miércoles, 9 de noviembre de 2011

A media semana

Lo rural y lo urbano
en el mapa de votaciones


En mi opinión, la real y verdadera intención y decisión de los votantes debería cuantificarse y evaluarse de acuerdo a los números que arrojan los votos válidos, los votos emitidos y la abstención. Dicho en otras palabras, en los resultados finales no sólo se debe incluir los votos nulos y los votos en blanco sino, además, la abstención.

La Ley Electoral y de Partidos Políticos incluye los votos nulos y los votos en blanco dentro de los votos emitidos, lo cual es correcto; es correcto, además, que se consideren como votos válidos la suma que incluye el total de votos obtenido por los candidatos en contienda, más el total de votos nulos y los votos en blanco.

Lo que no procede es que los porcentajes que correspondan a cada candidato se saquen sólo sobre la base de los votos emitidos. Es de esa manera como se desvirtúan los reales y verdaderos resultados, como también se desvirtúan los reales y verdaderos resultados al no cuantificar lo que corresponda a cada candidato con relación a los votos válidos y la abstención.

Los votos nulos y los votos en blanco son el recurso del votante para expresar su inconformidad y desacuerdo con los candidatos en contienda y los partidos que los postulan, sus propuestas y ofrecimientos. La abstención, a su vez, es resultado y consecuencia de quienes así lo deciden o de quienes no pueden hacerlo o porque las condiciones y circunstancias no se los permite.

Anteriormente hice referencia a los resultados del 11 de septiembre y tabulé los porcentajes que corresponden a cada uno de los candidatos que pasaron a la segunda vuelta; se dan, además, los porcentajes que a cada uno corresponde con relación a los votos emitidos, los votos válidos y la abstención. Es así, en mi opinión, como procede interpretar y explicar la real y verdadera intención de los votantes y los reales y verdaderos resultados (Diario La Hora, 2 de noviembre de 2011).

A partir de lo ya expuesto, intentaré aproximarme a una interpretación de los resultados con relación a los votos emitidos, los votos nulos, la abstención y al padrón electoral. Más adelante me ocuparé de la real y verdadera intención de los votantes y la ya configurada correlación de fuerzas, sus contradicciones e intereses. situación de cada uno de los agrupamientos electoreros, la gobernabilidad y las condiciones del país y su entorno internacional.

La segunda vuelta configura un mapa de votaciones diferente al de la primera e introduce cambios significativos e importantes en los resultados finales.

El pasado domingo, el Partido Patriota (PP) obtuvo 2 millones, 300 mil 874 votos; el Partido Libertad Democrática Renovada (LIder), 1 millón 980 mil 819. El total de votos válidos fue de 4 millones, 211 mil, 693; los votos nulos, 124 mil, 908; los votos en blanco, 57 mil 970; los votos emitidos, 4 millones 464 mil, 571. La abstención, fue de 2 millones, 876 mil, 270 votantes en un padrón electoral de 7 millones, 340 mil, 840 votantes.

Según los resultados del domingo, los votos emitidos disminuyeron en un 11.8 por ciento. Los votos nulos y los votos en blanco, equivalen al 4.09 por ciento lo que significa una sensible disminución con relación al 11 de septiembre. La abstención, por el contrario, aumentó 12.7 por ciento. Los votos a favor de LIDER se incrementaron en un 23.54 por ciento y los del PP en 17.69. El 11 de septiembre, el porcentaje que separa al PP de LIDER fue de 13.52 por ciento; el domingo, 7.58.

En la primera vuelta, el PP obtuvo más votos en 18 de los 22 departamentos de la República; LIDER, en los cuatro restantes. En la segunda, LIDER obtuvo más votos en 12 (Huehuetenango, San Marcos, Quiché, Totonicapán, Sololá, Petén, Alta Verapaz, Suchitepéquez, Retalhuleu, Escuintla, Izabal y Santa Rosa). El PP, en 10; es decir, perdió ocho.

Se modifica así, en breve tiempo, el mapa configurado el 11 de septiembre y aunque deja a los patriotas en una situación un tanto incómoda y poco confortable, no quiere decir que favorezca al partido LIDER y a su “gran cruzada nacional”.

Su significado e importancia es que pone de manifiesto, al menos, dos cuestiones. Por un lado, que quien ganó las votaciones es el candidato que representa los intereses y demandas de los votantes de las áreas urbanas; y, por el otro, que quien no lo alcanzó, cuenta con el voto de buena parte de las áreas rurales, aunque no represente y defienda sus intereses y demandas y, menos, que apoye sus luchas.

En todo caso y como quiera que sea, no hay que perder de vista que unos son los compromisos de los candidatos con las distintas facciones del poder económico y patronal, sus financistas y los poderes paralelos y algo muy distinto las prioridades, demandas y expectativas del electorado urbano y el de las áreas rurales y que tampoco es lo mismo cómo los candidatos las perciben, asumen e interpretan y cómo se comprometen y se proponen cumplirlas.

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