viernes, 29 de octubre de 2010

A media semana

La crisis del sistema, el modelo
y el poder


Durante los días que estuve fuera del país, se informó acerca de diversos acontecimientos ocurridos aquí y en el extranjero, en general, en forma parcial, sesgada y tendenciosa. Ninguna duda cabe que la información así presentada corresponde y expresa los diversos intereses económicos, políticos e institucionales que cada medio representa, defiende y sustenta.

En el caso de lo informado en los medios impresos salta a la vista, por un lado, lo enconado de las pugnas que tienen lugar entre las distintas facciones de la cúpula económica y empresarial y la gravedad de la crisis del sistema social, el modelo económico y el poder político; y, por el otro, las contradicciones no resueltas en lo social, económico e institucional y que en nada son ajenas a lo que expresan cada uno de los medios impresos, radiales y de televisión.

Por la lectura y sistematización de lo leído, es fácil advertir que no son pocos los riesgos que amenazan la situación en lo internacional y en nuestro país.

En lo internacional, el peligro principal está en la continuada contraofensiva de la ultraderecha estadounidense tanto en Estados Unidos como en varios países de nuestro Continente y el Caribe. El miércoles de la semana entrante ya se sabrá hasta donde habrá llegado el poder que vaya a tener el Tea Party en la Cámara de Representantes, en el Senado y en 37 gobernaturas como resultado de las votaciones del martes.

En el caso de Guatemala todo apunta a que la amenaza principal se da alrededor del rompimiento del orden constitucional y que conforme el tiempo avance, tenderá a ser la constante que irá definiendo el diario acontecer en su continuidad, desarrollo y contradicciones. Que ello vaya a suceder o no depende de varios factores. Unos, lo favorecen; otros, lo dificultan.

Entre los que lo favorecen está la ingobernabilidad e inestabilidad institucional. Es, en consecuencia, una posibilidad real y resultado, además, del deliberado propósito y desesperación así como consecuencia, a la vez, de los intereses en pugna y contradicciones al interior de las distintas facciones del poder económico y empresarial y que puede llevar a que una o más de una de ellas intente una asonada a la ecuatoriana o se decida por el golpe a la hondureña.

La oligarquía y el empresariado en Guatemala no ha dejado ser la élite jurásica que con el apoyo de la jerarquía católica y el patrocinio de la CIA estadounidense fraguó y fue partícipe de la intervención extranjera a nuestro país y la instauración de la violencia organizada a partir de junio de 1954. Enseguida, promovió, avaló y es responsable de la imposición fraudulenta de los gobiernos militares de fuerza y la contrainsurgencia como política de Estado, luego del golpe militar de 1963. Veinte y tres años después, institucionalizó el desbarajuste y anarquización predominante hasta hoy.

Tengo en cuenta y considero oportuno recordar que a diez años de la renuncia del presidente Arbenz, en un estudio del departamento de Estado se consideraba a los latifundistas y terratenientes en Guatemala como lo más reaccionario, conservador y atrasado de las oligarquías latifundistas y terratenientes del Continente y mucho más reaccionarios, conservadores y atrasados que los oligarcas que en 1964 depusieron al presidente Joao Goulart mediante un golpe militar.

Y si algo confirma con todas sus letras lo ya dicho, basta y sobra con leer la entrevista publicada en elPeriódico el jueves pasado y en la que sin tapujos se llama a la hondureñización del país. En ese marco, octubre de 2010 viene a ser como un detonante más de una situación que tiene mucho parecido a la de mayo de 2009 y a la de mayo de 2003 con sus diferencias y características de cada momento, situación, circunstancias y condiciones.

Se está, en consecuencia, en una encrucijada, una encrucijada propia de las crisis por agotamiento y caducidad del sistema social impuesto, el modelo económico neoliberal adoptado y el régimen político institucionalizado y cuyas contradicciones no se van a solventar y, menos, superar con paliativos o tratando de forzar a que el país retroceda a los peores años del pasado reciente.

En mayo de 2009 todavía se estaba a tiempo de rectificar el rumbo, hacer un alto en el camino e intentar superar la crisis. No fue así.

De aquí a abril, quizá todavía haya tiempo y se logre abrir el espacio que permita, seriamente y a fondo, explorar y concertar la vía y las formas para encontrarle la solución a la crisis y que arranca a partir de sentar las bases para salir de este ya tan inaguantable atolladero en que se está y que a quien más perjudica, golpea y afecta es a la mayoría de la población. Después, dudo que vaya a ser posible.