jueves, 11 de junio de 2009

A media semana

El trasfondo real de la crisis
Como ya lo he dicho en oportunidades anteriores, la crisis por la que atraviesa el país es la prolongación y agudización de la que se desencadena a raíz de la intervención norteamericana a Guatemala en junio de 1954, y cuya característica principal es que tiende a generalizarse, agravarse y ahondarse conforme ha ido pasando el tiempo.

Es, además, una crisis que no tiene visos de resolverse: permanece latente y se generaliza, prolonga y agudiza a causa de factores y componentes, en su conjunto, no tenidos en cuenta. Se hace referencia a ellos, separándolos y aislándolos. En lo inmediato podría tornarse en más explosiva de lo que estaba a partir del aciago martes 24 de marzo y luego del escándalo del vídeo dado a conocer el 11 de mayo.

Si en el pasado resultaba insostenible el "argumento" de que el conflicto armado interno era a causa del enfrentamiento entre las dos superpotencias de entonces y, más concretamente, de la Guerra Fría, esgrimirlo ahora resulta fuera de tiempo. Los hechos se encargaron de poner las cosas en su lugar. Lo que está sucediendo actualmente es totalmente diferente a lo acontecido en aquél momento.

El enfrentamiento armado en nuestro país tuvo su origen y se dio como consecuencia de las contradicciones antagónicas existentes entre las fuerzas y sectores que violentamente institucionalizaron y se erigieron en sostén y salvaguarda del sistema y las estructuras de poder, por un lado y, por el otro, las fuerzas revolucionarias en armas y en la lucha clandestina que empeñaron todo su esfuerzo y decisión por cambiar a fondo y radicalmente las estructuras de dominación y explotación, ahora todavía existentes y aún más agravadas.

Durante el mal llamado “Tercer Gobierno de la Revolución” (es mejor caracterizarlo como el Segundo de la Liberación”), encabezado por el licenciado Julio César Méndez Montenegro (1 de julio de 1966 - 1 de julio de 1970), tendenciosamente se quiso hacer creer que las acciones armadas de la insurgencia revolucionaria y la represión, el terror y los crímenes del Ejército contra la población y las fuerzas alzadas en armas, eran resultado del enfrentamiento entre "terroristas extremistas de izquierda" y grupos clandestinos de la extrema derecha liberacionista.

Aquellos grupos anticomunistas clandestinos de terror y represión contrainsurgente al servicio del Ejército, así como las Patrullas de Autodefensa Civil, PAC, son el antecedente inmediato y equivalen a los cuerpos ilegales y aparatos clandestinos que impunemente operan hoy en día en el país.

En el momento actual, la crisis se agrava aún más a causa de contradicciones no resueltas que se derivan de los acentuados índices de atraso y pobreza, desempleo y hambre, desnutrición y mortalidad materno infantil, inseguridad ciudadana, violencia común y crimen organizado, maras y narcotráfico, tráfico de influencias y de personas, contrabando y corrupción, impunidad y limpieza social, nepotismo y enriquecimiento ilícito, concentración de la riqueza y discriminación, racismo y exclusión y, en general, por la descomposición de la sociedad, las instituciones, los organismos y poderes del Estado, así como la abismal desigualdad económica y social y la recesión económica mundial. Lógicamente, las pugnas y disputas "en las alturas" podrían agudizarla aún más.

Se trata de pugnas y disputas por el reparto, distribución y asignación de las contrataciones y negocios a cargo del Estado. Sus protagonistas son los financistas y allegados al partido en el gobierno de turno y quienes han sido desplazados o se trata de hacerlos a un lado. Es la sorda lucha de intereses encontrados que enfrenta a quienes se aferran a privilegios "adquiridos" y los que tratan de ocupar su lugar en pago a los favores y servicios prestados durante la campaña al candidato que estuvo en "mejores" posibilidades de gobernar.

Es la repetida historia que se da antes, durante y después de cada período gubernamental y que, en parte, explica la aberrante alternabilidad gubernamental instituida en 1986. Pone al descubierto, además, las pugnas y disputas entre quienes se encaraman al barco de la corrupción gubernamental y los desplazados, cuyos intereses se ven seriamente afectados.

Esto es, en pocas palabras, lo que en realidad está en el trasfondo del agravamiento de la crisis durante los 17 meses del gobierno actual. La relativa calma del momento no presagia nada bueno para el país. Algo podría estarse moviendo debajo de la mesa. El tiempo lo dirá.

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