miércoles, 16 de diciembre de 2009

A media semana

Por la ruta de la emancipación
libertadora y solidaria



El pasado lunes 14 se clausuró exitosamente en el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba, la VIII Cumbre de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA). Su realización coincidió con el V Aniversario de su creación y cuyo Documento de Constitución fue suscrito en la capital cubana por el entonces Presidente y Jefe de Estado de la República de Cuba, Comandante Fidel Castro Ruz, y el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías.

A la fecha, la Alternativa se ha ampliado y logrado concretar importantísimos proyectos de profundo contenido humanitario, social, solidario, integracionista y complementario y, además, pasado a ser la alternativa a la ya sepultada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Haciendo un poco de historia es oportuno traer a cuenta que a raíz del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959 y, más concretamente, a partir de que el Presidente John F. Kennedy se instaló en la Casa Blanca (1961-1963) intentó institucionalizar un proyecto hemisférico a fin de salirle al paso y contener la influencia y simpatía que los éxitos revolucionarios en Cuba podrían despertar a lo largo y ancho del Continente y llegaran a expandirse. En agosto de 1961, en Punta del Este (Uruguay), se creó la Alianza para el Progreso (ALPRO) de la que ya ni se habla ni se le recuerda a no ser para referirse a su fracaso.

Al Presidente Kennedy hay que cargarle a su cuenta las provocaciones, amenazas y agresiones contra Cuba incluyendo la fracasada invasión a Playa Girón, la crisis de octubre, y la serie de planes subversivos y guerra bacteriológica, operaciones encubiertas que sus sucesores han desplegado e incrementado, y la responsabilidad de endurecer el criminal bloqueo que dura hasta hoy.

En particular, a partir de la administración de Ronald Reagan (1981-1989), la política agresiva contra Cuba se arreció y a la continuidad de las amenazas, provocaciones y agresiones de sus antecesores, se dio paso a la institucionalización de la globalización del gran capital, el libre mercado, el neoliberalismo, y la privatización y saqueo de los recursos estratégicos propiedad de los pueblos y naciones de nuestro Continente.

Se adelgazó a los Estados y se les impuso la subsidiaridad en beneficio de las oligarquías locales y las transnacionales. El “patio trasero” pasó a ser, además, espacio bajo control imperial para la libre circulación de sus mercancías, la colocación de sus excedentes y basurero de sus desechos contaminantes y tóxicos.

La ominosa etapa iniciada el 1 de enero de 1994 con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) representa para el resto de países del Continente la generalización de la política de libre mercado y suscripción forzada y asimétrica de los Tratados de Libre Comercio (TLC) en beneficio de las transnacionales estadounidenses y perjuicio para los pueblos cuyos gobernantes los han suscrito.

Es ese el escenario de los sucesivos y estrepitosos fracasos de la Casa Blanca en sus relaciones y política hacia América Latina y el Caribe, en particular, durante la última década del siglo pasado marcada por un mundo unipolar depredador y, lo que va de la presente, por dos guerras que está perdiendo y la recesión más grave de los últimos 70 años que afecta a todo el mundo.

De ahí que en su desesperación la potencia imperial más poderosa de la historia se vea urgida de reactivar su IV Flota, hacer uso de las siete bases militares de que ya dispone en Colombia, reforzar las demás con que cuenta en otros países, echar mano de nuevo a los golpes militares, y utilizar procesos electorales convencionales a fin de restablecer su poder de dominación y explotación a la manera de los años de la Guerra Fría.

Como contrapartida, la trascendencia y proyección de la VIII Cumbre radica en lo que ya se ha logrado en lo social, económico y político, y en lo que se acordó para de aquí en adelante y que consta en su Declaración Final.

Los nueve Jefes de Estado y de Gobierno y los pueblos que ahora integran la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA – TCP), están concretando de manera creadora y desafiante, la emancipación libertadora de nuestros pueblos y al calor de la solidaridad internacionalista y humanitaria, la construcción de un mundo mejor con el Comandante Fidel y el Presidente Chávez al frente.

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