jueves, 31 de marzo de 2011

A media semana

Foto: La Hora

Otto René: combatiente

revolucionario, imbatible


El domingo 19 de marzo de 1967, se intentó acallar la voz más alta y perdurable de la poesía guatemalteca de nuestro tiempo y segar la vida y trayectoria revolucionaria de un compañero y combatiente inclaudicable, imbatible. Ni lo uno ni lo otro, lograron sus verdugos.


Otto René Castillo es el poeta y revolucionario que vivirá por siempre y para siempre y cuya voz no se apagará nunca, nunca. Corresponde a los estudiosos de la poética guatemalteca y a los historiadores y ensayistas que se ocupan de estudiar, analizar, interpretar y explicar nuestro pasado más reciente (independientemente de que nada hagan o algo hagan por cambiar el estado actual de cosas), el desafío de confirmar o corregir lo que así expreso y lo que paso a decir enseguida y que no es sino el reconocimiento, respecto, homenaje y admiración al amigo y compañero, al camarada y militante, al combatiente y poeta.


La poesía de Otto René resume y engrandece su vida. Su vida y sus hazañas están plasmadas en su poesía, en cada línea escrita con la disciplina, exigencia y rigor de quien asume un compromiso por lo que hace y por lo que escribe o dice. No hace mucho leía que alguien dijo que somos lo que hacemos. Pienso que tiene razón. Y más me convenzo todavía al estar pasando revista a lo que Otto René Castillo logró en lo teórico y práctico, en lo humano y poético.


Cuando recién habíamos empezado a conocernos (pudo haber sido en 1949 o 1950), me dijo que a él le hubiera gustado que cuando nació (se dice que en 1936 y en Quetzaltenango) en su partida de nacimiento quedara constancia de que se llamaría Tecún. No fue una conversación que se olvida. Fue como un anticipo, un compromiso de quien así se expresaba. Conforme ha ido pasando el tiempo, lo que aquél joven expresaba era el anuncio y decisión de lo que se proponía forjar, desafiar y enfrentar, su compromiso e identificación y sentido de pertenencia a lo nuestro, a lo patrio, nacional, social y popular.


De Otto René Castillo es bastante lo que se ha escrito y mucho lo que queda por decirse. Es muy poco lo que se ha escrito y dicho de su vida, sus angustias, alegrías, afanes, esperanzas, recuerdos y empeños y, sobre todo, de la familia en donde nace, crece, se va formando y hace grande. La vida, la lucha y la poesía de Otto René tienen cimientos firmes, sólidos, consistentes. Es hacia allí a donde hay que dirigir la mirada.


Cuando lo conocí, estudiábamos en el Instituto Nacional Central para Varones, INCV. Siendo de los más jóvenes, iba más adelante de los demás. Estaba llamado a asumir responsabilidades con la decisión y firmeza de quienes saben de qué lado está el deber, como dijera Martí, y tienen el temple y fortaleza suficientes para mantenerse fieles y leales a los ideales por los que se lucha. Algo puedo decir de sus rasgos y características. Otto René Castillo era tan cauto y prudente como audaz y decidido, previsor, agudo y analítico, objetivo y sensato.


Aunque ya dije que iba adelante de los demás también hay que decir que comprendía muy bien, para decirle en términos vietnamitas, que el exitoso paso de la marcha sólo se logra si a los rezagados se les inculca y estimula, ayuda y apoya para avanzar. Era disciplinado y puntual. Le incomodaba la arrogancia y prepotencia, lo fatuo e insustancial. Muchos de sus otros rasgos y características están plasmados en su poesía aunque a lo que en ella refiera lo atribuya a terceras personas.


Cuando estábamos en el Instituto, ya era de los que se había identificado y comprometido, consciente y firmemente, con el proceso revolucionario del 20 de octubre de 1944. En septiembre de 1953, cinco Instituteros fuimos aceptados para ingresar como militantes de base del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, el partido de la clase obrera en nuestro país. Otto René Castillo, es uno de ellos.


A finales de mayo y principios de junio de 1954, ante la inminencia de la intervención extranjera a nuestro país, Otto René pasó a formar parte de las brigadas juveniles y estudiantiles de defensa de la Revolución y la Soberanía. A él le correspondía irse al frente oriental, después del 30 de junio. Esto ya no fue posible. Los obreros, los campesinos, los jóvenes y los estudiantes organizados en el campo y en las ciudades, fuimos desmovilizados la tarde del domingo 27. Nada sabíamos de la inminente renuncia del Presidente Arbenz aunque sí de la oposición de algunos militares a entregar las armas al pueblo… (Continuará).

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