jueves, 6 de octubre de 2011

A media semana

Los años perdidos

El estado actual de las “institucionalizadas izquierdas” en el país es propio de conformaciones políticas en prolongado y no resuelto proceso de desgaste, agotamiento, y caducidad y cuyas causas principales son de carácter organizativo, ideológico y político. Como ya lo dije, el exiguo 2.84 por ciento de votos obtenidos el 11 de septiembre, es la punta del iceberg. Su crisis es general.

La Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG-MAIZ), la Alternativa Nueva Nación (ANN), el Movimiento Winaq y el Movimiento Nueva República (MNR) no parece que hayan evaluado a fondo las causas, significado, efectos y consecuencias que en las actuales condiciones y situación del país tiene su marginal y desdibujada participación electorera y lo negativo que es para el avance y profundización de la lucha de los pueblos del área.

Lo que a título personal han expresado algunos de sus integrantes, son excusas con las que se trata de justificar lo injustificable. Los órganos de dirección no parece que hayan dicho algo al respecto ni tomado las medidas que crítica y autocríticamente debieron haber adoptado inmediatamente después del 11 de septiembre. Nada indica, tampoco, que hayan empezado a corregir el rumbo.

La causa principal de esta crisis general está en la ausencia de trabajo de organización, la dispersión y el abandono y desatención de las bases. Ello, a su vez, se traduce en la falta de identificación y sentido de pertenencia de sus militantes y afiliados, amigos y simpatizantes y en su desvinculación, alejamiento y ausencia de influencia, ascendencia y prestigio en el movimiento social y popular y otras fuerzas democráticas y progresistas, la clase obrera y los sindicatos, el campesinado, los pueblos indígenas, la juventud, los estudiantes y las mujeres.

En lo ideológico y político, lo que más pesa es su desideologización y despolitización. Esto ocurre a partir de su corrimiento hacia el centro.

En URNG predominan las posiciones de centro derecha. Esta tendencia intentó abrirse paso a partir del proceso de inscripción como partido político. En aquel momento, no prosperó, pero fue ya evidente durante la electorera campaña de 2003. Cuatro años después, ya como URNG-MAÍZ, sucedió lo mismo. En la reciente “campaña” se acentuó. Para URNG, prácticamente, han sido años perdidos.

ANN se dice que, verbalmente, es de lo más radical y que, sin embargo, al momento de tomar posición sobre cuestiones fundamentales es muy propensa a inclinarse hacia el centro, en unos casos, igual que URNG-MAÍZ y, en otros, más. En opinión de algunos de sus antiguos militantes, su dirección sigue siendo de lo más centralizada y aseguran que no han sido superados estilos y métodos de trabajo y dirección del tiempo del enfrentamiento armado interno.

El partido Winaq y el MNR son agrupamientos que no acaban de encontrar su razón de ser y participación política; no acaban de despegar.

La identificación de Winaq con los pueblos indígenas no logra superar la división y dispersión que caracteriza a la población originaria en nuestro país. Acentúa su división y dispersión. Para que el MNR se arraigue y llegue a tener proyección, su dirección, cuadros y militantes tendrían que hacerlo al margen de lo electorero, y sin demora.

En cuanto a la perspectiva del movimiento y fuerzas sociales y populares, democráticas y progresistas, el doctor Roberto Romero es de la esclarecedora y respetable opinión de que para trazarla y concretar hay que empezar por entender y tener claro que es una “tarea compleja que exige el diseño de una estrategia con la participación de las mayorías” y “reempezar el trabajo con mejor ritmo y eficiencia”.

En su opinión, en el trabajo teórico y práctico hay que poner “voluntad, disciplina, entrega y firmeza”. La causa revolucionaria lo exige y demanda, puntualiza.

En política, sostiene, el conformismo y acomodamiento, inmoviliza, desorganiza, desune. La lentitud o dejadez, supone ignorar que, en las actuales condiciones y situación del país y por lo que está aconteciendo en lo internacional, “la explosión social y popular toca a la puerta”. La renuncia a los principios y a lo que se fue en el pasado, son expresión de derrotismo y abandono de la lucha, “pone en duda el lograr el éxito”, la decisión de vencer y la posibilidad real de alcanzar la victoria.

Lo importante y decisivo, subraya, es “buscar el camino” y trazar la ruta a recorrer a fin de “acabar con la injusticia social”. Este debe de ser el compromiso “del guatemalteco consciente y consecuente” con la mayoría de la población y expresión y encarnación de las más sentidas demandas del pueblo. El compromiso con la causa revolucionaria, dice, tiene validez si se asume en toda su dimensión y grandeza.

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