jueves, 27 de agosto de 2009

A media semana

La soga en la usurpada casa
del verdugo



A finales del mes pasado, empresarios hondureños “viajaron a Guatemala para solicitar al CACIF que presione al Gobierno para evitar que se mezclen los problemas políticos con los comerciales y económicos”. La delegación estuvo integrada por Santiago Ruiz, presidente de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de su país, FENAGH; Edgardo Leiva, ejecutivo de la entidad; y, José Alejandro Álvarez, vicepresidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, COHEP. (Prensa Libre, 30 de julio de 2009).

De acuerdo al rotativo hondureño El Libertador (Tegucigalpa, 6 de agosto de 2009), el golpe de Estado en el país hermano “fue planeado por un grupo empresarial liderado por Carlos Roberto Facussé, dueño del periódico La Tribuna, que junto con La Prensa, El Heraldo, los canales de TV 2, 3, 5 y 9 fueron el pilar fundamental del golpe”. Leticia Salomón --la mayor experta en temas militares de Honduras--, “destapó los entresijos del golpe de Estado. Y lo explicó como un detalle sin importancia ante una concurrida audiencia presente en una mesa redonda”, asegura este rotativo.

Facussé fue presidente de Honduras (1988 – 2002). Encabeza las 10 poderosas familias que apoyaron el golpe contra el presidente Zelaya y al frente de las que están, además de él, José Rafael Ferrari, Juan Canahuati, el financiero Camilo Atala, el maderero José Lamas, el empresario energético Fredy Násser, Jacobo Kattán, el industrial azucarero Guillermo Lippman y el constructor Rafael Flores. La publicación hondureña citada destaca que “un personaje fundamental en esta conspiración fue el magnate Miguel Facussé”.

Estas familias “controlan el 90 por ciento de la riqueza que se produce” en Honduras. De manera que los que viajaron a Guatemala son --como se dice en México-- “los que les hacen los mandados” a esas diez potentadas familias y, al igual que sus homólogos de aquí, no forman parte de la cúspide del poder económico real en sus respectivos países.

Uno de ellos aseguró que en su país reina la institucionalidad, que la ley se cumplió y que lo del 28 de junio no fue un golpe militar “como muchos dicen. Los soldados –agregó-- sólo cumplieron con una orden judicial antes de que se violara la Constitución”. Según el matutino guatemalteco en referencia, “los empresarios hondureños resaltaron que el golpe en Honduras fue un ejemplo para América Latina, ya que siempre prevaleció la ley” (sic).

Después de 60 días de lo ocurrido la madrugada del 28 de junio, los hechos se han encargado de desmentir lo aseverado por los visitantes hondureños que no sólo falsean sino que niegan, además, lo que pasó y está pasando en Honduras.

Su visita bien pudo haber quedado en estas controvertidas afirmaciones. Sin embargo, no fue así. En reciprocidad a la de ellos, “una comitiva de 25 guatemaltecos se entrevistó ayer con el mandatario de facto de Honduras quien les garantizó seguridad y certeza jurídica para sus inversiones” (elPeriódico, 19 de agosto de 2009).

En el curso de la entrevista, el empresario agrícola, Otto Kushiek, a nombre de la delegación guatemalteca, le manifestó a Micheletti estar “ante un pueblo que ha sabido defender sus instituciones y su Constitución, y nosotros --dijo-- valoramos eso: libertad y democracia deben ir de la mano, no hay negocio que pague la libertad”. Vaya semejante falacia. A quien así habló se le pasó por alto o no parece haber escuchado que el presidente de facto, de entrada, les pidió que “ojalá que no se vayan nunca con todo el pisto que tienen invertido aquí”.

El apoyo a los golpistas hondureños expresado por los empresarios guatemaltecos y lo dicho y escuchado el 18 de agosto en el Salón Continental de la Casa Presidencial de Tegucigalpa, puede resumirse diciendo que equivale a magnificar la soga en la usurpada casa del verdugo. Los emisarios del gran capital del país, por lo visto, tienen en cuenta que sus abuelos y sus papás, en ningún momento, se expresaron contra la represión, el terror, la contrainsurgencia y el genocidio en Guatemala, a partir de junio de 1954. Tampoco podían ellos haberlo hecho en el caso de Honduras. Su proceder corresponde al de quienes en el pasado estuvieron siempre detrás, fraguaron, apoyaron y se beneficiaron de los golpes militares en nuestro país.

Los empresarios hondureños y sus homólogos guatemaltecos, no pueden comportarse de otra manera. Los aquí, sería ingenuo suponer que lo hagan a espaldas de las 15 o 20 familias que acaparan la mayor parte de la riqueza de Guatemala y, menos, del CACIF, aunque aseguren lo contrario. Los comentarios sobran.

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