La oleada de indignación
que recorre el mundo
Para los lectores de algunos de los medios impresos y los escuchas y televidentes de los noticiarios de radio y los canales abiertos y de paga, hay acontecimientos que no suceden. En esos medios, no se publican. Es una política deliberada que los propietarios, accionistas y anunciantes tienen convenida --abiertamente o mediante “señas”-- con sus directores quienes, a su vez, así se lo indican a sus jefes de redacción y éstos, por su parte, a sus redactores y reporteros.
Es esta la manipuladora cadena que prevalece en el área de la información y que puede resumirse diciendo que “lo que no se publica es porque --en opinión de los medios-- no sucedió” y que, en otras palabras, es lo que conviene a los verdaderos dueños de los medios a fin de que los lectores, radioescuchas o televidentes no se enteren ni sepan ni estén informados de lo que en realidad está sucediendo en el país y en otras partes del mundo. Lo que también es frecuente es que se informe a medias, tergiversada, sesgada o tendenciosamente o que persista el amarillismo noticioso.
Traigo a cuenta lo anterior porque llama la atención la casi inexistente información publicada y la también inexistente opinión editorial o comentarios hechos por “expertos” y “sabelotodo” acerca de lo que desde el pasado 17 de septiembre empezó a ocurrir en la metrópoli del imperio y que ahora se expande a todos los Estados de aquél poderoso país. Se trata de la ola de indignación social que sacude al imperio en sus propias entrañas.
Lo mismo sucede con el silencio informativo y de opinión respecto a las no resueltas revueltas en el mundo árabe, lo que acontece en la mayoría de países de Europa occidental, las movilizaciones estudiantiles en Chile y Colombia y la lucha de resistencia del pueblo hondureño, primero, contra los golpistas que depusieron al presidente Zelaya y, actualmente, contra el régimen de Porfirio Lobo.
Una política informativa y de opinión editorial así diseñada y convenida pone al lector, al radioescucha y al televidente ante el riesgo de que se le induzca a “darle una lectura ‘occidentalista”, por ejemplo, a “los levantamientos en el mundo árabe” tal como la advierte René Nava. Quien así informa u opina, desnaturaliza, desvirtúa y tergiversa lo que allá, en realidad, está aconteciendo.
En el caso de la movilización y lucha estudiantil en Chile, no se informa ni opina de acuerdo a cómo se están dando estas importantísimas jornadas por el temor de los medios y de sus dueños que hazañas parecidas se expandan a países como el nuestro. Nada o casi nada se ha informado o dicho sobre las acciones estudiantiles que recién han empezado a tener lugar en Colombia.
En Chile, la demanda por una educación pública y de calidad (expresión de intereses estudiantiles legítimos y bien identificados) empieza a adquirir el carácter de una lucha política lo cual supone un salto de calidad que arrincona al aislado y desprestigiado gobernante chileno y cuyo desenlace y solución será posible en la medida que la dirigencia estudiantil mantenga la iniciativa, desbarate las maniobras distractoras y provocadoras del régimen y derrote las acciones represivas de la militarizada policía chilena.
Muy poco o casi nada se ha dicho o informado sobre la significación y trascendencia del llamado a tomar Wall Street.
Lo que el tercer sábado de septiembre empezó en Manhattan con una convocatoria que se anunció como el “punto de partida” de la protesta “contra la codicia, la corrupción y los recortes presupuestarios” y que empezó reuniendo a “cientos de personas, en su mayoría jóvenes”, es ya hoy una manifestación cada vez más generalizada de “descontento social” e indignación. En tan apretadas líneas, es como se puede resumir lo que ha estado ocurriendo durante estos días en las entrañas mismas del imperio.
Según despachos de prensa, opiniones y comentarios que --no por casualidad o falta de espacio-- no se han publicado en la mayoría de los medios del país, en la medida en que la indignación se expande, la lucha por la justicia económica, contra la avaricia de las financieras y por terminar con las guerras, se amplía. David Brooks, en su despacho fechado en Nueva York el recién pasado día 7, informa que “el descontento social se extiende por todo Estados Unidos”.
En ese marco, adquiere mucha mayor relevancia la convocatoria lanzada a fin de que el sábado 15 de Octubre, en más de 350 ciudades de 45 países, se reúnan los indignados e indignadas del orbe. El 15-O, sin lugar a dudas, pasará a ser la más trascendental jornada de lucha a nivel mundial por un mundo mejor. Es este el signo de nuestra época y todo indica que los pueblos y países del mundo se alzan en abierta lucha contra el neoliberalismo depredador y la globalización neocolonizadora y que la ola de descontento e indignación social y popular se expande a todo lo largo y ancho de nuestro planeta.
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