jueves, 20 de mayo de 2010

A media semana

Resolver las causas y
no sólo los efectos


Pensar es prever… Conocer es resolver: conocer
el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el
único modo de liberarlo
… (José Martí)


Entre las variadas premisas que se plantean para explicar cómo llevar a cabo y concretar cambios económicos, sociales, políticos e institucionales destacan cuatro: 1) hay que resolver los efectos y no las causas; 2) deben resolverse las causas y sus efectos; 3) si algo hay que resolver es para que todo siga igual; y, 4) lo que hay que resolver es para estar en condiciones de regresar a un pasado ya superado.

Por ahora, es suficiente con centrar la atención en la diferencia que se da entre plantear que lo que hay que resolver son los efectos y proponer que lo que hay que resolver son las causas y sus efectos. Esta diferencia ni es imperceptible ni sutil; tampoco puede dar lugar a equívocos o confusión. De ahí la importancia de abordarlas por sus objetivos y propósitos, su razón de ser y resultados, los planteamientos en que se sustentan, y su significación, importancia y trascendencia, tanto en lo conceptual como en la práctica.

Resolver los efectos o, lo que es lo mismo, las manifestaciones externas de un problema en concreto o de una situación en su conjunto, supone no ir al fondo de la cuestión, quedarse en la periferia, en lo meramente formal, en lo superficial. De ahí que esa limitación sea el obstáculo principal para que las cosas cambien, en realidad, a fondo. Una limitación más es que supone hacerlo dentro del sistema social imperante y el modelo económico institucionalizado y que tanto ese sistema como el modelo en nada cambien, a no ser formalmente.

Algo muy distinto es plantear que lo que hay que resolver no son sólo los efectos sino, en lo fundamental, sus causas, lo que está en la base de un problema en concreto o de una situación en su conjunto. Ello supone y plantea la institucionalización de cambios estructurales, de fondo, de lo que está en la base del sistema social y del modelo económico, además de sus efectos y manifestaciones externas.

Para avanzar hacia una etapa superior de desarrollo social, económico, político e institucional, lo que hay que cambiar es el sistema social y su modelo económico y cuyos efectos y manifestaciones externas son, entre otras y en nuestro caso, el subdesarrollo, el atraso y la dependencia, la prolongada crisis de gobernabilidad e institucional, parlamentaria y judicial, el agotado sistema electoral y de partidos, la exclusión social, el racismo y la discriminación, la corrupción e impunidad y el tráfico de influencias, el crimen organizado y el narcotráfico, el poder económico y sus privilegios, los poderes paralelos y los grupos de presión.

¿En qué dirección podría o debería marcharse a fin de institucionalizar los cambios estructurales de fondo que nuestro país necesita?

Sólo por intransigencia e intolerancia me explico que todavía haya quienes se resistan a aceptar y malinterpreten que se tengan en cuenta las ideas y lucha de los pensadores revolucionarios de todos los tiempos y las muy ilustrativas y aleccionadoras experiencias que a lo largo de la historia han logrado institucionalizar los cambios que son posibles y necesarios en un momento dado y de acuerdo a las condiciones y situación concreta, rasgos y características propias de cada país.

Es gracias a esos cambios revolucionarios y a sus pensadores que los han ideado y concretado que ha sido posible resolver, en su momento, las causas y efectos propios de un sistema social agotado y un modelo económico en crisis.

Que se han cometido errores e incurrido en fallas, no se puede negar. Pero, a la vez, hay que saberlo tener en cuenta, considerar y estudiar. Si no, ¿de qué manera explicarse y asimilar las causas y efectos del fracaso del socialismo real en la Unión Soviética y los países del este europeo? Es ésta una experiencia a tener presente como también hay que tener presente y darle seguimiento a los tesoneros esfuerzos que permanentemente se hacen a fin de corregir lo que se haya hecho mal y enmendar, crítica y autocráticamente, los errores que se hayan cometido y no volver a incurrir en ellos.

En nuestro caso, se trata de saber encontrar el camino a seguir a fin de alcanzar la plena emancipación nacional y social y que con la participación, apoyo y consistencia del más amplio y unitario, social y popular, cívico y ciudadano contingente de fuerzas hará posible, luego de la toma del poder político, que nuestro país desemboque en una etapa cualitativamente superior en lo social, económico, político e institucional.

Cuánta razón le asiste al líder máximo de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, al afirmar, en sus Reflexiones publicadas con ocasión del 115 aniversario de la caída en combate de José Martí, en Dos Ríos, que con el triunfo del Primero de Enero de 1959, triunfaron las ideas del Apóstol de la Independencia de Cuba y autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada.

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