Iguala, 26 de septiembre:
la magnitud de la tragedia
La inmensa mayoría de mexicanos y mexicanas ve y
considera lo ocurrido en Iguala, Guerrero, la noche del pasado viernes 26 de
septiembre con los normalistas de la Escuela Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, como una tragedia, una barbarie.
Ayotzinapa es un pequeño poblado conurbado de Iguala, uno de los 81 municipios
del sureño estado mexicano de Guerrero. Es en aquella Escuela Rural donde
estudiaban los 43 normalistas capturados por policías municipales de Iguala y
que hoy, después de dos meses, nada se sabe de su paradero ni de lo que en
realidad ocurrió aquél el último viernes del noveno mes de este año.
Según Juan Villoro, “La gran paradoja del Estado de
Guerrero es que ser maestro… es un oficio de alto riesgo. La Normal de
Ayotzinapa, dice, surgió para mitigar… la desigualdad social, el poder de los
caciques, la corrupción del gobierno local, la represión como única respuesta
al descontento, la impunidad policiaca y la creciente injerencia del
narcotráfico… 43 futuros maestros, agrega, han desaparecido. La dimensión del
drama se cifra en una frase que se opone a la impunidad, el oprobio y la
injusticia: “Yo sé leer”. (El País,
30 de octubre de 2014).
Una cuestión de suma importancia y que vale la pena
destacar, es que lo sucedido en Iguala con los normalistas de Ayotzinapa, en
opinión de prestigiosos analistas, científicos sociales y columnistas de
opinión, tanto mexicanos como de otros país, marca un antes y un después en la
historia más reciente de México aunque no se tenga certeza ni se coincida --salvo
en lo que más destaca hasta ahora-- en
qué es lo pueda suceder de aquí en adelante.
Además, son interesantes y valiosos los análisis y
opiniones que a diario se dan a conocer tanto como el desafío que para la
teoría y la práctica social y popular plantea lo que está aconteciendo en
México a partir de Iguala.
Días antes de los sucesos de Iguala se presentó y puso
en circulación un interesante libro: Izquierdas
mexicanas en el siglo XXI. Problemas y perspectivas. Entrevistas, en el que
se plantean cinco interrogantes mediante las que, como se dice en el prólogo,
“se procuró obtener una muestra plural de opiniones y posturas de [quince]
personalidades consideradas de izquierda… o autodefinidas como tales”.
Uno de los objetivos principales de este esfuerzo
editorial, coordinado por el Centro de Documentación y Difusión de Filosofía
Crítica de la UNAM, “es generar materia para la reflexión política
contemporánea” así como “el interés por comprender desde qué contextos parten
las izquierdas de hoy y con qué herramientas cuentan para desenvolverse”.
Los sucesos de Iguala, por supuesto, plantean nuevos
desafíos y retos en lo teórico y práctico tanto para el movimiento social y
popular como para las izquierdas mexicanas: una nueva situación se crea, nuevos
sujetos y actores de la sociedad y el pueblo mexicano pasan a formar parte de
la cada vez más amplia y multitudinaria movilización social y popular, de la indignación
y cólera, y de la lucha, las demandas y exigencias para que los hechos se
esclarezcan.
A partir de Iguala, para los mexicanos, la tragedia --como
lo apunta Imanol Ordorika--, se resume en los “59 días de angustia, de rabia y
de indignación; 43 normalistas desaparecidos; 1 estudiante desollado; 3
normalistas exterminados y 3 transeúntes asesinados; 10 partidos políticos
cómplices e inservibles; 1 Estado en crisis; 300 mil manifestantes el 20 de
noviembre; 7 actos de provocación, bien identificados; 11 presos inocentes en
penales de Veracruz y Nayarit; 53 fosas clandestinas en Iguala; más de 40
cadáveres no identificados” y otros números más igualmente reveladores (http://www.jornada.unam.mx/2014/11/25/opinion/016a1pol).
Ante una situación así descrita, ni se puede ser
indiferente o, peor aún, mirar para otro lado.
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