jueves, 15 de septiembre de 2011

A media semana

Para la segunda vuelta,
nada está definido

En memoria y homenaje al
Licenciado Oscar Barrios Castillo
(5 de febrero de 1914 – 9 de septiembre de 2011)



A mí no me sorprenden los resultados de las votaciones del domingo. Tengo que reconocer, eso sí, que quienes estimé que podrían disputar y hasta desplazar del segundo lugar a Manuel Baldizón de LIDER o a Eduardo Suger de CREO no lo lograron, y que los votos nulos y los votos en blanco sumaran un porcentaje tan alto y significativo. La abstención no es menos importante. Para la segunda vuelta, los votos a nivel local de la UNE-GANA y, a nivel nacional, los de la UCN y los de VIVA-EG, cuentan.

Hay otras cuestiones más a considerar. Entre ellas, las anomalías denunciadas y los incidentes locales a causa del descontento de la población ante el proceso, la composición del próximo Congreso de la República, los resultados a nivel local, los partidos que legalmente desaparecen y los que logran mantenerse pese a su tan pobre votación.

Los votos a favor del PP no sitúan a Pérez Molina en una situación confortable para la segunda vuelta. Haber quedado en primer lugar no le asegura “la elección”. Tampoco lo es para Baldizón y su partido y, en ambos casos, sus resultados dependen de la decisión de los demás agrupamientos de cara al 6 de noviembre y de los “arreglos” a que puedan llegar.

Entre ellos, habrá los que decidan sumarse a Pérez Molina, en unos casos en forma expresa y, en otros, bajo la mesa. Es lo que podría ser más probable que hagan CREO y VIVA-EG. Lo que el PP lograra con CASA y ADN es meramente simbólico. En el caso de Baldizón, los “arreglos” a concertar van más allá. Es mucho lo que puede lograr, igualmente, en forma expresa o bajo la mesa, con la coalición UNE-GANA y la UCN. Con el FRG y los Unionistas sería, también, de lo más simbólico, al igual que con el PAN, que podría terminar “entendiéndose” con el PP.

En todo caso, el quid de la cuestión en lo de “las alianzas” del PP y “la cruzada” de Baldizón, no está en la coincidencia de objetivos sino en lo que cada uno logre “alcanzar” en el reparto del “poder”. El Frente Amplio (FA) tiene dos opciones: una, dejar en libertad a sus votantes o convocarlos a votar nulo. Su tan precaria votación y la situación en que queda, hay que tratarlo por aparte.

Durante las votaciones del domingo ocurrió algo que muy pocos se arriesgaron a prever y contra lo que se concertó una gran ofensiva. Me refiero a la decisión de votar nulo, votar en blanco u optar por la abstención. Cuando se trata de interpretar el estado de ánimo y disposición de la población y su decisión a asumir ante uno u otro acontecimiento o ante una u otra situación, así como se puede incurrir en un error de apreciación y subjetivismo, también se puede acertar. Lo que acaba de ocurrir con el voto nulo, el voto en blanco y la abstención, por las razones que sean, está muy por encima de lo que los más optimistas pudieran haber presupuestado.

La decisión de la ciudadanía de votar en blanco, anular su voto o abstenerse no es resultado del trabajo organizado o de un acuerdo previamente adoptado. De haber sido así, otro sería el significado e importancia que habría que darle. En todo caso, lo principal y más importante es que, en general, es parte de la manifestación de un estado de ánimo y disposición de un significativo e importante y muy alto porcentaje de votantes y de la población.

Detrás de una idea, una propuesta, un llamamiento, una plataforma, un programa, una decisión, una consigna, debe haber una fuerza organizada que consciente y decididamente la secunde y movilice, una y luche. Si es así, las condiciones subjetivas irán madurando más aceleradamente y, sumadas a las objetivas que ya están dadas, harán posible, en un momento muy concreto, que la lucha social y popular, democrática y progresista, se amplíe y fortalezca y sea expresión de la disposición y conciencia de la necesidad de cambiar lo que hay que cambiar y avanzar hacia el desarrollo y el progreso, la justicia social, la independencia y autodeterminación.

Para que así sea, es imprescindible que la idea, la propuesta, el llamamiento, la plataforma, el programa, la decisión o la consigna --y todo en su conjunto-- interprete y exprese el estado de ánimo y disposición de la población, recoja, sintetice y desarrolle las demandas del pueblo y organice la lucha a favor de las transformaciones radicales, de fondo, posibles y alcanzables.

En lo teórico y práctico, puede decirse que son estos, entre otros, los elementos más importantes que habrán de servir de base para definir en qué dirección refundar la izquierda social y popular, democrática y progresista, articular la alternativa real de poder y acercarse y ganar, unir, movilizar y organizar a las fuerzas dispuestas a luchar por los cambios estructurales, de fondo, que el país necesita.

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