miércoles, 29 de agosto de 2012


Conocer el pasado,
explicar el presente y
visualizar el futuro


He decidido referirme hoy --y mejor si es sólo por esta vez--, a cuatro de los doce comentarios a mi columna del pasado 22 de agosto que llegaron al Diario La Hora. Carlos Morán es de la opinión que “hablar del siglo pasado y compararlo con el presente es querer regresar a los conflictos pasados”.  Para Gilberto A. Molina B., “en tiempos de la guerra hubo guerra de guerrillas, enfrentamientos en las montañas, tácticas de ambos bandos”.

Erick Cruz --refiriéndose a lo que escribo y publico semanalmente--,  considera que me quedé viviendo en el siglo pasado y mi mentalidad no ha cambiado y que, así como yo, hay varios que están muy mal, hacen daño… y hay que cuidarse de ellos.

Por lo visto hay quienes todavía se resisten a que se hable del pasado. Quien no quiere que se conozca el pasado, ignora que con ello se corre el riesgo de que se repitan los errores que se hayan cometido y desestimar lo que se hizo bien.  Se corre el riesgo, además, de no interpretar y explicar lo que está aconteciendo ahora y, menos, prever el futuro probable.

En cuanto a que haya quienes que consideran que me he quedado viviendo en el pasado --y este es el caso del señor Cruz-- y que mi mentalidad no ha cambiado, puedo decir que a lo largo de mi vida, y de la lucha con la que sigo y estoy comprometido, he tenido claro que no hay que hablar u opinar sobre el pasado como se quisiera que hubiera ocurrido. Hay que abordar el pasado tal como fue, examinar la situación y condiciones del momento en que los acontecimientos se dieron, su contexto y entorno.

Respecto a lo que sostiene el señor Molina, hay que decir que la oposición, resistencia y lucha contra los regímenes impuestos a partir del 27 de junio de 1954 y la insurgencia armada que se inicia en 1960, fueron, en ambos casos y en su momento, las formas y vías de lucha y organización adoptadas a fin de enfrentarse a quienes entregaron el país a una potencia extranjera y a los regímenes militares que reprimieron al pueblo y le negaron su derecho a organizarse libremente y manifestar su descontento e inconformidad.

Se trata, entonces, de profundizar y explicar las causas que dieron origen al enfrentamiento armado, los objetivos, formas, métodos de lucha y organización del movimiento social y popular y del movimiento revolucionario en armas y, además, a cómo el Estado reprimió y aterrorizó a la población civil y se enfrentó y trató de combatir a los frentes guerrilleros y la lucha clandestina.

En cuanto a que el señor Cruz diga que hay que cuidarse de quienes, según él, estamos mal, ello supone volver al siglo pasado y reavivar un conflicto que fue posible ponerle fin por medios políticos, el diálogo y las conversaciones.

Dejo al final lo que dice quien se apellida Roosevelt. Según él, soy un ejemplo de quinta columnista, no periodista ni historiador. Soy un columnista de opinión que se refiere a lo acontecido y a los hechos del pasado tal como se dieron, la situación y condiciones en que ocurrieron, su entorno y contexto internacional. 

En ese propósito, mal haría si para condescender con quienes no les parece mi modo de pensar y decir las cosas y cómo actúo y procedo, me dedicara a descontextualizar nuestra historia, lo que está ocurriendo actualmente y lo que pueda pasar más adelante. 

Lo que se hace y cómo se hace, lo que se dice y cómo se dice, en mi opinión, ha de corresponder a lo que se piensa y cómo se piensa. Lo que se piensa y cómo se piensa, a su vez, ha de guiar y fundamentar lo que se hace y cómo se hace así como lo que se dice y cómo se dice. Es la manera de ser consecuente en un momento dado y a lo largo de toda la vida.

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