miércoles, 1 de julio de 2009

A media semana

El neofascismo
en Centro América



Es posible suponer que el gobierno del presidente Obama nada haya tenido que ver con el golpe que el domingo rompió el orden constitucional en Honduras. Sin embargo y desde el principio, las declaraciones de la Casa Blanca han sido ambiguas. Con esta asonada, la cúpula militar (tan cavernaria y troglodita como la élite oligárquica hondureña) trata de defenestrar al presidente Manuel Zelaya y que el gobernante impuesto se sostenga sobre sus bayonetas y camine en las botas de los golpistas.

Después del golpe que depuso al presidente Joao Goulart (1961 – 1964), el Departamento de Estado de Estados Unidos era de la opinión (y lo dijo en un documento) que la oligarquía brasileña sólo podía compararse con la retrógrada y ultraconservadora oligarquía guatemalteca. En Estados Unidos gobernaba Lyndon B. Johnson (1963 – 1969); en Guatemala, el golpista y Jefe de Estado de facto coronel Carlos Enrique Peralta Azurdia (1963 – 1966). No obstante, a una y a otra, los gobernantes estadounidenses las han seguido utilizando y les sirven.

En Honduras se está en un escenario similar al de aquél momento (con los rasgos y características de ahora): lo más reaccionario y conservador de la cúpula castrense, tras salir obedientemente de sus cuarteles, se prestó al juego perverso de un puñado de empresarios hondureños y en una entente gorioligárquica de corte fascista, rompió la institucionalidad todavía formal en nuestro vecino y hermano país.

En dos de mis columnas recientemente publicadas, me referí a sendas cuestiones a las que considero necesario volver. La primera, es la caracterización que hice del peligro principal que amenaza a los países y pueblos de América Latina y el Caribe (Diario La Hora, 29 de abril de 2009).

En la segunda me referí a la derrota electoral de los republicanos en Estados Unidos y la elección del primer presidente afroestadounidense. Decía entonces que el fundamentalismo del ala republicana derrotada y sus agentes no dejarían de urdir conspiraciones, provocaciones, acciones desestabilizadoras y terroristas en su obstinación por rederichizar el mapa geopolítico del Continente así como valerse de la vía electoral para conseguirlo (Diario La Hora, 6 de mayo de 2009).

De lo que no hablé --ni antes ni después-- es en dónde podía estar el eslabón más débil de la cadena de cambios que están teniendo lugar en América Latina y el Caribe.

Los condenables e inadmisibles hechos ocurridos el domingo en Tegucigalpa confirman que el eslabón más débil y vulnerable para interceptar por la fuerza los moderados cambios en el área centroamericana, era Honduras, y fue hacia allí a donde los enemigos de la democracia representativa y la formalidad institucional dirigieron el golpe principal.

En el golpe (como oportuna y acertadamente lo señalara el representante permanente de la República Bolivariana de Venezuela en la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA el mismo día domingo) es seguro que tengan mucho que ver siniestros personajes como el ex subsecretario de Estado norteamericano Otto Reich y que es cierto que ya habría retomado sus contactos con conservadoras y retrógradas élites oligarcas latinoamericanas y fascistizantes facciones castrenses del continente.

El desenlace de la crisis política e institucional en Honduras no parece estar lejos. Todo indica que su punto de arranque y decisivo no es otro que el restablecimiento del orden constitucional violentado y el retorno inmediato y sin condiciones del presidente Zelaya al ejercicio del cargo para el que fue electo.

Para que esto ocurra corresponde un importantísimo papel a la lucha de resistencia y sublevación del pueblo hondureño contra el golpismo y el retorno al pasado, su organización, unidad y decisión. Corresponde también un histórico papel a la solidaridad internacional y las sin precedentes resoluciones adoptadas por la comunidad internacional y sus organismos internacionales que ahora sí puede decirse que se han puesto al lado de los pueblos en su lucha por su verdadera y real independencia.

Lo que en Honduras está en juego es el futuro de la democracia real, funcional y participativa tanto como la legitimidad institucional, popular y social. A partir de mañana y las siguientes 72 horas son decisivas, cruciales, como es crucial y decisivo para el hermano pueblo hondureño y los demás pueblos y países de nuestro Continente el día del retorno del presidente Zelaya a su país, y para la lucha contra el neofascismo en Centro América.



Diario La Hora,
Guatemala, 1 de julio de 2009
RRR / cgs

No hay comentarios:

Publicar un comentario