miércoles, 31 de marzo de 2010

A media semana

Por dónde empezar y qué hacer para
reunificar a la izquierda



La desideologización y corrimiento hacia el centro no es una desviación ideológica y política exclusiva de la otrora izquierda guatemalteca. Lo mismo sucede con los llamados intelectuales no orgánicos. El movimiento sindical, por su parte, se ha desclasado, lo caracteriza el abandono de la lucha política y una dirigencia carente de prestigio y autoridad. El movimiento social y popular, a su vez, se ha gremializado y dispersado, en tanto que la sociedad civil pierde cada vez más su independencia y su orientación general no corresponde ya al papel que debería estar jugando.

No sucede lo mismo con la clase obrera, el campesinado, los pueblos indígenas, las capas medias empobrecidas, la población en situación de pobreza y pobreza extrema y los demás sectores trabajadores de la ciudad y el campo. Potencialmente y por sus antecedentes y consecuencia social y popular, estos contingentes siguen siendo y constituyen --teóricamente y en la práctica--, la fuerza principal de la Revolución democrática, social y popular en nuestro país.

En ese marco, dos son los factores que no permiten el fortalecimiento de la izquierda y su reunificación y que afectan, por igual --con sus particulares características y desiguales niveles de profundidad-- a los distintos sectores y fuerzas del movimiento social y popular.

El primero, lo constituye el olvido y pérdida de la identidad y consecuencia y del momento histórico, sus antecedentes, perspectiva y probable desenvolvimiento y desarrollo.

En una prolongada y tan agravada crisis económica, social, política e institucional como en la que está el país, no sólo es contradictorio sino absurdo e inaceptable ese corrimiento hacia el centro y la sucesiva desideologización de la izquierda, su dispersión y fragmentación. No se trata de que --como contrapartida-- haya que radicalizar el discurso político. No. No es cuestión de palabras sino de concepción y práctica revolucionaria

De lo que se trata es de poner el énfasis en lo fundamental y que en el momento actual debería seguir siendo el trabajo interno de organización, educación, formación, preparación y capacitación política --desde la base a la dirección-- dado que es el eslabón principal a aferrarse para asegurar el avance, desarrollo, fortalecimiento y ampliación de la lucha por la democracia, la independencia y soberanía nacional, las transformaciones estructurales de fondo que el país necesita así como para sentar las bases de una etapa superior de desarrollo y progreso, justicia y equidad, inclusión y participación social y popular.

Un segundo factor lo constituye la falta de una discusión amplia, abierta, respetuosa y sin exclusiones, de las principales cuestiones de la lucha revolucionaria en la legalidad y, en lo fundamental, de las causas, manifestaciones y consecuencias de la desideologización, el corrimiento hacia el centro y el aislamiento y marginación política.

Si esta discusión ya se hubiera sacado de los cenáculos en que se da y que para lo único que sirve es para acentuar la dispersión y criticar a terceros por todo lo malo que ha estado pasando --sin asumir la responsabilidad que se tiene sea por omisión, protagonismos personales o liderazgo mal entendido y peor practicado--, otra sería la situación. Para decirlo coloquialmente, nadie quiere dar su brazo a torcer. Ello es parte de viejas prácticas de un pasado izquierdizante que ahora se reproducen con creces desde el centro izquierda.

En consecuencia, el fortalecimiento de la izquierda y la vía a seguir a fin de empezar seriamente a trabajar a favor de su reunificación, tendría que empezar por el debate y tratamiento crítico y autocrítico de las desviaciones ideológicas y políticas --tanto de derecha como de izquierda-- y la irrelevancia electoral e institucional de los reagrupamientos y expresiones de izquierda así como el debilitamiento, desgaste y anquilosamiento del movimiento social y popular.

Por donde no hay que empezar es en afirmar que son más las diferencias que se tienen --lo que por cierto es así y no hay que ignorar--, y que, al ponerlas por delante y magnificar, se constituyen en el obstáculo mayor para convenir las bases iniciales de la reunificación.

En todo caso y como quiera que sea, el esfuerzo principal hay que centrarlo en encontrar lo mínimo en que se coincida y que por mínimo que sea --si es en algo de lo fundamental-- ya es un buen punto de partida para el qué hacer unitario en lo organizativo, ideológico, político e institucional, subrayo, en lo organizativo, ideológico, político, institucional y unitario, revolucionario, participativo, democrático, protagónico, social y popular.

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