mal”. En tanto que no soy uno de ellos, en dos o tres de mis próximas entregas trataré de resumir lo que en esta página se informa, detalla, opina y comenta.