El valioso legado de
quienes luchan toda la vida / 2
El mes de diciembre es para Ana María y para mí un mes
de claroscuros. Es imposible no tener presente los golpes recibidos y las duras
y difíciles pruebas por las que hemos pasado juntos. A ello ya me he referido en más de una oportunidad.
Como también me referí ya a las responsabilidades que me tocó asumir en
diciembre de 1968, en diciembre de 1972 y el compromiso de ser parte de quienes
el 29 de diciembre de 1996 suscribimos el Acuerdo de Paz Firme y Duradera.
En la vida diaria se forjan amistades con compañeros y
compañeras a quienes se estima, admira y respeta. Lo que no debe pasar es que
se les olvide o, lo peor, que se deje que se les olvide.
No es necesariamente por coincidencia o identificación
política y militante que tengo presentes a quienes voy a mencionar ahora.
Algunos de ellos están entre nosotros y continúan en el diario y duro bregar a
favor de nuestra emancipación nacional y social. Su legado es tan valioso como
el de los que fueron capturados, torturados, asesinados y desaparecidos, tanto como
el de quienes ya fallecieron y dedicaron su vida a luchar con nuestro pueblo.
De algunos periodistas, mucho logré aprender: son de
los que supieron hacer de su profesión un qué hacer informativo y de opinión.
Corrieron riesgos y se expusieron al denunciar lo que merece ser denunciado. Lo
hicieron a favor de la verdad, la libertad y la justicia social, en un tiempo
en que la incomprensión, la intolerancia, la violencia, el terror, la represión
y la contrainsurgencia era lo predominante.
Es lo que me parece que fue la labor de Ángel Ramírez
en El Imparcial, las crónicas
parlamentarias y lo escrito por Enrique Parrilla Barrascout, la audaz y siempre
oportuna información, noticias y reportajes de Manuel González, el trabajo
agudo y juicio crítico de René Augusto Flores, la atrevida y desafiante columna
de Irma Flaquer, los comentarios, opiniones y denuncias radiales de Timoteo Curruchiche y el trabajo de
camarógrafo en Cuestión de Minutos de
quien familiarmente se le conoció como Manía
y cuyas documentadas gráficas y secuencias informativas son de gran valor
histórico.
A quienes hayan conocido a Aquiles Marroquín y a Meme Salguero sabrán de su labor como
dirigentes estudiantiles de post primaria en la época revolucionaria tanto como
la de Carlos Guillermo Herrera y Otto René Castillo, Oscar Maldonado, del tan
respetado Salomé Escobar, de Gloria Escribá, Amparo Santiago, Stella Quan o
Rosby Chávez.
De los dirigentes estudiantiles y universitarios y
destacados combatientes y militantes revolucionarios, hay que tener presente,
entre otros, a Antonio Fernández Izaguirre, a Néstor Valle, a Leoni, a Libo Haroldo González, a Leonel Roldán, a
Mario Botzoc, a Chano Payeras, a
Carlos Toledo, a Meme Cordero.
A dos mujeres, no se les puede dejar de mencionar:
María Rodríguez y Aida María de Noval. Además, es indispensable tener presente a
compañeras como Rosamina Ramírez, Julieta Sánchez, Julietía de Ampié, las
hermanas Jiménez (Olga, ya fallecida, y Dina), Luz Haydé Méndez, como
indispensable es tener presente a Rogelia Cruz.
Como estudiantes y destacados dirigentes en la
Universidad de San Carlos, debo mencionar a Julio Rodríguez Aldana, Bernardo
Lemus, Julio Segura, Carlos Enrique Centeno (con quien fuimos compañeros en el
INCV), Alfonso Figueroa, a Mundo Guerra.
Ya en el trabajo unitario, a Jorge Rosal, al Canche Montalvo y a Raúl Molina. Tengo presente y recuerdo muy bien
a Carlitos de la Roca, a Carlos Estrada, a Víctor Manuel Escobar, a Roberto
Oliva, fallecido cuando menos se esperaba, a Chaly Morales, a Edgar Morán.
Aunque tengo algún tiempo de no verlos y no conversar
con ellos, debo de mencionar a Rodolfo Azmitia, a Francisco Villagrán Muñoz, a Güicho Becker, a Mario René Matute. Con
Américo Cifuentes y Antonio Móbil, conversamos frecuentemente.
De la facultad de Derecho, es imposible dejar de
mencionar a Salvador Orozco, a Otoniel Fonseca, a Hugo Rolando Melgar, a
Wilfredo Valenzuela, a Manolo Andrade Roca, a Santiago López, a Ariel Déleon.
Es tan valioso su
legado, que resulta irresponsable permitir que con el paso del tiempo se les
vaya a olvidar. Resulta imposible, además, no tener presente a destacadas
personalidades, maestros y pedagogos, dirigentes obreros honestos y probados y
ejemplares combatientes, cuadros y dirigentes de la lucha armada y la lucha clandestina.
(Continuará).
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