Conocer el pasado,
explicar el presente y
visualizar el futuro
He decidido referirme hoy --y mejor si es sólo por esta
vez--, a cuatro de los doce comentarios a mi columna del pasado 22 de agosto
que llegaron al Diario La Hora. Carlos Morán es de la opinión que “hablar del
siglo pasado y compararlo con el presente es querer regresar a los conflictos
pasados”. Para Gilberto A. Molina B.,
“en tiempos de la guerra hubo guerra de guerrillas, enfrentamientos en las
montañas, tácticas de ambos bandos”.
Erick Cruz --refiriéndose a lo que escribo y publico
semanalmente--, considera que me quedé
viviendo en el siglo pasado y mi mentalidad no ha cambiado y que, así como yo,
hay varios que están muy mal, hacen daño… y hay que cuidarse de ellos.
Por lo visto hay quienes todavía se resisten a que se
hable del pasado. Quien no quiere que se conozca el pasado, ignora que con ello
se corre el riesgo de que se repitan los errores que se hayan cometido y
desestimar lo que se hizo bien. Se corre
el riesgo, además, de no interpretar y explicar lo que está aconteciendo ahora
y, menos, prever el futuro probable.
En cuanto a que haya quienes que consideran que me he
quedado viviendo en el pasado --y este es el caso del señor Cruz-- y que mi
mentalidad no ha cambiado, puedo decir que a lo largo de mi vida, y de la lucha
con la que sigo y estoy comprometido, he tenido claro que no hay que hablar u
opinar sobre el pasado como se quisiera que hubiera ocurrido. Hay que abordar
el pasado tal como fue, examinar la situación y condiciones del momento en que los
acontecimientos se dieron, su contexto y entorno.
Respecto a lo que sostiene el señor Molina, hay que
decir que la oposición, resistencia y lucha contra los regímenes impuestos a
partir del 27 de junio de 1954 y la insurgencia armada que se inicia en 1960,
fueron, en ambos casos y en su momento, las formas y vías de lucha y
organización adoptadas a fin de enfrentarse a quienes entregaron el país a una
potencia extranjera y a los regímenes militares que reprimieron al pueblo y le
negaron su derecho a organizarse libremente y manifestar su descontento e
inconformidad.
Se trata, entonces, de profundizar y explicar las
causas que dieron origen al enfrentamiento armado, los objetivos, formas,
métodos de lucha y organización del movimiento social y popular y del
movimiento revolucionario en armas y, además, a cómo el Estado reprimió y
aterrorizó a la población civil y se enfrentó y trató de combatir a los frentes
guerrilleros y la lucha clandestina.
En cuanto a que el señor Cruz diga que hay que
cuidarse de quienes, según él, estamos mal, ello supone volver al siglo pasado
y reavivar un conflicto que fue posible ponerle fin por medios políticos, el
diálogo y las conversaciones.
Dejo al final lo que dice quien se apellida Roosevelt.
Según él, soy un ejemplo de quinta columnista, no periodista ni historiador.
Soy un columnista de opinión que se refiere a lo acontecido y a los hechos del
pasado tal como se dieron, la situación y condiciones en que ocurrieron, su entorno
y contexto internacional.
En ese propósito, mal haría si para condescender con
quienes no les parece mi modo de pensar y decir las cosas y cómo actúo y
procedo, me dedicara a descontextualizar nuestra historia, lo que está
ocurriendo actualmente y lo que pueda pasar más adelante.
Lo que se hace y cómo se hace, lo que se dice y cómo se dice, en mi
opinión, ha de corresponder a lo que se piensa y cómo se piensa. Lo que se
piensa y cómo se piensa, a su vez, ha de guiar y fundamentar lo que se hace y
cómo se hace así como lo que se dice y cómo se dice. Es la manera de ser consecuente
en un momento dado y a lo largo de toda la vida.