Antes, ahora y después
del 14 de abril
Meses antes de las votaciones de 2011me referí a que --independientemente de los resultados de la segunda vuelta-- el período presidencial a iniciarse el 14 de enero de 2012 sería el último eslabón de la cadena institucional de la llamada transición democrática iniciada en 1986.
Lo que ha estado aconteciendo a partir del 14 de abril confirma lo previsto en aquél entonces y es así a causa y consecuencia de la acumulación, desgaste, agotamiento y caducidad de la estructura económica y social, el sistema político, institucional y de gobierno y la errática gestión de seis gobernantes sucesivamente "electos" a partir de 1985.
En lo político, institucional y gubernamental a un presidente considerado como el peor que haya tenido el país le sucede otro mucho peor y esto es así como resultado de unas votaciones y un sistema de partidos excluyente y el asalto y secuestro del Estado por la corrupta y mezquina élite oligárquica, el empresariado organizado, sucesivas camarillas de militares en activo o en situación de retiro, advenedizos y corruptores financistas de campaña, ONGs y contratistas de obras, estructuras delincuenciales, redes de corrupción y el crimen organizado.
Puede decirse entonces que es por ello que el país ha ido cada vez más de mal en peor y que el modelo económico y social impuesto y el sistema institucional, político y gubernamental tienden, en general, a agotarse, caducar y colapsar. En consecuencia, puede decirse que:
Uno. No es sólo la sucesiva acumulación, prolongación y agravamiento de la crisis política, institucional y gubernamental lo predominante sino que, además, el sistema y modelo impuesto no da ya para más, tiende a agotarse y caducar, y no es por esa vía que se asegura y garantiza el desarrollo y progreso del país, en beneficio de la mayoría de la población.
Dos. El período gubernamental de Pérez Molina es la culminación del perverso proceso de acumulación de la corrupción y la impunidad desde el poder y, a la vez, del agotamiento, desgaste y colapso del sistema político, institucional y gubernamental y del modelo económico y financiero. La corrupción e impunidad es sólo la punta del iceberg.
Tres. Lo que sale a luz a raíz de lo develado por la CICIG y el MP al medio día de este viernes 21, marca el comienzo del fin del último eslabón de la cadena institucional de la transición democrática y el inminente derrumbe de la corrupta administración presidida por Pérez Molina.
Y, cuatro. Así como se avizora una esperanzadora luz al final del túnel, también hay que tener en cuenta y considerar los riesgos y peligros reales y potenciales. Tres, son los principales:
1) El que advierte Pedro Pablo Marroquín Pérez en su artículo sobre La propuesta ingenua de principios de la semana pasada (Diario La Hora, 17 de agosto de 2015); 2) validar las votaciones del 6 de septiembre optando, una vez más, por el menos peor; y, 3) no establecer e identificar a otros funcionarios o ex funcionarios y grandes empresarios comprometidos en actos de corrupción y deducir las responsabilidades penales que corresponden.
En consecuencia, es otro el camino a recorrer para empezar a abrirle paso a la institucionalización y legitimación de los cambios estructurales, de fondo, de raíz, que el país necesita... YA!
Y, lo principal: primero, impedir que el sistema "asegure" y "garantice" su continuidad y prolongación; segundo, salirle al paso y denunciar cualquier intento de golpe de Estado o autogolpe y, de consumarse, llamar a la desobediencia civil y la resistencia ciudadana, democrática y popular; tercero, no dejarse provocar e intimidar; cuarto, retirarle sin más demora la inmunidad al hasta hoy todavía presidente Pérez Molina; y, quinto, con base en el contenido sustantivo e integral de los Acuerdos de Paz, empezar a resolver a fondo, de raíz, la crisis estructural, política, institucional y gubernamental a que irresponsable, impune y corruptamente se ha ido orillando al país en estos 30 años.
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