El valioso legado de
quienes luchan toda la vida / 3
De alguna manera, lo que llevo escrito respecto
al legado de quienes luchan toda la vida, es algo así como un acercamiento o,
mejor dicho, un reencuentro, una aproximación a un pasado reciente que hay que
tener presente y no dejar que se olvide. Es, además, un intento por entender y
explicar el momento actual y tratar de visualizar la tendencia de desarrollo y
desenvolvimiento de los acontecimientos.
Me
percato e insisto, una vez más, en que se está, en el momento actual, ante una
crisis prolongada aún más agravada y que, aunque su desenlace no esté a la
vuelta de la esquina, está más próximo de lo que pudiera pensar el más
intransigente de los pesimistas. En el curso de este año, las condiciones
objetivas han madurado mucho más de lo que ya estaban. Las subjetivas, por el contrario,
continúan con retraso.
Teniendo
en cuenta lo anterior, doy seguimiento a lo que me propuse hace tres semanas y
que va más allá de tratar de recordar y tener presente a quienes han luchado
toda la vida, lo que hicieron y lograron o dejaron pendiente. Eso es su más
valioso y preciado legado, así como lo es el de quienes persisten en luchar por
ese otro mundo posible y necesario de construir. De ellos aprendí y me
continúan enseñando que la más alta forma de ser consecuente consigo mismo, con
su país, con su pueblo y con las luchas de los demás pueblos y países hermanos,
es --como lo hizo Martí--, estar del lado del deber.
Tal
es el legado de José León Castillo, Enrique Muñoz Meany, Alfonso Bauer Paíz,
Oscar Barrios Castillo, don Joaquín Pardo, Edmundo Vásquez Martínez, Rafael
Cuevas Del Cid, el Cardenal Rodolfo Quezada Toruño, Monseñor Juan José Gerardi,
César Brañas, don Alfonso Orantes, Amadeo García, don Mardoqueo García, el
profesor Rafael Arévalo Morales, María de Sellares, Elenita de Barrios Klée,
Rodolfo Ortíz, Luis Larrazábal, León Valladares, Hugo Guzmán, Alfredo Cabrera
Palma, Aída Martínez, Matilde Elena López, Luz Valle, Norma Padilla, doña Tere
de Zarco.
Lo
son, también, Edgar Amado Sáenz, Jorge Fuentes Aqueche y los seis compañeros y
compañeras con quienes le damos seguimiento al diario acontecer, sistematizamos
el estudio y análisis de la situación nacional y visualizamos su posible y real
solución en el marco del entorno internacional actual. Lo son, además, profesionales
universitarios del nivel de Carlos González Orellana, Julio Estévez y Rafael
Piedra Santa.
Resultaría
imperdonable dejar de mencionar a dirigentes políticos y obreros de la rectitud
y honestidad de Víctor Manuel Gutiérrez, Leonardo Castillo Flores, Rafael
Tischler, José Luis Ramos, Antonio Obando Sánchez; de militantes y cuadros
revolucionarios y combatientes del nivel y entrega de Octavio Reyes (el Chejecito), de Carranza y Lidia (en Alta
Verapaz), Ramón y Remigio, Higinio, Pedrito, Laurita
Pineda, su compañero y sus hijos, Leonardo García Benavente, el Patojo Cáceres (a quien el Che menciona en uno de sus libros) o Manuelita (la Canche de Económicas), el imbatible comandante Aparicio y, el no menos ejemplar, comandante Everardo, así como Nayito Castillo
Johnson.
Indispensable
es también mencionar, de entre quienes siguen en la brega diaria, al comandante
Tomás, a Fernando Sandoval (el Chimeco), al Patojo Paz Cárcamo, Marta Aurora de la Roca, la Chinita Luin, Desha Arévalo, Paulina
Pineda (La Chiqui), Amparito Santiago,
así como a la Conchita Deras.
Tampoco
puedo dejar de referirme a amigos y compañeros como Mario René Chávez, René
Villegas Lara, Julio Palacios, Fernando Arévalo, Carlos Zipfel y García, o los
ya fallecidos Arturo González, Julio César de la Roca (asesinado) y Roberto
Merlo. Es necesario e indispensable, además, tener presente a los Muralles, los
Sánchez, los Cabrera.
A
quienes me queda por mencionar, lo haré el primer miércoles después del Cambio
de Era que comienza este viernes 21 y que, a la vez, marca el final del 13 Bak’tun,
según el calendario del ancestral pueblo maya, sus descendientes y herederos en
tanto reales y verdaderos dueños de esta tan hermosa y pródiga tierra nuestra.
Ana María y yo, tenemos presente, muy presente,
que hoy, hace 41 años, fallecía Ernesto, nuestro tercer hijo. El 3 de diciembre
de 1971, había cumplido dos años. (Continuará).
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