Las diez primeras semanas
de este año
Mis más recientes nueve columnas las dediqué a reproducir el documento sobre El ordenamiento constitucional guatemalteco y las reformas propuestas que entregué a la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales del Congreso de la República luego de mi intervención durante la audiencia del 28 de septiembre último en el Salón del Pueblo del Palacio Legislativo. En tan relativamente corto período, lo que ha estado ocurriendo en el país y en lo internacional debe ser objeto de sistematización, análisis, explicación e interpretación en tanto antecedente y continuidad de lo que ya sucedió y referente de lo que pueda acontecer en el corto, mediano y largo plazo.
Lo que sucedió hoy o ayer o días atrás y no se informa de inmediato, no deja de ser noticia. Lo importante es que la información se de tal y como fue y no como se quisiera que lo informado hubiera ocurrido. En la mayoría de los medios impresos, en la televisión y en las radios del país, la noticia se sesga, los hechos se tergiversan y lo que se informa más parece ser la posición del medio ante lo que pasa y no lo que en realidad está sucediendo.
Y si inaceptable es lo que así se informa, mucho más es lo que deja de informarse. No es de extrañar que en algunos medios se diga que lo que no se informa es porque no ocurrió.
Como quiera que sea, para utilizar bien la información, la noticia hay que desbrozarla de lo que la contamina y la desobjetiva. Es lo que corresponde a quien opina, explica e interpreta lo acontecido en un momento dado, sus antecedentes y probable desenvolvimiento, desde la posición que asume y que corresponde y depende de cómo ve e interpreta o explica lo que analiza o comenta y según el lado en que esté.
Pues bien. La manera como se ha estado informando, opinando o comentando sobre lo que va del año, tiene similitudes y diferencias a como se informó y opinó durante la crisis de mayo salvo que ahora no están “los camisas blancas” en las calles. Son otras formas y otros medios los que se estarían utilizando con iguales o parecidos propósitos.
Además, lo que se informa y comenta en el momento actual se parece y, al mismo tiempo, tiene sus diferencias con lo que se informó y comentaba en circunstancias concretas como por las que se atravesó durante la administración del presidente Cerezo Arévalo (1986 – 1991), la de Serrano Elías (1991 – 1993), y la de Portillo Cabrera (2000 – 2004), aunque las condiciones no hayan sido las mismas. Esto, por un lado. Por el otro, actualmente los hechos se notician y comentan de manera diferenciada a como se hacía, por ejemplo, durante la administración del presidente De León Carpio (1993 – 1996) o la de Arzú (1996 – 2000) o la de Berger (2004 – 2008), pese a que la corrupción y dilapidación y privatización de los bienes del Estado, la impunidad e inseguridad ciudadana era lo predominante. Y qué del silencio cómplice durante los regímenes militares (1954 – 1986).
Lo que dije en mi columna de la semana anterior lo confirma. Hace ocho días decía que lo que pasa en el país se explica a la luz de las pugnas que tienen lugar al interior de los sectores de la oligarquía local, los poderes paralelos y los grupos de presión de la sociedad civil por el control del poder político y la gestión gubernamental. La mayoría de medios de comunicación no es ajena a esa rebatiña y ya tiene fijada posición.
Lo peligroso del momento es lo informado por la diputada Montenegro. Lo denunciado constituye una seria amenaza a su integridad y seguridad personal y por su extrema gravedad, habrá que esclarecerlo de inmediato y rodearla a ella de la solidaridad que merece y a la que me adhiero como corresponde.
Más, a mi me parece que en este caso la CICIG se precipitó. Por la gravedad y alto impacto de lo denunciado, lo que se debió hacer es desbaratar la conspiración contra la vida de la parlamentaria, detener a los responsables y a quienes estén detrás, ponerlos a disposición de los tribunales y, después, informarlo. Todo indica que se operó al revés. El fantasma de mayo asecha de nuevo. Por ahora, me quedo aquí.
Sin embargo, algo muy personal quiero agregar. La víspera ha sido de particular importancia en nuestro hogar. Ana María, la madre de mis hijos, abuela de mi nieta y mis dos nietos y, sobre todo, mi compañera de toda la vida, felizmente arribó a sus 75 años de edad rodeada del cariño y amor de quienes estamos cerca de ella y valoramos y exaltamos su condición de esposa, de madre, de abuela, de hija, de hermana, de amiga y, sobre todo, de mujer, mujer admirable, ejemplar, excepcional.
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