Algo importante
que me faltó referir
La ciudad donde se nace o en la que se vive, hay que sentirla, quererla. Quien llega del extranjero poco consigue si a lo que va es a turistear y de lo que visita o a donde lo llevan sólo alcanza a ver lo que le muestran, y por encima. Para conocer una ciudad hay que adentrarse en su naturaleza, carácter, fisonomía, idiosincrasia, tradiciones, costumbre, cultura, tratar a su gente.
El recién pasado 2 de diciembre, fue presentado el libro más reciente del arquitecto y urbanista mexicano Jorge Legorreta, La Ciudad de México, a debate. No pude ir a su presentación ni comprarlo. Fue la víspera de mi regreso con Ana María al país. Me interesó, eso sí y mucho, la referencia que se hizo del libro y lo que dijo su autor en una entrevista concedida a LaJornada y que fue publicada el recién pasado día 3.
El periodista de LaJornada, Arturo Jiménez, apunta que “esta singular zona metropolitana” --que cuenta ahora con 22 millones de habitantes--, está situada “en la cuarta parte de una cuenca antes lacustre, rodeada de 34 volcanes, a más de 2 mil 200 metros sobre el nivel del mar, en una área de alta vulnerabilidad sísmica y eruptiva, en el delta de 45 ríos”. Algunos de sus problemas graves, en opinión de Legorreta, obligan a que la ciudad sea pensada, repensada.
El arquitecto y urbanista que dirige Metrópolis, el Centro de Información de la Ciudad de México, considera que “los medios de comunicación en general han construido un discurso catastrofísta ‘contra las ciudades”, dejando de lado aspectos tan importantes como la riqueza cultural.
En la Ciudad de México, dice Legorreta, Teotihuacan, el Centro Histórico, la Casa Estudio de Luis Barragán, la Ciudad Universitaria, Xochimilco y vecindades, y la ruta de los conventos en las faldas de los volcanes, son sitios declarados como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Estima, además, que “el conocimiento ciudadano de la urbe, de sus problemas y riquezas, de su funcionamiento, es importante para ‘vivirla”.
La ciudad, subraya, hay que entenderla más allá de “lo urbano” ya que el desconocer la naturaleza en que está asentada y la rodea se le está destruyendo con grandes construcciones en la periferia, suprimiendo su agricultura, su recarga acuífera. “La naturaleza, advierte, cobrará esto en el futuro”.
En mi columna de la semana pasada decía que lo más valioso de una ciudad es la gente que en ella habita y el lugar en donde la gente vive. A ello hay que agregar que el parroquiano que se siente ajeno a su ciudad no puede llegar a sentirla ni vivirla y, menos, a repensarla. De ahí que valga la pena leer el libro de Legorreta. Espero hacerlo más adelante.
Por su importancia paso ahora a detenerme en lo que se refiere a los ejemplares de libros y el número de títulos que se editaron y vendieron en México el año pasado.
Durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CNIEM), dio a conocer su informe anual en donde se dice que en el curso de 2007 la producción y ventas de libros en México registraron una marcada tendencia a la baja.
Según consta en el reporte, la producción de libros fue de 278.2 millones de ejemplares. Al sector privado, corresponden 129.3 millones. La mayor producción del sector público estuvo a cargo de la Secretaría de Educación Pública, cuyo 69 por ciento se destinó a la educación primaria para su distribución gratuita y como texto único.
El sector privado lo integran 229 editoras que en 2007 publicaron 20 mil 300 títulos, lo que representó un incremento de 8.6 por ciento respecto al año anterior, mas no en cuanto al número de ejemplares que mostró una baja de 5.9 por ciento en relación a 2006.
En cuanto a la comercialización, el año pasado se vendieron 133 mil 245 títulos (9 por ciento más que en 2006) y más de 146 millones de ejemplares, lo cual significó una facturación de alrededor de 7 mil 500 millones de pesos. Del total de las ventas, cerca del 90 por ciento de los ejemplares se vende en el país y un aproximado de 10 por ciento en el extranjero. De lo que se vendió en México, al DF y zona metropolitana corresponde el 41.6 por ciento y el 58.4 por ciento al resto de la República. Las exportaciones de libros en el 2007 ascendieron a 14.9 millones de ejemplares, que corresponden a 68.8 millones de dólares y se importaron 19.1 millones de ejemplares con un valor de 69.6 millones de dólares.
Y como es de libros que estoy hablando, no quiero dejar de decir que también estoy pendiente de adquirir y leer el de Carlos Monsiváis, Escribir, por ejemplo, en el que reúne dos crónicas y ochos ensayos sobre la obra y autores de la talla de José Revueltas, Jaime Sabines, Ramón López Velarde, Agustín Yáñez y Juan Rulfo, entre otros. En opinión de Monsiváis, “leer un clásico es parte de la idea de estar ante la presencia de lo valioso espiritualmente”.
Para terminar, me quedo aquí y, durante lo que queda del año, regreso a la lectura de dos --de entre muchos-- de los libros para mí entrañables: Amor perdido de Monsiváis y La cultura del antojito de José N. Iturriaga.
Diario La Hora
Guatemala, miércoles
17 de diciembre de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario