viernes, 18 de febrero de 2011

A media semana

El Cairo: de la euforia a los riesgos,
confusión y desafíos



De tres noticias de las que me enteré en su momento, dos de ellas me han ocasionado un profundo pesar y, la otra, indignación y repudio. No he querido dejar de darle seguimiento a las revueltas que están teniendo lugar en varios países de África del Norte sin consignar el fallecimiento de José Miguel Muralles Soto y de Amadeo Isaac García Arévalo, así como el despido del licenciado Alfonso Bauer Paiz como investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, IIES, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC.

Del compañero Muralles Soto supe de su dedicación y silenciosa y eficientísima participación y colaboración durante la difícil, peligrosa y arriesgada lucha en la clandestinidad, así como de su identificación con la causa revolucionaria, social y popular de nuestro pueblo.

No fueron muchas las veces que nos encontramos después de la firma de la paz pero, por lo que conversamos y recordamos, confirmé gratamente lo que los compañeros me refirieron siempre de él. Fue de los mejor y más probados y consecuentes compañeros, firme e inclaudicable.

A Amadeo García lo conocí en la clandestinidad. Ahora sé y se puede y debe decir que en su casa, en 1963, asistí a dos reuniones con el compañero Bernardo Alvarado Monzón, Secretario General del Comité Central del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, y el comandante Luis Augusto Turcios Lima, organizadas bajo estrictas normas de seguridad y disciplina. A Amadeo no lo vi entonces. En los diez años más recientes me honró con su amistad y camaradería propia de los revolucionarios de siempre, los indispensables.

La primera vez que nos vimos en su casa después de diciembre de 1996, le referí aquellos dos encuentros y que fue allí donde se realizaron. Le alegró que le contara lo que significó para nuestra lucha. Ana María, mi compañera de toda la vida, le conoció en Santiago de Chile, en 1955, y esta fue una razón más para que nuestra amistad se afianzara más de lo que ya estaba.

A los familiares del compañero Muralles Soto y del entrañable hermano de lucha, Amadeo García, les reitero las muestras de pesar y solidaridad personal de Ana María y, revolucionaria y militantemente, en mi nombre. Ambos fueron de esos hombres de talla y estirpe a toda prueba.

La injusticia y arbitrariedad que se acaba de cometer contra el licenciado Bauer Paiz por parte de las autoridades del IIES, es una decisión absurda, incalificable. En el pasado, en tiempos de los gobiernos militares impuestos, fue víctima de un atentado que estuvo a punto de costarle la vida y lo llevó a permanecer en el exilio por varios años.

Aquél atentado lo cometieron los sicarios de entonces; el atropello recién cometido en su contra, es responsabilidad de autoridades universitarias. Es a ellas a las que corresponde reconsiderar la decisión y reinstalarlo en su cargo. Rectificar es lo que procede. Aferrarse a lo decidido mancha la hoja de vida de quienes adoptaron y firmaron semejante injusticia y es un estigma que pesará siempre sobre ellos.

En cuanto a la revuelta en Egipto y con lo que está ocurriendo a partir del pasado viernes 11 (la renuncia del presidente Hosni Mubarak y el traspaso del poder a los militares), se abre una nueva fase de la lucha. Lo que por el momento prevalece son los riesgos y confusión, desafíos y nuevas tareas.

Para el viernes próximo la oposición egipcia tiene programada la realización de nuevas marchas a la plaza Tahrir y celebrar los logros alcanzados a la vez de avanzar en sus objetivos. Es posible, entonces, que a partir de pasado mañana la incertidumbre que hoy prevalece de paso al rumbo a seguir a fin de que la lucha avance y se profundice.

En opinión del decano del periodismo egipcio, Mohamed Heikal, “las revoluciones no siguen una pauta. El pueblo quiere un cambio del presente al futuro. Toda revolución está condicionada por dónde empieza y hacia dónde avanza”, (…) y lo sucedido en Egipto “mostró a una enorme masa de egipcios que es posible desafiar el terror del Estado”. (Robert Fisk, LaJornada, México 15 de febrero de 2011).

Entre tanto, llama la atención el silencio que después del lunes último mantienen los medios impresos de la mañana en nuestro país. Es lo mismo que empezó a darse después del 14 de enero en Túnez. Como que se quisiera que nada se sepa.

En el extranjero, por el contrario, es abundante la información que se publica y los comentarios y opiniones sobre las principales cuestiones que plantea la lucha del pueblo egipcio, su posible desarrollo, desenvolvimiento y continuidad, así como lo que significa para los pueblos árabes, para Israel y para la política exterior de la Casa Blanca en la región.

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