miércoles, 16 de junio de 2010

A media semana

Otra Guatemala es necesaria
y posible


Referirme por ahora a una fase más de la prolongada y continuada crisis institucional, política y gubernamental por la que atraviesa el país y que esta vez se desencadena con la renuncia del señor Castresana al cargo que tenía asignado en la CICIG, se agrava con la resolución de la CC del miércoles pasado y se complica más allá de lo que ya parecía con la conferencia de prensa del lunes del ex comisionado contra la impunidad en Guatemala, supondría caer en la trampa urdida por oscuros intereses en pugna. Las anotaciones, apuntes e información de que dispongo así como lo que se puede leer entre líneas en los medios, aconsejan prudencia; no precipitarse.

Lo que no puede dejar de decirse es que esta enconada y nada desinteresada pugna, enfrenta y opone a “honorables, aptos, idóneos, sin tacha y distinguidos” personajes con quienes se sindica de “corruptos, mafiosos, impunes, ineptos, no idóneos y tachables”. En ese marco, la “sociedad civil” y el “movimiento social”, sus ideólogos y analistas, voceros y seguidores se prestan al juego del poder real sin percatarse de lo que en verdad está detrás de esta rebatiña por el control del poder político, institucional y gubernamental. Si lo saben, es aún peor.

En mi opinión es esta una manifestación más de la confrontación al interior de los sectores dominantes en un país polarizado por esas disputas “en las alturas” y no precisamente por la contradicción fundamental y principal, no resuelta, y que, aunque permanezca larvada, enfrenta a una minoría que todo lo tiene, detenta el poder y la riqueza y la gran mayoría que se debate en la pobreza y la pobreza extrema, el abandono y el desempleo, la exclusión social, discriminación y racismo, el hambre, la insalubridad y desatención educativa, la inseguridad e impunidad y es la más expuesta a sufrir las consecuencias de catástrofes como la ocasionada por la erupción del Pacaya y la tormenta tropical Agatha, hace apenas 19 días.

Semejantes contrastes y niveles de desigualdad económica y social, no son propios de un país como el nuestro. Se dan en escala mundial, tanto en los países altamente desarrollados y en los llamados en vías de desarrollo como en aquellos considerados potencias emergentes. Su causa principal está en la cada vez mayor concentración y acaparamiento de la riqueza.

Según un estudio del Boston Consulting Group, en 2009, 11. 2 millones de hogares ricos --que equivalen a menos del 1 por ciento de los hogares del mundo--, acaparaban el 38 por ciento de la riqueza global. “Europa, según este reporte, sigue siendo el continente con más ricos”. En América Latina, agrega, las fortunas crecieron un 16 por ciento (elPeriódico, 12 de junio de 2010).

A lo que el estudio no hace referencia, es que Europa es el continente del mundo en donde se ponen de manifiesto y con sobrada crudeza los altos índices de pobreza y desempleo, la fuga mafiosa de capitales y que es allí, precisamente, donde los ajustes fiscales oficialmente adoptados están poniendo al mundo al borde de una nueva recesión así como que en Alemania, Grecia y España, más Hungría y Rumanía, la mayoría de la población esté siendo la más castigada, repito, por esos cada vez más altos contrastes y niveles de desigualdad económica y social.

Para el caso de nuestro país, en lo institucional, político y gubernamental las tensiones tienden a agudizarse y agravarse y no son pocos los peligros que amenazan al ordenamiento constitucional vigente. Que no es el momento para reformarlo o para emitir una nueva Constitución Política del Estado, la Nación y la República, es algo a considerar detenida y seriamente, no descartarlo de entrada.

Para más adelante espero contar con más elementos para referirme a la connotación y alcances que tiene la enconada disputa por el control del poder político, institucional y gubernamental en el momento actual, lo que significa para el país y el riesgo en que está la ya de por si agotada, caduca y sobrepasada “institucionalidad democrática” o “apertura política”.

En lo que no cejaré de insistir es que no se trata de hacerle el juego a los tramposos y marrulleros intereses que están detrás de esas pugnas al interior de la cúpula del poder real sino de hacer un alto en el camino, redefinir el rumbo a seguir y superar objetiva, seriamente y a fondo lo que está en la raíz de las manifestaciones externas de la crisis y es la causa real y verdadera de lo que se da en lo institucional, político y gubernamental.

La salida a la crisis, en todo caso, está en la conformación de la más amplia y unitaria conciencia popular y democrática y que como alternativa social y progresista de poder sea capaz y esté en condiciones de institucionalizar la otra Guatemala que es necesaria y posible y que pasa por la refundación del País, la Nación, el Estado y la República.

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