Algo más sobre la estructura
económico-social
En la estructura económico-social de nuestro país, se han superpuesto, inventado e institucionalizado categorías que la distorsionan, desnaturalizan y, estrictamente hablando, no corresponden a lo que económica, social e históricamente se identifica y caracteriza como una estructura económico-social en concreto y en un momento dado así como las relaciones que en ella se dan y que de ella se derivan.ç
De ahí que ahora se hable de relaciones entre empleadores y empleados y no de relaciones entre patronos y obreros y de relaciones entre patronos y campesinos e indígenas, además de las que se dan entre patronos y capas medias de la población.
Hoy en día se habla del empresariado y sus sectores organizados y lo que se identifica como cámaras empresariales, en realidad, debería denominárseles cámaras patronales. A su vez, al conjunto de cámaras en que se integran, se les define como el sector del empresariado organizado.
Precisando lo anterior. Ante lo que se está es ante el sector patronal organizado y a sus cámaras tendría que caracterizárseles como cámaras patronales y, por la rama de la producción a que se dedican, llamarlas como lo que en realidad son: cámara patronal del agro, cámara patronal del comercio, cámara patronal de servicios y cámara patronal de la industria, entre otras.
Además, por encima de las cámaras patronales y de los patronos no organizados, está la élite del poder económico y su cada vez más reducido número de familias que la conforman y a la que no se le puede dar otra denominación y caracterización que la de élite patronal del poder económico hegemónico.
De lo anterior se deriva que las relaciones entre patronos y obreros y entre patronos y campesinos e indígenas, son relaciones entre los dueños del capital y los medios de producción y quienes venden su fuerza de trabajo. Sin esas relaciones (que por su naturaleza y carácter son explotadoras y opresoras), los patronos no estarían en condiciones de producir y asegurarse las desmedidas utilidades que acumulan y acaparan a costa del trabajo de obreros, campesinos e indígenas.
Sería por demás ingenuo presupuestar que la acumulada bonanza de la parte patronal sólo sea resultado del linaje que ostentan, la herencia de sus antepasados, su iniciativa y riesgos que “deciden correr”, los recursos financieros y económicos de que disponen y manejan, sus inversiones, los poderes políticos y fácticos y la corrupción de doble vía a cuya sombra han amasado sus inmensas fortunas. Hay algo más de fondo de lo que ahora casi nada se dice.
En el fondo de esta injusticia y desigualdad, lo evidente y real está en la superexplotación de que se hace víctima a obreros, campesinos e indígenas por parte de los patronos, así como de las capas medias que, en la medida en que se empobrecen, pasan a engrosar y formar parte del ejército de desocupados u obligados a depender de la economía informal.
Hay algo más y que, al igual que lo anterior, desfigura y distorsiona nuestra realidad social e institucional. Se trata de esa otra invención a la que se ha dado en denominar como sociedad civil.
La descomposición, desprestigio, electoralismo y fracaso del sistema político y de partidos, ha viabilizado que la sociedad civil esté pasando a ocupar el lugar de las organizaciones políticas y, en cierta forma, suplantar el papel del movimiento obrero y sindical, campesino e indígena, social y popular.
Luego de la emisión de la Ley de Comisiones de Postulación las cosas se han aclarado más en cuanto al papel de la sociedad civil, los intereses que representa y defiende y las posiciones que asume.
Durante las ya realizadas elecciones para integrar los organismos encargados de la administración de justicia y, ahora, con las de la Corte de Constitucionalidad, se cuenta con más elementos que permiten identificar los intereses en juego y el escenario de las disputas y posiciones.
El posicionamiento de la sociedad civil tiende a identificarse cada vez más y corresponde a los intereses de la élite patronal y sus facciones organizadas en el CACIF, así como con los de la embajada estadounidense. El contenido y forma como están publicados los seis campos pagados de la semana pasada y las injerencistas declaraciones del señor McFarland, lo confirman.
Por aparte y, en un día como hoy, cuando la primavera está por despuntar, no quiero dejar de referirme a la inmensa alegría que a sus hijos, a sus nueras, a su nieta y a sus dos nietos y a mí, nos invade poder abrazar a Ana María en su cumpleaños y tener la dicha de compartir con ella su tan provechosa y ejemplar existencia. ¡Felicidades, muchas felicidades, Mariíta!
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