viernes, 8 de noviembre de 2013



De lo que se dice y escribe

A finales de 2008, me avoqué a la quijotada de recopilar las columnas que escribí y publiqué aquí, en el Diario La Hora, durante aquél año. Tuve la osadía de reproducirlas y publicarlas en forma modesta (25 ejemplares, fotocopiados). 2008: año de la gran recesión, es el título que me atreví a ponerle.

Un ejemplar de aquella edición lo encontré en estos días en que me puse a buscar uno de los más preciados libros que he leído y que no apareció por ningún lado de esos tan desordenados anaqueles en que está la tendalada de textos que espero heredar a mis hijos para que sean quienes encarguen a alguien que los ordene y clasifique como corresponde y se debe de hacer.

Ante tan sorpresivo reencuentro, lo que hice fue ponerme a leer lo escrito y publicado hace cinco años. La conclusión que resultó de esa relectura es que, en general, son puntos de vista y opiniones que mantienen su vigencia y actualidad así como que, en algunos casos, sería suficiente con hacerle algunas correcciones de forma y, en otros, necesarias precisiones y actualizaciones para que ello sea así.

En mi osadía hasta se me ha ocurrido pensar que se podrían volver a publicar en tanto que en lo que allí se dice y opina, examina o analiza, expresa y expone es aplicable a lo que está aconteciendo ahora en tanto que nada ha cambiado, a no ser lo que tiende a estar peor, sobre todo, en lo económico, político, social, institucional y gubernamental.

Para la edición en referencia elaboré una introducción, a manera de presentación. Decía, en aquella oportunidad, que en las columnas publicadas desarrollaba y definía mi posición sobre las cuestiones más importantes de la situación nacional e internacional, sus rasgos y características principales. Decía, además, que un buen espacio estaba dedicado al examen de la problemática por la que atraviesa la izquierda guatemalteca, su dispersión y atomización así como a exponer un conjunto de ideas e iniciativas para tratar de salir de esa situación.

En esa dirección, constato que nada se ha avanzado, que todo sigue estando como estaba hace una década y que la dispersión y atomización persisten sin que se vislumbre un esfuerzo serio, sostenido y consistente para superar las dificultades y obstáculos que impiden que la unidad se restablezca.

A ese respecto considero oportuno retomar lo que expuse a lo largo de aquél año.

Decía que la gran tarea de la izquierda guatemalteca está en unirse alrededor del trabajo y los objetivos de la lucha revolucionaria, democrática, popular, social y progresista, multiétnica, pluricultural y miltilingüe. Es esta la vía institucional, según lo sostuve entonces y lo reafirmo ahora, para alcanzar la unidad de la Nación, la refundación del Estado, el desarrollo pleno del país y el respeto a nuestra independencia, soberanía y autodeterminación, la libertad y la democracia real, funcional y participativa,

Y, si en algo puedo insistir ahora con mayor énfasis, es que lo que primero uno debe asumir al momento de escribir y decidirse a publicar (en mi caso a través de estas columnas semanales) es ser sincero consigo mismo, hacerlo de acuerdo a como se piensa y por lo que se lucha.

Además, como en el oficio de escribir o exponer se puede incurrir en errores, imprecisiones e inexactitudes, lo único que cabe y honra es reconocerlo y corregir. Dicho en pocas palabras: lo que se dice y escribe, obliga, compromete.

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