Hace 50 años
Lo tengo tan presente como si hubiera sido hoy. El año de 1959 lo recibí con Ana María y su familia en la casa de su abuelita. La tarde del primer jueves del año pasé a saludarla de nuevo y le conté que en La Voz de las Américas (para su tiempo una radiodifusora guatemalteca de mucho prestigio y audiencia) estaban transmitiendo noticias muy importantes.
Guatemala estaba gobernada por Ydígoras Fuentes. Luego de las votaciones en las que resultó electo, tomó posesión del cargo en marzo de 1958. Con esos comicios se decía --y, por cierto, no resultó así-- que se pondría fin a la ingobernabilidad que comenzó con la renuncia del presidente Arbenz Guzmán (27 de junio de 1954) y se agudizó con el asesinato de Castillo Armas (26 de julio de 1957), en Casa Presidencial, el militar a quien la Agencia Central de Inteligencia (CIA) nombró como cabecilla de la invasión mercenaria al país, y la Casa Blanca impuso como presidente de la República a partir del 1 de septiembre de 1954.
Pues bien. En La Voz de las Américas tenía a su cargo la narración de los juegos de la liga mayor del béisbol guatemalteco y de los resultados del béisbol profesional de Cuba, el doctor Julio César Escobar, más conocido como El Panzón Escobar. Aquélla tarde, estaba de turno. A eso de las 14 horas anunció que se conectaría con la CMQ, emisora cubana que desde La Habana estaba dando noticias de lo que allá acontecía. Las noticias eran escuetas.
El tirano Batista había huido a Santo Domingo y sus secuaces trataban de garantizar la sucesión con un gobernante provisorio. De pasada se informó del llamamiento a la Huelga General contra el continuismo y del avance de los alzados en la Sierra Maestra. Era inminente la victoria revolucionaria. Una de las tiranías más oprobiosas, sanguinarias, corruptas y entreguistas del Caribe y América Latina acababa de caer.
La Generación del Centenario fue la fuerza organizadora del asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo (26 de julio de 1953) y, ya constituido el Movimiento 26 de Julio, del desembarco del Granma (2 de diciembre de 1956), de la organización y dirección de los combatientes de la lucha clandestina, y del triunfo revolucionario (1 de enero de 1959).
Se dice fácil y hasta parecería un período corto. Fueron cinco años, cinco meses y cinco días de duros y decisivos combates, importantes y trascendentales batallas, ejemplares hazañas, infatigables y tesoneros esfuerzos, abnegación, entereza y, sobre todo, la decisión de vencer o morir en el empeño. Al calor de esa heroica lucha surgió, se amplió, consolidó y ganó autoridad y prestigio la fuerza político militar revolucionaria, el Ejército Rebelde, bajo la audaz, firme e indoblegable dirección nacional, con su Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz a la cabeza.
Esos cinco años, cinco meses y cinco días son la continuación histórica de la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878), la llamada Guerra Chiquita (1879), la de la Independencia de 1895, y la lucha contra los sucesivos gobernantes y regímenes tiránicos y despóticos que tuvo Cuba a partir de la instauración en 1902 de la República mediatizada.
A 50 años del triunfo revolucionario, son impresionantes los logros y realizaciones en lo económico, político, social, cultural y deportivo alcanzados por Cuba, máxime si se tienen en cuenta las dificultades y obstáculos a los que ha tenido que enfrentar e ir superando exitosamente. Es, además, ilustrativa y aleccionadora la experiencia y capacidad, inteligencia y decisión del partido, el gobierno y el pueblo cubano de continuar y avanzar en la edificación del socialismo, sin tregua ni descanso.
En esta ocasión, mi saludo al pueblo cubano pasa por reiterar mi adhesión a la campaña de solidaridad que une a las más amplias fuerzas y personalidades de todo el mundo que demandan del gobierno estadounidense el levantamiento del bloqueo comercial, económico y financiero impuesto desde hace cerca de cinco décadas. Así mismo, me uno a la lucha por la libertad y retorno a su patria de Gerardo, René, Antonio, Ramón y Fernando, los cinco prisioneros desde hace 10 años en cárceles del imperio por su lucha contra el terrorismo y las acciones criminales contra Cuba urdidas en Miami.
Cabe desearle al compañero Fidel que su salud mejore y se restablezca. Además, estoy seguro que el pueblo cubano, apoyándose en sus propias e inmensas fuerzas y con la solidaridad internacionalista de pueblos y gobiernos fraternos, avanzará aún más en la reparación y superación de las graves afectaciones y destrozos ocasionados por los dos devastadores huracanes que arrasaron la isla en el curso de este año. El año que mañana comienza, será decisivo.
Tan magna fecha es propicia, además, para agradecer la solidaridad humanitaria de Cuba con nuestro pueblo, solidaridad que ahora contribuye a superar los rezagos ancestrales en salud y a la erradicación del analfabetismo en nuestro país.
Sin ninguna duda, lo que escuché por radio la tarde del jueves 1 de enero de 1959, es el punto de partida y comienzo del cambio de época que constituye, hoy por hoy, el rasgo más característico y objetivo principal de la lucha revolucionaria en América Latina y el Caribe. ¡Cuba socialista, marca el paso!
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