viernes, 6 de septiembre de 2013

A media semana



Atajar el ataque a Siria


En Siria no sólo está en juego la paz y seguridad de la región. Está en juego la paz y la seguridad mundial. De ahí que una de las tareas prioritarias en el momento actual sea salirle al paso y detener el ataque que la Casa Blanca está urdiendo con el pretexto de “castigar” a un Gobernante al que no se le ha comprobado que sea responsable del uso de armas químicas contra la población civil de los suburbios de Damasco el pasado 21 de agosto y contra quienes se han “alzado” para derrocarlo.

Ya lo dije la semana pasada. Esta podría ser una mentira más a la que los gobernantes estadounidenses suelen acudir a fin de demostrar su poderío militar, continuar considerándose el gendarme mundial y derribar a cualquier mandatario que se oponga a sus propósitos expansionistas. La sensatez no prevalece en Washington. Esta vez, podría ser que al Presidente Barack Obama las cosas la salieran peor que como le salieron a su antecesor, el señor George W. Bush, en su aventura militar en Irak.

En efecto. El Presidente Obama parece estar en un callejón sin salida. Su precipitación al anunciar una agresión a Siria sin contar con la autorización de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ni el apoyo del Reino Unido y Alemania, lo obligó a anunciar su decisión de someter a consideración del Congreso estadounidense que apruebe o no esta nueva aventura bélica imperial.

Así como puede suceder que el Congreso la apruebe, no hay que descartar que no esté de acuerdo. De aprobarla, las dificultades serán aún mayores para la Fuerza Armada más poderosas y sofisticada en el momento actual, para el pueblo de Estados Unidos, para los pueblos árabes, para Francia e Israel y, por supuesto, para el pueblo sirio y el mundo entero.

De los gobernantes estadounidenses nada bueno se puede esperar cuando “aseguran” que peligra su seguridad nacional. En este momento, el foco de tensión y tirantez más grave y peligroso se traslada a Siria. Al gobierno de Bashar al Assad no se le ha comprobado el uso de armas químicas como tampoco está comprobado que sean los “alzados” a quienes se atribuye que “por accidente” hayan ocasionado la matanza del 21 de agosto. En ese escenario de lo no comprobado, está en marcha el anunciado ataque a Siria.

Si usted, estimado lector, quisiera estar más informado, le recomendaría que consultara lo publicado en LaJornada el 29 de agosto. Allí se enumeran “las principales intervenciones militares extranjeras recientes sin mandato de la ONU, o cuyo mandato fue cuestionado”.  El día de ayer, en este rotativo mexicano, Robert Fisk da su opinión acerca de por qué “nadie en el Medio Oriente toma en serio a EU”. Es de obligada consulta, además, el trabajo publicado el lunes en Rebelión y en el que Nazanim Armanian enumera “los 12 propósitos reales del ataque” a Siria y “las 8 consecuencias de la agresión militar de EE. UU. y sus socios”.

Ante tan grave y peligrosa amenaza, quien guarda silencio es cómplice de semejante atrocidad y quienes la apoyan, avalan un proceder condenable e indignante. El gobierno guatemalteco, es uno de ellos. 

Sensatamente, el 48 por ciento de estadounidenses se opone a esta aventura y en los demás países del mundo se condena y rechaza. Convencido que corresponde a un deber internacionalista en salvaguarda de la paz, la seguridad internacional y la sobrevivencia de la Humanidad, me adhiero a este amplio y generalizado rechazo y condena mundial.

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