jueves, 3 de junio de 2010

A media semana

Domingo, 2 de junio de 1963


No es por casualidad u ocurrencia que en un día como hoy traiga a cuenta algo de lo más importante que aconteció en 1963 en lo nacional e internacional. El país lo gobernaba el coronel Enrique Peralta Azurdia, como consecuencia del golpe militar del 30 de marzo mediante el que depuso al general Miguel Ydígoras Fuentes.

Se estaba, entonces, ante un gobernante de facto que lo que decidía lo hacía mediante decretos leyes, imponía sucesivos estados de sitio y toques de queda. La persecución política, la cárcel y torturas a los enemigos del militarismo golpista, a los líderes sindicales y estudiantiles, a los intelectuales democráticos y progresistas y al campesinado, ocurría permanentemente.

Lo anterior no quiere decir que sus antecesores, a partir del 27 de junio de 1954, no hayan sido ni represivos ni contrainsurgentes. A seis sucesivas juntas militares de gobierno, a Castillo Armas, a González López (en cierta forma), a Flores Avendaño y a Ydígoras Fuentes, corresponde la responsabilidad de darle continuidad al clima de represión y terror gubernamental que se implantó a partir de la intervención extranjera al país. A Peralta Azurdia, la de institucionalizar la contrainsurgencia como política de estado.

Uno interpreta y describe lo que acontece durante un año o en un mes o en una semana o en un día, por lo que le antecede y el contexto. Lo que acontece en un año, en un mes, en una semana o en un día, explica, a su vez, lo que sucede después.

En lo internacional, tuvieron lugar importantes acontecimientos que le dan cierta singularidad e importancia a 1963. Destacan y me acuerdo, al menos, de seis.

El 11 de abril, el Papa Juan XXIII promulgó su trascendental encíclica Pacen in Terris en un cuadro de tensión y tirantez internacional agravada. Juan XXIII falleció 53 días después, el 3 de junio, es decir, mañana hará 47 años.

En Addis Abeba, la capital de Etiopía, el 28 de mayo, se fundó la Organización de la Unidad Africana (OUA) de tanta importancia para el afianzamiento y consolidación de la lucha de aquellos pueblos y países hermanos por su independencia. El 28 de junio, la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) lanzó el Vostoc 6 con la primera cosmonauta del mundo, Valentina Tereshkova, héroe de la Unión Soviética. En Washington DC, el 28 de agosto, Martin Luther King pronunció su célebre discurso Tengo un sueño.

El 22 de noviembre, en Dallas, Texas, era asesinado el 35avo presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. A la fecha son más las dudas que las respuestas respecto a qué hubo detrás del magnicidio, quien o quienes lo cometieron e instigaron y a qué pudo deberse. Y un 10 de octubre, fallecía la cantante Edith Piaf, sin lugar a dudas, una de entre las muchas voces emblemáticas de las que Francia, con justa razón, puede enorgullecerse.

La situación actual del país en nada se parece a la que prevalecía hace 47 años, aunque persisten serios peligros que ponen en grave riesgo la estabilidad y gobernabilidad y de manifiesto lo vulnerable que se es ante los imprevisibles embates de la naturaleza.

Apenas este fin de semana, la población guatemalteca fue afectada por una catástrofe natural de graves, dolorosas e indignantes consecuencias. Y digo indignantes porque una catástrofe de tal magnitud golpea más duramente a quienes están expuestos a sufrirlas y cuyas causas son la marginación social y la exclusión, la imprevisión institucional y la falta de una política de estado que ponga término a semejante injusticia y abandono, contrastes y desigualdad.

La arena que arrojó el volcán de Pacaya, en horas de la noche del jueves, literalmente ennegreció las calles y avenidas de la capital, los lugares aledaños al área de la erupción y aún a cientos de kilómetros del lugar. A mí me parece que viene a ser como un aldabonazo más que, a su vez, presagia lo que podría pasar más adelante si no se toman las previsiones que, por lo menos, disminuyan la vulnerabilidad en que está la mayoría de la población guatemalteca.

La tormenta Ágatha, que ingresó por la costa sur del país el viernes, complica aún más las cosas y en ningún momento hay que hacerse a la idea de que a estas horas ya pasó lo peor. Voltear la mirada para otro lado no es lo que corresponde. Es el momento de iniciar la verdadera y real reconstrucción del país. Hacia allí hay que dirigir el esfuerzo principal. Ante semejante tragedia, la acción solidaria y social, une y compromete, fortalece. De lo contrario, vamos a seguir siendo responsables, todos, por lo que no se fue capaz de prevenir y empezar, de verdad, a arreglar.

Y no es por casualidad u ocurrencia, como lo digo arriba, recordar el año de 1963. Hace 47 años, el domingo 2 de junio, en un hermoso día de primavera, contraje nupcias con Ana María, mi compañera de toda la vida. Juntos, los dos, al lado de los hijos y los nietos, asumimos que el compromiso solidario, popular y social es el más alto y humano deber.

No hay comentarios:

Publicar un comentario