Lo que comienza mal
y sigue mal, termina mal
La desbandada de diputados de unas bancadas a otras y su renuncia a los “agrupamientos” que los “postularon”, los pleitos en las primeras reuniones de jefes de bloque, el descontento en la del viernes 20 y el altercado en el Pleno del 19 de enero, así como el papel de la aplanadora pro oficial que se dice está ya “constituida”, obliga a preguntarse si son suficientes indicios para afirmar que lo que comienza mal y sigue mal, termine mal o peor.
El transfuguismo es una de las prácticas más nocivas, perniciosas y censurables. Pone en entredicho y desprestigia a las bancadas que lo estimulan, pero también a las que lo permiten y a las que aceptan a quienes así proceden. Afecta y compromete la labor legislativa, su eficacia y eficiencia, solvencia e integridad. Es una manifestación de corrupción, oportunismo, acomodamiento y politiquería.
Riñe con la labor de legislar en interés del país y la nación. Es consustancial a la falta de lealtad y consecuencia, fidelidad e identificación política y partidaria. Se utiliza y sirve para obtener favores y beneficios, privilegios y prebendas personales. El tránsfuga se burla, ignora e irrespeta la “voluntad” del ciudadano que lo “favoreció” con su “voto” y de quienes lo “postularon”.
La desbandada en la actual legislatura, no parece tener precedentes. De los 158 diputados que fueron “electos” o “reelectos”, 35 renunciaron a los “agrupamientos” que los postularon y cambiaron de bancada. Varios parlamentarios prevén más “reacomodos de fuerzas”.
Fuera del Congreso, hay quienes opinan que tan oportunista y acomodaticio es quien se cambia de bancada y renuncia a su “agrupamiento” como quien acepta un cargo de menor rango que el que ocupó en la junta directiva anterior o quien acepta formar parte de ella con el pretexto de que podría ser la última legislatura a la que se le haya “electo”. Son acres las críticas al ex presidente del Congreso y ahora diputado “independiente” y al también tránsfuga y ex secretario general de la UNE.
Son reprobables e indignan los pleitos por el reparto de las oficinas de trabajo y la asignación de nuevas plazas. Es aún más censurado y criticable el irrespetuoso proceder del actual jefe de bancada del ex partido oficial durante el Pleno del primer período ordinario de sesiones.
Semejantes pleitos, ponen en evidencia la incapacidad de la actual junta directiva para solventar y evacuar asuntos administrativos y resolver y dirimir los de carácter político e institucional. Además, pone en duda su competencia para arribar a consensos y el restablecimiento de la gobernabilidad en el Legislativo.
La crónica parlamentaria ilustra algo al respecto. En su edición de ayer, PrensaLibre informa que varios jefes de bloques y algunos integrantes de la junta directiva se quejan del autoritarismo del presidente del Congreso, están molestos porque “ha tratado de imponer la agenda del partido oficial” y les parece que la “búsqueda de consensos está cuesta arriba”. No ven bien “la intromisión del Ejecutivo en la toma de decisiones en el Parlamento”.
Con anterioridad, otro de los diarios de la mañana, informaba que los diputados se pelearon por la distribución de las oficinas y que durante la primera sesión de jefes de bloque la agenda legislativa se relegó a un segundo plano. (elPeriódico, 18 de enero de 2012).
Respecto a las peleas por “contratar más personal, pese a que en el Congreso hay más de mil 296 personas para atender a los 158 legisladores”, el matutino de la 13 calle, informó que es una muestra de que “la anarquía en el Congreso ha llegado a límites inesperados” (PrensaLibre, 19 de enero de 2012).
Según el Diario La Hora (19 de enero de 2012), el inicio del período ordinario de sesiones del Congreso estuvo marcado por la impuntualidad y la confrontación. El retraso, se dice, fue a causa de los problemas surgidos por “la asignación de espacios” ya que los diputados “no sabían dónde ubicarse, por el cambio de bancadas” y que el altercado entre el jefe de la bancada de la UNE y la junta directiva del Congreso, se debió a que el presidente del Legislativo “no le cedió la palabra” y ello motivó “su enojo”.
El día de hoy, SIGLO21.com.gt refiere que “en el Congreso, los reclamos y el desorden continúan”.
La Constitución Política de la República incluye entre las prerrogativas de que gozan los diputados la “irresponsabilidad por sus opiniones, por su iniciativa y por la manera de tratar los negocios públicos, en el desempeño de su cargo” (Artículo 161, literal b).
Por alguna razón, el constituyente de 1985 no consignó lo referente al buen comportamiento a observar por quien ostenta la calidad de dignatario de la Nación y representante del pueblo.De acuerdo a como están las cosas, existe el riesgo real de que la actual legislatura resulte peor que la anterior. No es precipitado, en consecuencia, afirmar que lo que comienza mal y sigue mal, termine mal o peor.
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