Rafita Piedra Santa,
su lucha, su obra, su ejemplo
Hay días en que las
noticias, las informaciones, lo que se sabe o se escucha, las opiniones y los
comentarios sobre lo que acontece en el país o en otros países, provoca
sentimientos y reacciones encontradas. Son esos días en que lo que ocurre o
sucede motiva, a su vez, reacciones y sentimientos de indignación o rechazo,
malestar o inconformidad o de satisfacción y esperanza, expectativas y
entusiasmo. A lo que uno no debe dejar que se le orille es al desconcierto, el
desánimo, el pesimismo, la indiferencia o el acomodamiento.
Sentimientos
y emociones de lo más encontradas, así como una reacción de pesar y
consternación, es lo que experimenté el recién pasado jueves 10 de enero.
Apenas si había terminado de enviar el Servicio
de Monitoreo y Transcripciones (SMT)
en que incluí el extenso e importante artículo de Carles Muntaner, Joan Benach
y María Páez Victor y que, con el título de “Los logros de Chávez y la revolución bolivariana”, se publicó en Rebelión, cuando a mi correo electrónico
llegó la infausta noticia de que acababa de fallecer Rafita Piedra Santa.
Para quienes tuvimos el privilegio de conocer y reunirnos y conversar
con Rafita, es mucho lo que de él
pudimos aprender y lo que él nos supo enseñar. Era de lo más vasta y abarcadora
su capacidad de análisis y sistematización de los problemas nacionales y su
solución así como de los aspectos más relevantes del acontecer internacional.
Sus puntos de vista y opiniones y, sobre todo, su posición ideológica y
política fue siempre lo suficientemente clara, puntual, precisa, definida.
Política
e ideológicamente sostuvo y defendió una posición de lo más respetable. La obra
que deja es de obligada consulta para quienes quieran adentrarse, profundizar y
enriquecer el pensamiento e ideas de un hombre inclaudicable, de grandes
ideales, de un luchador infatigable. Rafita
fue alguien que --como pocos, muy pocos--, supo defender y sustentar con
honestidad y claridad, solvencia y responsabilidad, lo que pensaba y opinaba.
Su rectitud y desprendimiento, su don de gentes y calidad humana, más su
rigurosidad científica, son unos de sus rasgos personales y profesionales más
característicos. Ello, dignifica y enaltece a quien así se conduce, piensa,
opina y trabaja. Es, además, una parte de su hermoso y valioso legado.
A lo
anterior hay que agregar que a él le corresponde el mérito y honor de ser uno
de los más consecuentes e infatigables, firmes e indoblegables defensores de
nuestra soberanía nacional y la salvaguarda de nuestra independencia. Es por
ello y mucho más que Rafita Piedra
Santa es de los imprescindibles, de los que luchan toda la vida y porque es de
quienes, por su consecuencia y lealtad para consigo mismo y para con los demás,
merece el mayor de los respetos, el más sentido afecto y la más profunda
admiración.
El licenciado Piedra Santa sostenía y era de la opinión que la
salvaguarda de la independencia nacional y la defensa de nuestra soberanía es
la ruta que viabiliza y hace posible avanzar en la lucha por la equidad y la
justicia social, la no discriminación y exclusión económica y política y la
erradicación del infame sistema de opresión y explotación neoliberal y
globalizador que, en el momento actual, es la causa principal de la cada vez
más agravada y prolongada crisis institucional y de gobernabilidad que se
inicia en el país a partir de la intervención norteamericana en junio de 1954.
Ninguna
duda tengo respecto a que la mejor manera de respetar y ser fieles a su
ejemplo, a sus ideales, a su intachable conducta y ser continuadores
consecuentes de su lucha, supone y obliga asumir el compromiso de construir la
más amplia unidad social y popular, democrática y progresista, a fin de
alcanzar nuestra real y verdadera emancipación nacional y social y que fue por
lo que Rafita Piedra Santa luchó toda
su vida y dedicó sus conocimientos, capacidad y experiencia.
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