De los seis u ocho, ya hay cinco
La contraofensiva derechizante de las oligarquías locales y los neoconservadores estadounidenses en América Latina y el Caribe, en unos casos, pasa por los golpes de Estado y, en otros, por procesos electorales convencionales. En uno y otro caso, el deliberado propósito es contener y, si les es posible, derrocar a los gobernantes de Venezuela, Bolivia y Ecuador, y acabar con los procesos de transformaciones revolucionarias, democráticas y progresistas que encabezan. Por supuesto, ello modificaría la correlación de fuerzas y de gobiernos en América del Sur.
Los grandes consorcios transnacionales de prensa, la SIP que los representa, y los medios escritos, radiales y de televisión de su propiedad, son sus principales aliados en su propósito por distorsionar los hechos e ir, concertadamente, configurando una opinión que cuestiona y deforma lo que sucede en Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, tanto como en Nicaragua. El Salvador empieza a inquietarlos y darles dolores de cabeza.
Para los empresarios locales y el Departamento de Estado, Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil tampoco están fuera de su ofensiva. El filo principal lo dirigen a contener o interceptar los cambios que se están dando, de acuerdo a la situación y condiciones de cada país, sus características y peculiaridades y que, en la medida que tendieran a profundizarse, podrían poner en riesgo sus planes de dominación y control geoestratégico. Chile, en nada los afecta; Panamá, Colombia y México, menos; Perú, tampoco y no se diga Honduras con un gobernante impuesto bajo un régimen de facto y que esperan que tome posesión el 28 de enero.
Ante el golpe de Estado en Honduras, el presidente Arias, antes que favorecer el restablecimiento del orden constitucional y la restitución del presidente Zelaya al cargo para el que fue electo, prolongó deliberadamente la crisis y favoreció, a la larga, el montaje de la farsa del 28 de noviembre. Se apresta ahora a recibir en San José al ultraderechista “mandatario” hondureño así electo.
En el caso del Guatemala, hay que considerar lo que para nuestro pueblo y nuestro país significa formar parte del Plan Puebla-Panamá, las cada vez más estrechas relaciones con el gobierno de Uribe, la puesta en marcha de la construcción de la Franja Transversal del Norte (FTN), los ya también iniciados trabajos de construcción del Canal Terrestre Interoceánico (CTI) --eufemísticamente denominado Corredor Tecnológico (CT)--, que unirá al océano Atlántico con el Pacífico, y la reinstalación de las Brigadas militares que ya habían sido clausuradas según lo convenido en los Acuerdos de Paz.
Puede decirse, entonces, que en México, Honduras, Panamá, Colombia y Perú gobierna la derecha y que sus gobernantes son los más cercanos aliados del imperio. El de Costa Rica ya se ha movido en esa dirección y, los de Guatemala, lo son desde 1954. En Chile, Brasil y la República Dominicana, a través de la vía electoral, podrían sumarse a esa corriente los gobiernos que resultaran electos. Electoralmente, también, podría ocurrir en Nicaragua y, mediante el golpe de Estado, en Paraguay.
De lo anterior se infiere que la lucha entre la emancipación libertadora e independentista, soberana e integracionista en América Latina y el Caribe y la derechización neoliberal, militarizante y neocolonizadora --encabezada por Bush, Cheney, McCain, Negroponte, Reich y Valenzuela, y la derecha de la región--, tenderá a ser cada vez más aguda y, en esa medida, configurando los campos de cada fuerza, sector, movimiento social y popular, y los pueblos y gobiernos del Continente.
En este escenario cobra toda su vigencia y se enriquece el pensamiento, la lucha y batallas libradas por Maceo, Gómez, Agramonte y Martí, por Bolívar, Sucre, San Martín y Morazán, por Pedro Molina y Dolores Bedoya, por Baliño y Grobart, Mariátegui, Sandino, Farabundo y Mella, por Lázaro y Blas, Frank, Abel, Camilo y el Che, por Ñico y Severo, Carlos Rafael y Almeida, por Vilma, Celia y Aidé.
Mantiene toda su vigencia y se enriquece, también, el pensamiento, la lucha y batallas libradas por Juárez, Zapata, Villa y Cárdenas, por Prestes, Arismendi, Shafick y Padilla, por Obando Sánchez y Víctor Manuel, por Turcios Lima y Rolando, por Nayo y por Huberto.
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