Después de 56 años,
un país inviable y en crisis
En vísperas de un año más de la repudiable intervención extranjera e interrupción violenta de la primavera democrática, la lucha revolucionaria y popular, continúa
Si uno define y adopta posición sobre la situación nacional e internacional con base a lo que se informa u opina en la mayoría de medios del país, lo más seguro es que termine desorientado y confundido, se convierta en uno más de los muchos pesimistas o indiferentes que ya hay, en los furibundos y angustiados críticos que el poder dominante acicatea y estimula o acabe creyendo en lo que así se informa y opina y alineado a la información y opinión de los medios.
Lo que se lee o se escucha o se ve hay que leerlo o escucharlo o verlo en su contexto, antecedentes, continuidad y efectos, situación y condiciones. No hay que depender ni confiar en lo que en el texto se dice y asumir que lo que así se dice y comenta es, en realidad, lo que está pasando. De esta manera es como lo cotidiano se manipula y tergiversa, los acontecimientos se descontextualizan y el derecho a estar libre y objetivamente informados queda a discreción, lo asumen y deciden los dueños, los anunciantes, los editores y los redactores de los medios.
El peligro principal al que se expone el lector, el radioescucha o el televidente es que se le acostumbre a ver, explicar e interpretar el diario acontecer a la carrera y superficialmente.
Ante cada hecho, suceso, acontecimiento y lo que de ellos se informa y opina, hay que asumir una actitud crítica y no dejarse llevar por lo que interesadamente y a conveniencia del poder real o de los poderes paralelos, la prensa --dizque independiente-- recoge, magnifica, difunde y masifica. Lo que se informa y lo que se opina pasa a ser una mercancía más que en una sociedad consumista encuentra un amplio mercado en que la oferta informativa y de opinión se impone a la legítima demanda de una información veraz y objetiva. Ésta es una primera cuestión.
Una segunda, es que la información periodística y lo que en los medios se opina, en el caso de nuestro país, no es una fuente del todo confiable para darle seguimiento e interpretar, analizar y explicar lo que sucede a diario y, menos, para escribir la historia más reciente. La mejor fuente para conocer, estudiar, interpretar y explicar la historia de un país, de una región, de un continente y a nivel mundial está en los hechos, la situación, condiciones y momento en que ocurren, su secuencia, continuidad y desenvolvimiento, interrelación dialéctica y objetiva. No en lo que dicen quienes a su manera y conveniencia informan y comentan. La tradición oral misma, hay, igualmente, que contextualizarla y verificarla. Si no, su naturaleza, esencia y contenido se desvirtúan.
Sin ir muy lejos y, a manera de hipótesis, se puede decir que nuestra historia más reciente, está marcada por dos etapas diferenciadas y opuestas.
La primera, se da a lo largo de diez años (1944 – 1954) y se caracteriza por los cambios y transformaciones que para su momento y en las condiciones y situación del país así como internacionalmente era lo que se debía hacer a fin de sacar al país del subdesarrollo y atraso, las formas dictatoriales de gobernar y administrar la cosa pública, acabar con el ubiquismo y el continuismo de sus generales y hacer de Guatemala un país próspero y moderno, independiente y soberano, digno y respetado.
La segunda, comienza a partir de la interrupción violenta de aquél proceso emancipador y modernizante y que ha sumido al país en más de cinco décadas y media de atraso, dependencia y privilegios para un cada vez más reducido número de potentadas familias que detentan el poder real, acaparan la riqueza y han impuesto un sistema social, un modelo económico y una institucionalidad gubernamental a su interés y conveniencia.
A cargo de la mayoría de medios del país corre que sus lectores, radioescuchas o televidentes se hagan a la idea de que si algo hay que cambiar es para que todo siga igual. En ello reside su alineamiento e identificación con los intereses de los verdaderos y reales responsables de que nuestro país esté como está, después de estos aciagos años de nuestra historia más reciente.
Lo que sucede a partir de junio de 1954 no se puede caracterizar como una etapa de alternabilidad gubernamental. Es la continuidad de una vía violentamente impuesta y que en nada ha servido para que el país salga del atolladero en que desde entonces está. Son 56 años durante los que se ha ahondado y agravado la crisis que en lo económico, político, social e institucional ha hecho del país un país inviable.
Es, además, una prolongada etapa de ricas y valiosas, ilustrativas y aleccionadoras experiencias de lucha revolucionaria, popular y social a tener en cuenta y considerar crítica y autocráticamente, con objetividad y rigor científico, que es como corresponde interpretar, explicar y escribir nuestra historia más reciente.
Se necesita de una buena dosis de educacion, no tanto formal sino politica,como lo dice Fidel,para no ser victima de la propaganda desinformativa que se difunde viciosamente por todos los medios de comunicacion,mismos que defienden y promueven los intereses del gran capital.
ResponderEliminarY este es un fenomeno que no se circumscribe a Guatemala unicamente . Aqui en los USA pasa lo mismo, aun, siendo este uno de los pueblos mas educados del mundo.
Cierto, JMaría. En nuestra época cunde la desinformación. Afortunadamente, hay espacios que pueden ayudarnos a entender mejor el mundo en el que vivimos. Y el diálogo es vital para que esto suceda.
ResponderEliminarRRR