Exitosa batalla social
y popular
Ante la ineptitud y desvergüenza de los diputados al Congreso de la
República --que tres meses atrás aprobaron la Ley de Protección de Obtención de Vegetales, así como de los que
votaron en contra y los que no estaban en el hemiciclo--, los pueblos indígenas
y los campesinos libraron una exitosa batalla que culminó con la derogación de
semejante despropósito legislativo.
La actual legislatura no se caracteriza, precisamente, por su
competencia y disposición para la elaboración y aprobación de leyes que,
doctrinaria y jurídicamente, se constituyan en instrumentos legítimos de las
transformaciones de fondo, estructurales, en nuestro país.
Al contrario, constituyen un obstáculo para esos cambios y son el
soporte y garantía del mantenimiento del statu
quo, avalan negocios oscuros, tranzas, corruptelas y, en el caso de los
legisladores, al aprobarlas, supone, bajo la mesa, compensaciones o recompensas
pecuniarias, en lo personal o a favor del partido por el que fueron “electos” o
del que dicen “representar” después del escandalosamente transfuguismo que no
parece tener fin.
En lo formal y en su contenido, la norma derogada está plagada de
ambigüedades, generalidades e imprecisiones que pudieron haber dado lugar a
arbitrariedades y excesos e interpretaciones casuísticas y contrarias al
interés general y el bien común. No protegía ni tutelaba derechos ancestral e
históricamente adquiridos, garantizaba privilegios y beneficios, sobre todo, de
avorazadas transnacionales interesadas en que lo suyo sea lo que se proteja,
privilegie y predomine. Tampoco tenía en cuenta los intereses del país ni resguardaba
a la población guatemalteca de los graves daños a ocasionarle en su salud,
alimentación, nutrición y bienestar.
En suma, por parte de los parlamentarios (sin ninguna excepción), no se
está ante un reconocimiento del error cometido y, menos, de una rectificación.
La derogación de dicha Ley es resultado de la exitosa movilización y presión
social y popular que los obligó a dar marcha atrás. Y, si algo es mucho más
importante, es que con esta exitosa batalla el movimiento social y popular está
dando muestras, en forma consistente y vigorosa, audaz e inteligentemente, de
su capacidad e iniciativa para irse constituyendo en una alternativa real de
poder.
¿Es este el rasgo característico y la tendencia general de la lucha,
organización y movilización social y popular en nuestro país? A mí, me parece
que sí. Además, más aceleradamente de lo previsto, ha ido configurándose,
madurando y adquiriendo consistencia y capacidad para avanzar hacia formas más
amplias y unitarias de lucha a favor de los cambios que Guatemala necesita.
Lo publicado en Contrainjerencia
el pasado jueves 28 de agosto (“12
productos ‘cáncer’ creados por Monsanto”), contribuirá a comprender y
valorar mucho más la importancia y alcances de la lucha contra los graves daños
que con el Decreto 10-2014 --de no haber sido derogado-- se le podrían
ocasionar al país y a la población.
A los productos documentados, se agrega un treceavo: las semillas Terminator, con el que empezaré a
resumir, la semana entrante, tan interesante artículo.
Además, es mi propósito sintetizar lo que se informa, comenta, detalla y opina
acerca de los cultivos genéticamente modificados y el abono a base de petróleo.
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