La
paz y cooperación
entre
los pueblos y países
Entre
quienes tienen a bien leer y me comentan lo que aquí publico, ha habido quienes
--con sobrada razón-- me han preguntado que por qué es que he estado
insistiendo tanto acerca de los peligros y amenazas que tienen a la humanidad
al borde de una tercera conflagración mundial.
Mi
respuesta ha sido que no se trata de exagerar lo que está aconteciendo en lo
internacional y, además, que hay que tomar conciencia de lo que en realidad
significan esos peligros y amenazas; es decir, hay que situarlos en su justa
dimensión y alcances.
En
efecto, los nubarrones que ponen en peligro la paz y la seguridad entre
nuestros pueblos y países, no son lo que predominantemente caracteriza el
momento actual en lo internacional. Ello --quizá-- lo debí puntualizar desde el
principio y haber dicho que es sólo una de las dos cuestiones a considerar.
Inmediatamente
después de la disolución de la Unión Soviética y la desaparición del sistema
socialista mundial, el mundo devino en un mundo unipolar hegemonizado por la
potencia imperial más grande de la historia. Hubo quien --sin meditarlo
suficientemente--, "profetizó" el fin de la historia y de las
ideologías
Sin
embargo, de 1991 en adelante, la situación internacional ha ido cambiando rápida
y aceleradamente. El mundo ha dejado de ser el mundo unipolar hegemonizado por
el imperialismo estadounidense. Al contrario, se está ante un mundo multipolar
en cambio y desarrollo: la historia así lo registra, interpreta y explica.
Las
ideologías, por su parte, enriquecen y fundamentan el qué hacer revolucionario,
progresista, social y popular, lo orientan y guían y son, a la vez, síntesis y
concreción de la lucha por las transformaciones y cambios estructurales de
fondo, económicos, sociales, políticos, institucionales y culturales, por la
equidad y el progreso, la no discriminación y el racismo. la independencia, la soberanía
y autodeterminación de los pueblos.
Ahora
bien, si algo hay que tratar de evitar es esa tendencia a generalizar y
absolutizar o equivocadamente hacerse a la idea de que todo marcha sobre
ruedas. No. Hay dificultades que no permiten que los cambios por los que se
lucha actualmente se desarrollen, amplíen, afiancen y tengan éxito.
El
imperialismo estadounidense dispone de los medios y recursos técnicos,
militares, económicos y políticos para interceptar e impedir que las luchas de
los pueblos a favor del progreso y su desarrollo avancen y se profundicen, así
como para tratar de seguir manteniendo su hegemonía y poder de dominación. Lo
que lo hace más peligroso, es la crisis que lo atosiga y desespera y que para
resolverla no tiene otro recurso más que el empleo de la fuerza.
Algo
de esto es lo que se puede observar que ha estado ocurriendo con la Primavera
árabe y el movimiento de los Indignados en Europa y en Estados Unidos. Su
guerra de agresión en Irak, en Afganistán y en Siria, sus amenazas y
provocaciones a Irán e intervención en Ucrania, son, en este momento, unos de
los focos de mayor tensión y tirantez.
En
todo caso, lo positivo es que una segunda oleada de descontento e indignación
de los pueblos y países en varias partes del mundo, parece que empieza a
caracterizar el momento actual y que la lucha por la paz y la cooperación fraterna
y solidaria entre los pueblos y países pasa a ser la alternativa viable, real y
posible a la no resuelta crisis imperial, su desbocada carrera armamentista, guerras
de agresión y ocupación e intervencionismo en los asuntos internos de otros países.
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