El amigo y camarada,
el poeta y combatiente
el poeta y combatiente
Por invitación de Patrice, uno de los hijos de Otto René Castillo, participé este 19 de marzo en el Acto que tuvo lugar en el Patio de la Paz del Palacio Nacional de la Cultura. A mediados de febrero, Patrice me refirió que el Estado guatemalteco había acordado pedir perdón a los familiares de Otto René y de Nora Paiz por el asesinato cometido por las fuerzas contrainsurgentes del entonces gobernante, licenciado Julio César Méndez Montenegro, el 19 de marzo de 1967, en Zacapa.
Me dijo, además, que me correspondería hacer un relato de la vida revolucionaria de su papá. Por eso, acepté y decidí participar.
Desde que hablamos al respecto, empecé a retomar lecturas de aquél tiempo, pasar revista a la poesía que se ha publicado de Otto René y, sobre todo, recordarme de aquél sólo aparentemente lejano pasado pero que en mi memoria sigue tan actual y toma nuevos brillos cada vez que retorno al tratamiento de nuestra historia reciente. Es una de las herramientas de que dispongo a fin de explicarme e interpretar lo que está pasando ahora, el probable desenvolvimiento de los acontecimientos y continuar luchando por avanzar hacia una etapa superior de desarrollo, progreso y justicia social.
Conforme fui avanzando en el trabajo, me di cuenta que lo que iba elaborando se podía muy bien resumir en los diez minutos convenidos y que lo que no se alcanzara a decir pasara a formar parte de una elaboración de mayor extensión y encontrar el momento para darla a conocer. Es lo que voy a hacer a partir de ahora.
Lo que alcancé a elaborar consta de tres partes. La primera, está dedicada a la vida revolucionaria del poeta; la segunda, a dos de sus poemas emblemáticos; y, la tercera, a lo que hay que tener presente siempre y a los que no se debe olvidar. Lo que leí el día del Acto abarca la primera parte y algo de la segunda, De la tercera, apenas si insinué lo mínimo.
De esa cuenta es que, en su orden, iré publicando lo que leí el día del Acto para, después, dar a conocer lo que no hubo tiempo de decir acerca de dos de sus poemas que resumen lo que él fue y es ahora, así como la parte en que me refiero a lo que no hay que olvidar y a los olvidados que hay que recordar.
A manera de introducción y presentación puedo decir que trato de evitar lo que tanto se ha dicho del poeta y hablar de lo que se ignora o se mantiene en un silencio cómplice o se explica e interpreta a conveniencia de quien lo hace o dice.
Esto, por un lado. Por el otro, no se vaya a pensar que el espacio que dedico a la lucha y poesía de Otto René, me lleve a dejar de lado o posponer el seguimiento que le he venido dando a lo que acontece en otras partes del mundo y, menos, del momento por el que está atravesando el país y los riesgos y peligros que es posible advertir.
En mi libreta de apuntes registro el diario acontecer nacional e internacional y no faltará ocasión para que, también, lo pueda publicar. Es parte de mi diario que hacer, como en mi diario que hacer es tan renovador y estimulante traer a cuenta nuestro pasado más reciente y del que tantas lecciones y experiencias hay que extraer y asimilar, crítica y autocríticamente.
No sería serio y responsable mirar hacia otro lado y dejar de solidarizarse con el pueblo japonés y permanecer indiferente ante la catástrofe que ha abatido a su país y la grave amenaza que se cierne sobre aquella región y otros países del planeta por el humo radiactivo que despiden las plantas termonucleares siniestradas.
Sería una irresponsabilidad, también, no prestarle atención a lo que está sucediendo en el Norte de África y en el Oriente Medio o pasar por alto y guardar silencio ante la agresión y bombardeos de las fuerzas extranjeras lideradas por EEUU, Gran Bretaña y Francia contra el pueblo libio y que no tiene otro propósito que apoderarse de los yacimientos petroleros de Libia o sólo deponer a Muammar el Gadafi.
Tampoco sería serio y responsable dejar de señalar y condenar el atropello de que se ha hecho objeto a la población del Valle Polochic al desalojar por la fuerza a más de 600 familias indígenas, ocasionar la muerte de Antonio Bed Ac, herir a otros campesinos más y destruir los sembrados y cosechas en una tierra de la que se quieren apropiar los neocolonizadores cañeros llegados del sur del país o no percibir el tan peligroso escenario que se está tratando de crear a fin de que en nuestro país las cosas se pongan peor que en mayo de 1993 o mayo de 2009.
En ese entorno, es válido recordar a Otto René Castillo, su vida, su lucha, su poesía así como decir algo de los olvidados a quienes no se quiere o no conviene recordar.
Me dijo, además, que me correspondería hacer un relato de la vida revolucionaria de su papá. Por eso, acepté y decidí participar.
Desde que hablamos al respecto, empecé a retomar lecturas de aquél tiempo, pasar revista a la poesía que se ha publicado de Otto René y, sobre todo, recordarme de aquél sólo aparentemente lejano pasado pero que en mi memoria sigue tan actual y toma nuevos brillos cada vez que retorno al tratamiento de nuestra historia reciente. Es una de las herramientas de que dispongo a fin de explicarme e interpretar lo que está pasando ahora, el probable desenvolvimiento de los acontecimientos y continuar luchando por avanzar hacia una etapa superior de desarrollo, progreso y justicia social.
Conforme fui avanzando en el trabajo, me di cuenta que lo que iba elaborando se podía muy bien resumir en los diez minutos convenidos y que lo que no se alcanzara a decir pasara a formar parte de una elaboración de mayor extensión y encontrar el momento para darla a conocer. Es lo que voy a hacer a partir de ahora.
Lo que alcancé a elaborar consta de tres partes. La primera, está dedicada a la vida revolucionaria del poeta; la segunda, a dos de sus poemas emblemáticos; y, la tercera, a lo que hay que tener presente siempre y a los que no se debe olvidar. Lo que leí el día del Acto abarca la primera parte y algo de la segunda, De la tercera, apenas si insinué lo mínimo.
De esa cuenta es que, en su orden, iré publicando lo que leí el día del Acto para, después, dar a conocer lo que no hubo tiempo de decir acerca de dos de sus poemas que resumen lo que él fue y es ahora, así como la parte en que me refiero a lo que no hay que olvidar y a los olvidados que hay que recordar.
A manera de introducción y presentación puedo decir que trato de evitar lo que tanto se ha dicho del poeta y hablar de lo que se ignora o se mantiene en un silencio cómplice o se explica e interpreta a conveniencia de quien lo hace o dice.
Esto, por un lado. Por el otro, no se vaya a pensar que el espacio que dedico a la lucha y poesía de Otto René, me lleve a dejar de lado o posponer el seguimiento que le he venido dando a lo que acontece en otras partes del mundo y, menos, del momento por el que está atravesando el país y los riesgos y peligros que es posible advertir.
En mi libreta de apuntes registro el diario acontecer nacional e internacional y no faltará ocasión para que, también, lo pueda publicar. Es parte de mi diario que hacer, como en mi diario que hacer es tan renovador y estimulante traer a cuenta nuestro pasado más reciente y del que tantas lecciones y experiencias hay que extraer y asimilar, crítica y autocríticamente.
No sería serio y responsable mirar hacia otro lado y dejar de solidarizarse con el pueblo japonés y permanecer indiferente ante la catástrofe que ha abatido a su país y la grave amenaza que se cierne sobre aquella región y otros países del planeta por el humo radiactivo que despiden las plantas termonucleares siniestradas.
Sería una irresponsabilidad, también, no prestarle atención a lo que está sucediendo en el Norte de África y en el Oriente Medio o pasar por alto y guardar silencio ante la agresión y bombardeos de las fuerzas extranjeras lideradas por EEUU, Gran Bretaña y Francia contra el pueblo libio y que no tiene otro propósito que apoderarse de los yacimientos petroleros de Libia o sólo deponer a Muammar el Gadafi.
Tampoco sería serio y responsable dejar de señalar y condenar el atropello de que se ha hecho objeto a la población del Valle Polochic al desalojar por la fuerza a más de 600 familias indígenas, ocasionar la muerte de Antonio Bed Ac, herir a otros campesinos más y destruir los sembrados y cosechas en una tierra de la que se quieren apropiar los neocolonizadores cañeros llegados del sur del país o no percibir el tan peligroso escenario que se está tratando de crear a fin de que en nuestro país las cosas se pongan peor que en mayo de 1993 o mayo de 2009.
En ese entorno, es válido recordar a Otto René Castillo, su vida, su lucha, su poesía así como decir algo de los olvidados a quienes no se quiere o no conviene recordar.
Nota: Ante las más altas autoridades del país y ante numerosos asistentes y las familias de los homenajeados, Ricardo Rosales Román, conocido durante la lucha armada y clandestina en Guatemala como Carlos Gonzáles, hace la presentación de la trayectoria revolucionaria del poeta y combatiente Otto René Castillo. Foto La Hora con pie de foto de quien envía la información.
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