La
crisis política,
institucional
y gubernamental (y 4)
El
miércoles pasado, luego de enviar mi colaboración semanal para su publicación,
me enteré del escandaloso fraude en el Instituto Guatemalteco de Seguridad
Social (IGSS), de la captura de los más altos directivos y varios empleados de
la Institución y dos de los representantes de la Farmacéutica Pisa, S.A., así
como de lo que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala
(CICIG) y el Ministerio Público (MP)
informaron a medio día y en detalle, en conferencia de prensa.
El
mismo miércoles por la mañana, cinco columnas de comunidades indígenas y de
campesinos llegados del interior del país y organizadas por la Coordinadora
Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOC), el Comité de Desarrollo Campesino
(CODECA) y la Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas (UVOC), marcharon
por las principales calles y avenidas de la capital hasta desembocar en la
Plaza de la Constitución.
Frente
al Palacio Nacional de la Cultura, exigieron la renuncia de Pérez Molina y de
Maldonado Aguirre, su derecho a acceder a los servicios públicos de salud y
educación, llamaron a la unidad del pueblo para salvar al país, la libertad de
presos políticos, el cese de la represión y persecución de líderes comunitarios
y campesinos, la nacionalización de la energía eléctrica y la convocatoria a una
Asamblea constituyente plurinacional e incluyente a fin de refundar
políticamente el Estado. (La Hora,
20 de mayo de 2015).
En otros
medios, sospechosamente se ninguneó esta pacífica y masiva demostración o no se
destacó e ignoró la importancia de sus demandas, sus exigencias y pancartas. Lo
que no se puede ningunear o ignorar es que con las exigencias y demandas
planteadas, se cuenta con más elementos para empezar a responder a lo que, con
razón, Ollantay Itzamná planteaba respecto a "¿por qué y para quién suenan
las cornetas indignadas en las ciudades?" (Rebelión, 18/05/2015).
Entre
tanto y al parecer, el Embajador Robinson opta porque Pérez Molina, por el
momento, continúe en la Presidencia y, por su parte, la dirigencia del CACIF,
apresuradamente, se encarama a lo que se "recomienda" desde la Casa
de la Avenida de la Reforma con el deliberado propósito de que a algunos de sus
agremiados no se les investigue y deduzcan las responsabilidades que pudieran
tener en la defraudación aduanera en la SAT, de los que están siendo
investigados y ligados a proceso por el escandaloso fraude en el IGSS y las de
quienes resultaran implicados en lo que podría salir a luz en estos días.
Es
mucho el significado y más la importancia que tiene la marcha de las
comunidades indígenas y de campesinos del 20 de mayo en la ciudad capital y lo
que, en perspectiva y proyección, incidirá en el contenido, carácter, avance,
desarrollo y profundización de lo planteado y logrado por las clases medias y
otros sectores de la población urbana.
Son
los vientos reconfortantes de la oleada antigubernamental que conmociona al
país y que une, moviliza y organiza la lucha social y popular en torno a: 1) el
repudio a la corrupción y la impunidad; 2) la renuncia de Pérez Molina y de
Maldonado Aguirre; 3) el cambio radical del sistema político e institucional,
el modelo neoliberal y globalizador, egoísta y depredador; 4) contra las
votaciones convocadas para el 6 de septiembre, los partidos electoreros
tradicionales, las corruptas dirigencias y mafiosos financistas y sus
candidatos nominados a dedo ; 5) la refundación política e institucional del
Estado, sus organismos e instituciones; 6) la legitimación de la Nación
multiétnica, pluricultural y multilingüe; 7) la convocatoria a una Asamblea
Constituyente plurinacional e incluyente; y, 8) la instalación de un gobierno
de transición, unidad multiétnica y pluricultural y concertación democrática,
social y popular.
En
estos ocho puntos se fundamenta y sustenta el legítimo, supremo y soberano
derecho del pueblo a refundar y restaurar, institucionalmente, el orden
constitucional.
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