De lo que se dice y escribe
A finales de 2008, me avoqué a la quijotada de recopilar las columnas
que escribí y publiqué aquí, en el Diario La Hora, durante aquél año. Tuve la
osadía de reproducirlas y publicarlas en forma modesta (25 ejemplares,
fotocopiados). 2008: año de la gran
recesión, es el título que me atreví a ponerle.
Un ejemplar de aquella edición lo encontré en estos
días en que me puse a buscar uno de los más preciados libros que he leído y que
no apareció por ningún lado de esos tan desordenados anaqueles en que está la
tendalada de textos que espero heredar a mis hijos para que sean quienes
encarguen a alguien que los ordene y clasifique como corresponde y se debe de
hacer.
Ante tan sorpresivo reencuentro, lo que hice fue
ponerme a leer lo escrito y publicado hace cinco años. La conclusión que
resultó de esa relectura es que, en general, son puntos de vista y opiniones
que mantienen su vigencia y actualidad así como que, en algunos casos, sería
suficiente con hacerle algunas correcciones de forma y, en otros, necesarias
precisiones y actualizaciones para que ello sea así.
En mi osadía hasta se me ha ocurrido pensar que se
podrían volver a publicar en tanto que en lo que allí se dice y opina, examina
o analiza, expresa y expone es aplicable a lo que está aconteciendo ahora en
tanto que nada ha cambiado, a no ser lo que tiende a estar peor, sobre todo, en
lo económico, político, social, institucional y gubernamental.
Para la edición en referencia elaboré una
introducción, a manera de presentación. Decía, en aquella oportunidad, que en
las columnas publicadas desarrollaba y definía mi posición sobre las cuestiones
más importantes de la situación nacional e internacional, sus rasgos y
características principales. Decía, además, que un buen espacio estaba dedicado
al examen de la problemática por la que atraviesa la izquierda guatemalteca, su
dispersión y atomización así como a exponer un conjunto de ideas e iniciativas
para tratar de salir de esa situación.
En esa dirección, constato que nada se ha avanzado,
que todo sigue estando como estaba hace una década y que la dispersión y
atomización persisten sin que se vislumbre un esfuerzo serio, sostenido y
consistente para superar las dificultades y obstáculos que impiden que la
unidad se restablezca.
A ese respecto considero oportuno retomar lo que
expuse a lo largo de aquél año.
Decía que la gran tarea de la izquierda guatemalteca
está en unirse alrededor del trabajo y los objetivos de la lucha
revolucionaria, democrática, popular, social y progresista, multiétnica,
pluricultural y miltilingüe. Es esta la vía institucional, según lo sostuve
entonces y lo reafirmo ahora, para alcanzar la unidad de la Nación, la
refundación del Estado, el desarrollo pleno del país y el respeto a nuestra
independencia, soberanía y autodeterminación, la libertad y la democracia real,
funcional y participativa,
Y, si en algo puedo insistir ahora con mayor énfasis,
es que lo que primero uno debe asumir al momento de escribir y decidirse a
publicar (en mi caso a través de estas columnas semanales) es ser sincero
consigo mismo, hacerlo de acuerdo a como se piensa y por lo que se lucha.
Además, como en el oficio de escribir o exponer se
puede incurrir en errores, imprecisiones e inexactitudes, lo único que cabe y
honra es reconocerlo y corregir. Dicho en pocas palabras: lo que se dice y
escribe, obliga, compromete.
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