miércoles, 1 de agosto de 2012

A media semana


El poder pone a prueba,
corrompe y desgasta


Parafraseando a quien hizo de la política un arte y una ciencia, una teoría y una práctica para la toma del poder político, se puede decir que, para el caso de nuestro país, es más fácil tomar el poder, que saberlo defender y sostener. Sucede, además, que quien lo ejerce suele  marearse, envanecerse, corromperse y desgastarse. Lo común es que fracase y sucumba y no logre salir bien de semejante prueba. 

En Guatemala lo que ha ocurrido durante los ocho últimos períodos de gobierno, es así. Uno de ellos fue designado por una legislatura que después fue depurada. Los otros, resultaron “electos”  sin contar con el respaldo mayoritario de la ciudadanía y, menos, de la población. Lo cierto es que al final de su período gubernamental, ninguno ha logrado pasar exitosamente tan desafiante prueba. 

Los liderazgos en el país se improvisan, son de momento y ocasionales. Tampoco se cuenta con estadistas a quienes se les pueda confiar la dirección y conducción ejecutiva del Estado, la función de legislar y la impartición de justicia. Esto, en mi opinión, es a causa de que, como el sistema está inmerso en una prolongada crisis por agotamiento y caducidad, los sucesivos gobernantes, autoridades e instituciones, a su vez, tienden a debilitarse y desgastarse, en unos casos, más aceleradamente que en otros. 

A cien días de que el actual gobierno asumió el poder, son muchas las dudas que se tienen respecto a que la gestión pública esté siendo manejada y conducida competentemente. En los medios de difusión son muchos los señalamientos que se hacen con relación a la corrupción, aunque hasta ahora nada se haya comprobado. 

Tampoco resultan siendo meras conjeturas lo que se dice y opina respecto a las pugnas al interior del gabinete y en otras dependencias por el control del poder, la probable sucesión --pese a que todavía está lejos-- y a qué sectores al servicio del poder oligárquico y patronal y de los poderes paralelos, habrá que compensar su financiamiento de campaña con los negocios a cargo del Estado y a cuáles desplazar. 

            Todo indica que los campos están configurándose en medio de no pocas dificultades y que nada está definido. En esas disputas, es sintomático lo que se supo ayer. En el Congreso de la República, la bancada oficial se habría dividido en dos bloques y, un tercero, declarado neutral.

Por aparte, es muy poco el margen de que dispone el gobernante para convencer y dar certeza de que, al menos, en siete ministerios (Finanzas, Economía, Relaciones Exteriores, Educación, Trabajo, Agricultura y Salud), la gestión y conducción sea competente, eficiente y eficaz o que más de alguna Secretaría logre despegar. 

Para el titular de la de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN), junto a los pocos avances que se reconoce que ha habido en la ejecución del Programa Hambre Cero, hay que esperar “que la respuesta de los ministros” se haga sentir, previo a finalizar el año. En la reunión de gabinete del domingo el presidente Pérez Molina se dice que reconoció problemas en la ejecución del programa y “que las principales metas que acompañan al proyecto… siguen sin arrancar”. En la misma situación y condiciones podrían estar otras de las Secretarias que no parece que marchan en la dirección para las que fueron creadas.

Además, son muchos los indicios y elementos que ponen en duda la competencia e idoneidad de quienes tienen a su cargo aconsejar al mandatario en qué dirección encaminar las reformas a la Constitución, sus reales y verdaderos objetivos así como los pasos a seguir. 

 De quienes se conoce su opinión son muchas las dudas y cuestionamientos que motivan y muy pobre la sustentación en que las fundamentan a lo que cabe agregar la falta de una consistente y explicativa exposición de motivos que sirviera de base para darle credibilidad y certeza y fijar posición respecto a lo que se pretende que la población apruebe.

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