¿A quiénes habría que
responsabilizar?
Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, la península coreana ha sido de
vital importancia geoestratégica para los intereses expansionistas del
imperialismo estadunidense en Asia. Ésa es una de las razones de su guerra de
agresión, en 1951, contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y
que culminó con el armisticio de 1953. El presidente guatemalteco, coronel
Jacobo Arbenz Guzmán, decidió no enviar soldados en apoyo a las tropas
estadounidenses.
Japón invadió China en 1910 y, además, ocupó, reprimió
y oprimió a la población de la península coreana. A partir de 1938, el pueblo
coreano libró una exitosa campaña político militar contra el imperialismo
japonés. Bajo el liderazgo de Kim Il Sung, el territorio coreano fue liberado
de los ocupantes japoneses. En 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, la
península coreana quedó dividida en lo que se ha dado en denominar como Corea
del Norte y Corea del Sur.
En el norte, el 9 de septiembre de 1949 se fundó la
RPDC. La parte situada al sur, se conoce como la República de Corea. Según
medios occidentales de prensa, en el sur rige un Estado “democrático
capitalista”; en el norte, un régimen “totalitario de corte marxista
estalinista”. No es esto lo que ahora habría que discutir. Lo que sí es cierto
es que --desde la llamada guerra de Corea
(1951 – 1953)-- Estados Unidos mantiene en el sur un contingente de ocupación
que se calcula en 29 mil soldados.
Si usted, estimado lector, ve la ubicación de la
península coreana, le será fácil advertir la ya referida importancia
geoestratégica que para los intereses expansionistas y belicistas de Estados
Unidos le asigna a este territorio que, en el norte, tiene una extensión de 120
mil 538 kilómetros cuadrados y una población de 24 millones 599 mil 122
habitantes y, en el sur, de 99 mil 720 kilómetros cuadrados y 48 millones 860
mil 100 habitantes.
La península coreana limita al norte con la República
Popular China (RPC); al noreste, con lo que hasta 1991 fue la URSS; al sur, con
el mar del Japón y Japón. Hacia el océano pacífico, está Guam y Hawái; más
abajo del mapa, Australia; en el Océano Índico, Indonesia; hacia arriba, Alaska
y Canadá, en el Océano Ártico.
Cuando un país, un área o una región son objeto de
provocaciones y amenazas por parte de una potencia extranjera, les asiste el
derecho a defenderse y prevenir cualquier agresión o intervención. Es la manera
como se ha conducido la RPDC ante las provocaciones de que constantemente ha
sido objeto por parte de la República de Corea y Estados Unidos.
La RPDC es un Estado pacífico. Ha dado suficientes
muestras de normalizar sus relaciones con la República de Corea y sentar las
bases de la reunificación en forma pacífica y sin injerencia extranjera.
Insistentemente ha tratado de salirle al paso e impedir cualquier provocación,
maniobra o agresión en su contra.
Si no se supiera de la belicosidad e imprudencia con
que la Casa Blanca reacciona allí donde dice que se ve amenazada la paz y la
seguridad, uno se podría equivocar si asegurara que no son sus propios
intereses y el de sus aliados los que en realidad está defendiendo, a costa de
la paz y seguridad de los demás pueblos y países.
Es este un momento muy delicado y grave. Las guerras
de agresión y ocupación se extienden a muchos países y regiones del mundo. El
clima de tensión y tirantez es lo que caracteriza al momento actual.
La alternativa al clima de tensión y guerra a que una
vez más se está orillando a la península coreana, es la prudencia y sensatez,
el diálogo y las conversaciones. Lo que no se puede dejar de señalar es que a
Estados Unidos y a la República de Corea les corresponde la responsabilidad
principal de tener al Asia al borde de la guerra y, a la Humanidad, del
holocausto.
A la República
Popular Democrática de Corea, le asiste el derecho a salvaguardar su
independencia y, a su pueblo, continuar la edificación socialista, a la coreana;
a vivir en paz. Entre tanto, en el valle de nuestra capital, el sol salió hoy a
las 05:56 y se pondrá a las 18:15.
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