Gatopardismo electoral:
1985 - 2015
Lo acontecido en “lo electoral” de 1985 a 1999, pese
al prestigio, autoridad, respeto y solvencia de los Magistrados del Tribunal
Supremo Electoral (TSE), puso de manifiesto que las votaciones para Presidente
y Vice presidente de la República, Diputados al Congreso, al Parlamento
Centroamericano (Parlacen) y de autoridades municipales, en ningún momento
llegaron a culminar en una real alternabilidad y esa inalternabilidad se
prolonga hasta hoy.
Se está, entonces, ante una mera continuidad de
partidos en el poder que —con “diferentes” denominaciones, candidatos, emblemas
y promesas electoreras—, han estado al servicio de la élite oligárquica que
manda en el país, ha asaltado y tiene secuestrado el poder y copados,
indistinta y diferenciadamente, a los partidos que utiliza y manipula a su
conveniencia e interés.
En tales condiciones, el sistema político y
gubernamental tiende a desgastarse, a agotarse, a caducar. Algo habría cambiado
con la firma de la paz si en lo electoral se hubiese cumplido y respetado lo
consignado en el Acuerdo Sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral,
en el contexto de lo integralmente suscrito. El desgaste político, el
agotamiento institucional y la caducidad electoral continúan y, si algo nuevo
pudiera pasar, es que el sistema “electoral” y de partidos colapse.
Durante las votaciones de 1999, el partido que se institucionalizó
como expresión política de las cuatro fuerzas en armas durante el conflicto
armado interno, pasó a constituirse en la tercera fuerza política del país lo
que, potencialmente, la convertía en una alternativa social y popular,
democrática y progresista para la toma del poder político a través de la vía
electoral. Lastimosamente —para decirle de alguna manera—, a partir de las
votaciones de 2003, URNG y sus aliados pasaron a ser una fuerza marginal, sin
incidencia política e institucional y muy escasa y —quién sabe si no—, ninguna
posibilidad de recuperar el tiempo perdido y que es posible que, con el sistema “electoral” y
de partidos, también colapse.
Si se llega a las votaciones de 2015, nada va a
cambiar. Las cosas seguirán igual o peor que como han estado desde 1985.
No hay que ser mal pensado pero la “suspensión” por
seis meses de 11 partidos por incurrir en “propaganda anticipada”, tiene sus
aristas. A los “sancionados” no los perjudica; a unos, los favorece más. En
primer lugar, a quien más favorece es al oficialismo. El PP “gana tiempo” para
tratar de dirimir las disputas en torno al candidato a nominar y salirle al
paso a la desbandada que a todos los niveles lo amenaza.
A los otros “suspendidos” los favorece dado que el
empresariado organizado no ha decidido todavía a qué partido o a qué candidatos
le convendría apoyar y que la Embajada de Estados Unidos “esté a la espera” de
que surja quien o quienes puedan superar los bajos índices de aceptación de dos
de los pre candidatos que hasta el día de hoy se dice que cuentan con su
“simpatía”.
En todo caso, el sistema “electoral” y de partidos, ya
no da para más. No se trata, en consecuencia, de caer en la trampa de
reformarlo cosméticamente. Sería una forma más de engañar incautos con el
señuelo de que algo “puede cambiar” para que todo siga igual. Ese inveterado y
arraigado gatopardismo electoral que tan
funesto ha sido para el país.
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