El valioso legado de quienes
luchan toda la vida / y 4
La última columna que publiqué el año pasado (19 de
diciembre), la dediqué a resaltar el valioso legado de hombres y mujeres, maestros y profesores, profesionales universitarios y científicos
sociales sin tacha, personalidades destacadas, líderes populares y
democráticos, combatientes revolucionarios y progresistas, y dirigentes obreros
y partidarios. Daba continuidad, así, a dos columnas anteriormente publicadas
(5 y 12 de diciembre).
El día de hoy, concluyo lo escrito en homenaje a quienes ofrendaron su vida por los ideales y
convicciones ideológicas y políticas y que tan valiente y coherentemente
supieron defender y mantener hasta el último momento así como de quienes
continúan poniendo lo mejor de su intelecto y capacidad, voluntad y decisión,
ideas y esfuerzos al servicio de nuestro pueblo y de la lucha por el desarrollo
y progreso, el bienestar y justicia social, la libertad y democracia, la
salvaguarda de nuestra independencia y el rescate de la soberanía.
El más preciado legado de quienes luchan toda la vida,
es aquél que se puede resumir diciendo que es el de saber defender y mantener
incólumes los ideales e ideas, aspiraciones y anhelos e inclaudicable, firme y consecuentemente luchan por nuestra
real y verdadera emancipación nacional y social e internacionalistamente son
solidarios con la lucha de los pueblos y países hermanos.
Es lo que honra y dignifica a dirigentes de la
capacidad, decisión, entrega y consecuencia de Bernardo Alvarado Monzón,
Huberto Alvarado Arellano, Mario Silva Jonama, Hugo Barrios Klée, Carlos
Alvarado Jerez, Carlos René Valle y Valle y Miguel Ángel Hernández. En mi opinión, ellos
conformaron la más preclara y lúcida, capaz e inteligente de las
direcciones del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), a todo lo largo de su
historia.
Honra y dignifica a militantes y otros dirigentes
partidarios que durante la lucha clandestina supieron estar a la altura de sus
responsabilidades y de su tiempo. Es el caso de los 28 desaparecidos durante el
gobierno de Méndez Montenegro, así como de jóvenes de la decisión y audacia de
Edgar Ibarra, Norita Paiz Macho Blanco y Boris Arévalo, cuya
consecuencia revolucionaria y militante fue ejemplar y a toda prueba. Tanto
como lo es el valioso legado de amigos y compañeros como lo fueron Carlos Enrique
Forno y Fernando Arce Behrens o el irrepetible y militante comunista y
prestigioso humanista y psicólogo Carlos Figueroa y Edna, su tan valiente
esposa.
Como revolucionario de una vasta cultura y amplios
conocimientos de historia, militares, políticos y sociales, destaca el
dirigente histórico del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), Comandante Rolando Morán, cuyo fallecimiento marca
un antes y un después en el logro de la unificación de las fuerzas alzadas en
armas y el destacamento político organizado de la clase obrera guatemalteca,
PGT.
Merecen todo nuestro respeto y admiración los
destacados, honestos y consecuentes ciudadanos como el coronel Carlos Paz
Tejada y como lo fueron y siguen siendo Mario Vinicio Castañeda, Julio Gómez
Padilla, Julio Camey Herrera, Carlos Alberto Castañeda (el turco), Waldemar Barrios Klée y líderes y dirigentes
democráticos y progresistas de la talla de Adolfo Mijangos López, Manuel Colom
Argueta y Alberto Fuentes Mohr.
Hay que tener muy en cuenta lo que hace, en lo que
piensa y trabaja el entrañable y apreciado Ponchito
Orantes, radicado en Venezuela desde hace tiempo al lado de su compañera, María
Rosa. Del también institutero, Gustavo Adolfo Valdez, no he tenido
noticias desde que en 1954 se fue para Argentina.
Y quién no va a tener presente el legado que nos está
dejando José Barnoya, el Sordo por
siempre huelguero, amigo, hermano y
compatriota del tan guatemalteco don Tasso, recientemente fallecido.
…Los puntos suspensivos con que inicio este penúltimo
párrafo, son el simbólico y significativo espacio que queda para que lo ocupen
muchos más compañeros y compañeras, amigos y amigas, de quienes tanto aprendí y
sigo aprendiendo y porque su legado es, también, ejemplo de consecuencia y
lealtad, decisión y firmeza, honradez y dignidad.
En diciembre, así
decidí rubricar el año que terminó. Hoy, en enero, saludo el arribo del 2013
que puede marcar el comienzo del cambio de época en nuestro país, para nuestro
pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario