miércoles, 14 de mayo de 2014


El cuartelazo de 1963 y el primer civil electo

Lo que ya sucedió o esté aconteciendo, hay que examinarlo, interpretar y exponer en su desarrollo y continuidad, contexto y relación. Es necesario verificar sus causas, efectos y consecuencias lo que, a su vez, ayuda a prever el posible desarrollo y desenvolvimiento de los acontecimientos. Es decir, el pasado y lo que esté aconteciendo, se tiene que estudiar, explicar y exponer en su contexto, continuidad e interrelación.

Asumo, por supuesto, que existe el riesgo de caer en el simplismo o error de referirse a los sucesivos períodos de la historia en forma separada, sin tener en cuenta primero, lo que les es común en su relación y continuidad; y, segundo, las diferencias que pudieran haber entre uno y otro. De otra manera no se podría explicar que lo que sucede en nuestro país y en lo internacional tiene antecedentes y es, a su vez, anticipo de lo está por suceder. Corresponde, en consecuencia, poner atención en ese hilo de continuidad e inter relación que se da entre lo que ya pasó, está ocurriendo y lo que va a suceder.

Hasta aquí, algo que había que precisar. Y, en mi empeño por continuar el tratamiento del tema que inicié el 2 de abril, me refiero ahora al período que, del 1 de abril de 1963 al 23 de marzo de 1982, constituye la continuidad del anterior y es, a la vez, antecedente del que le sigue.

Este período se inicia con el cuartelazo que su ministro de la Defensa le da al primer General “electo” después de la intervención norteamericana. Derogada la Constitución de 1956, gobierna según las disposiciones contenidas en un Estatuto de Gobierno y avanza en la implementación de lo que más adelante se institucionalizará como el terrorismo gubernamental y la contrainsurgencia como política de Estado. El coronel golpista se sostiene en el poder hasta el 1 de julio de 1966.

Una Asamblea Nacional Constituyente, “electa” en tales condiciones, sanciona la Constitución de 1965. Además, se convoca a “elecciones” generales durante las que se “elige” a un presidente civil a quien el Ejército condiciona la entrega del poder a que se comprometa y garantice la continuidad del poder militar con un gobernante civil. En este caso, es así como se “restablece” la institucionalidad y “legitima” la democracia formal y representativa.

Luego de cuatro años de gobierno civil, el país pasa a ser gobernado por el primero de los tres Generales fraudulentamente impuestos. A ello, me referiré la semana entrante.

No me equivoco si anticipo que continuar con este tema, molestará y enojará a quien ‒como chicho chichahuate‒ “rubricó” su “comentario” a mi columna de la semana pasada y en el que “opina” que ojalá, alguien en La Hora pida que cambie mi rayadísimo long play. Su abuelo, dice, “era igual, repetía y repetía las mismas historias” y “por cariño, le escuchábamos todos los nietos”.

Por mucho cariño que se le tenga a un abuelo, no es así como se respeta su opinión y, por lo visto, usted, don chicho, no alcanzó a entender lo que el suyo trató de inculcarles. Conocer el pasado, ilustra, enseña. De los errores cometidos es mucho lo que se aprende y, sobre todo, a no repetirlos. Los aciertos, hacen posible y viable que lo que se haga hoy se haga bien y el futuro sea mejor.

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